Stephen King sostiene que para escribir una frase basta un sustantivo cualquiera y un verbo cualquiera. Para demostrar que es una táctica infalible, el escritor estadounidense hizo una lista de ejemplos: Jane transmite, las piedras explotan, las montañas flotan. Son perfectas. En cuanto se enrevesa, en cuanto se le añaden florituras, la frase corre peligro. Pasa lo mismo en el fútbol. Un complemento circunstancial es un recorte. Una subordinada es un córner en corto. El punto y coma son los tatuajes: todos los usan pero nadie sabe muy bien para qué sirven.
Marco Verratti remite a la sencillez con su juego. Si fuera escritor, tendría una bolsa de 20 o 30 palabras. Solo escribiría sujetos y predicados. Verratti pasa. Verratti roba. Verratti recupera. Verratti distribuye. Verratti presiona. Su estilo, que huye de lo rococó, no necesita adjetivos, justo lo que necesitamos para hablar de él. Seguramente la mejor forma de explicar lo que consigue Verratti sea decir algo parecido a lo que dijo Josep Pla cuando le preguntaron por la mejor frase de la historia de la literatura. El escritor catalán respondió: “La puerta es verde”.
Le pueden encargar varias misiones: mediapunta elegido para dar el último pase, pivote para destruir el juego rival o interior, su especialidad para ser la primera piedra en la creación
Esta noche buscará hacer las cosas sencillas en un campo complicado. En la ida contra el Real Madrid, el italiano se adueñó del centro del campo contra Casemiro, Modric y Kroos, que es como hacer submarinismo al lado de tiburones blancos. Los focos se los llevó Mbappé, lógico. Pero también es difícil no salirse del guion. Tocar de primeras, organizar la presión, robar la pelota. Verratti es el director de orquesta que todo equipo necesita, hasta uno repleto de solistas. “Es uno de los mejores centrocampistas con los que he jugado, junto a Xavi e Iniesta”, dijo al terminar el partido Neymar, uno de los tres tenores.
Verratti, además, sabe ponerse todos los trajes. Le sienta igual de bien un esmoquin con corbata fina que un chándal con riñonera. No parece intruso ni un viernes de fiesta ni un domingo con los suegros. Le pueden encargar varias misiones: mediapunta elegido para dar el último pase, pivote emplazado para destruir el juego rival o interior, su especialidad para ser la primera piedra en la creación. Es gente que da gusto tener al lado, compañeros de trabajo que hacen fácil lo difícil: te ayuda cuando estás hasta arriba de curro, compra leche cuando se termina en la redacción, te deja papel para liarse un cigarro. Es, siguiendo con los escritores, como un relato de Raymond Carver. Él lo hace sencillo y la fantasía que la pongan los demás.
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Fotografía de Imago.