Marco Verratti remite a la sencillez con su juego y su estilo, que huye de lo rococó, no necesita adjetivos, justo lo que necesitamos para hablar de él.
Hoy es preferible controlarlo todo, para adoptar en simultáneo el rol de hincha furibundo, parabólico, prescriptor y vidente. No queda rastro de aquella culta ignorancia que nos eximía de todo esfuerzo intelectual.