PUBLICIDAD

Qué ganas de volver a verte, Lyon

El FC Barcelona y el Olympique de Lyon se enfrentan por tercera vez en una final de Champions. ¿Qué siente el equipo azulgrana al saber que lo ha ganado todo, excepto al equipo francés?

lyon

La vida está llena de reencuentros. Esa reunión forzada con alguien que nunca te ha caído bien. Ese viaje para visitar a tu amigo que llevas meses planeando. Un encuentro fortuito por la calle que acaba siendo un intercambio rápido de frases prefabricadas antes de continuar cada uno por su camino. La vuelta a casa de tus padres. El nuestro, sin embargo, no es ninguno de estos. El nuestro era tan solo una cuestión de tiempo, porque nos merecíamos volver a vernos. Tú, por tu largo reinado, tus títulos, tu historia. Porque has alzado ocho Ligas de Campeonas y un año más estás en la final. Nosotras, porque lo hemos ganado todo. Todo, excepto a ti.

Te vimos en Budapest hace cinco años. Más bien, te visitamos. Era tu cuarta final de Champions consecutiva y Budapest no era Budapest, era tu casa. Te la conocías a la perfección. Sabías qué había detrás de cada puerta, en cada esquina y en cada cajón. Dónde estaban guardados los cuchillos y dónde tenías expuestos tus cinco títulos europeos. Nosotras la pisábamos por primera vez, jóvenes e inexpertas. Era una trampa, y en realidad lo intuíamos, pero caímos en ella con brillo en los ojos y el miedo bien lejos.

 

“Nos merecíamos volver a vernos. Tú, por tu largo reinado, tus títulos, tu historia. Porque has alzado ocho Ligas de Campeonas y un año más estás en la final. Nosotras, porque lo hemos ganado todo. Todo, excepto a ti”

 

Esa temporada no perdiste un solo partido, tampoco aquel. Cuatro goles en media hora no nos permitieron ni siquiera disfrutar de nuestra primera final, y al descanso rezábamos porque no fueran diez. Nos arrollaste con tu experiencia y tu potencia, aunque nos aferramos al orgullo y a la convicción de que valía la pena intentarlo hasta el final. Si no para hoy, para el futuro. El gol de Oshoala en el 89’ fue nuestra manera de prometerte que volveríamos a vernos.

Budapest fue una roca en el camino que acabó enseñándonos a escalar. Ganamos ligas, copas y supercopas goleando casi semanalmente. Llegaron jugadoras nuevas, de calibre mundial. Ya no éramos novatas. En 2021 volvimos a la gran final y esta vez nos tocó a nosotras reventar el marcador en 45 minutos. Ganamos la ansiada primera Champions, y qué sensación tan satisfactoria. Pero fue sin ti. Y, sin ti, no es lo mismo.

Te volvimos a ver en Turín hace dos años. En Budapest fuimos 1.200 hinchas, pero a Italia llegamos en tromba. 15.000 azulgranas en un desplazamiento sin precedentes en el fútbol femenino, y desde el mediodía la ciudad parecía Les Corts en un día de partido. ¿Cómo no íbamos a ganar? Era nuestra Champions perfecta, habíamos llenado el Camp Nou hasta batir récords de asistencia, salíamos en todos los periódicos, dejaríamos atrás Budapest. Creíamos que podíamos, que asaltábamos tu casa. Pero nos perseguía tu fantasma, y Turín acabó siendo peor.

 

“Sabemos que el fútbol no siempre entiende de perfecciones, esa lección la hemos aprendido, pero no hay nada que pueda minar la expectativa enorme de lograr algo inédito”

 

Nos olvidamos de nuestro juego y se repitió la historia de la manera más cruel. Tres goles en 30 minutos. En tres años solo habíamos logrado que nos marcases uno menos. Un tanto de Alexia nos recordó que no estábamos muertas y, aún hoy, hay noches en las que sueño con el sonido del disparo de Patri Guijarro impactando en el larguero. Me gusta pensar que, de haber entrado ese balón, te podríamos haber sorprendido. Da igual, no entró. Aun así, seguro que ni una sola de esas 15.000 personas se arrepintió de nada. En todo caso, emprendimos el viaje a casa con ganas de volver a verte.

De nuevo en Barcelona, seguimos goleando. Alexia ganó su segundo Balón de Oro, Aitana su primero, y nos plantamos en otra final europea. Supimos remontarla tras encajar dos tantos en 37 minutos, gracias al mismo orgullo que ya sentíamos en Budapest y en Turín, pero esta vez nos ayudó la técnica, la fuerza y la convicción absoluta de que no se nos podía escapar. No hubo fantasmas. Tampoco estabas tú. Y sin ti, ya te lo he dicho, no es lo mismo.

Por suerte, nos reencontramos una vez más. En Bilbao seremos 40.000 con ganas de ahuyentar las pesadillas al tercer intento, cerca de casa. Sería perfecto. Sabemos que el fútbol no siempre entiende de perfecciones, esa lección la hemos aprendido, pero no hay nada que pueda minar la expectativa enorme de lograr algo inédito. Es una sensación extraña, porque desearías haberlo hecho antes. Que aquel disparo al larguero hubiera volado unos centímetros más bajo. Sin embargo, te alegras de que aún te quede algo nuevo por vivir: un lugar por descubrir, una emoción que nunca habías experimentado. Cuando haya ocurrido, podrás recordarlo toda la vida, pero jamás se repetirá la primera vez. La primera vez que te ganemos. Y si no, seguro que nos reencontraremos pronto. Nunca estamos lejos, y aún quedará algo nuevo por vivir. Qué ganas de verte.

 


SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA


Fotografía de Getty Images.