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Adrian Doherty, like a Rolling Stone

El norirlandés fue una de las joyas del Manchester United y el mayor talento de la Class of 92, pero una lesión a unos pocos días de debutar acabó con su carrera


Esta serie de artículos, ‘Pies de Bartleby’, pretende buscar un lugar cálido en el que habitan suspendidas las jugadas que nunca existieron, rastrear la historia de los futbolistas que, como el Bartleby de Herman Melville, prefirieron no hacerlo.


 

Sir Alex Ferguson ha convocado a todo el mundo para el desayuno. Conocedores del temperamento del mánager escocés, todos los jugadores están acicalados, vestidos y desayunando antes de la hora. Todos menos uno. Adrian Doherty, canterano de los ‘Red Devils‘, entra el último en el comedor, aún en pijama, y se sienta a desayunar. Sus compañeros observan atónitos, también Fergie. No solo por este acto tan propio de su personalidad, sino también por el fútbol que guardaba dentro. Para el entrenador, Adrian era claramente el mejor jugador de su generación. Aquella que posteriormente se bautizó como la Class of 92.

Para entender al Doherty futbolista hay que conocer primero a la persona, si es que algo tan complejo es posible. Tenía un aura de Bob Dylan. Incluso en la faceta de compositor, ya que trató de escribir sus canciones, las cuales chapurreaba acompañado de su guitarra. Pero, más allá de lo musical, algunas de las letras del cantante coinciden con el espíritu del norirlandés.

FOREVER YOUNG

“May your feet always be swift. May you have a strong foundation when the winds of changes shift. May your heart always be joyful. May your song always be sung and may you stay forever Young”.

Adrian Doherty llegó al Manchester United con 14 años. Y en muy poco tiempo entró en dinámica del primer equipo. Con 16 años fue convocado por primera vez. No se veía algo así en Old Trafford desde Duncan Edwards. Era un chico tímido, pero jugaba con rebeldía. Contaba con una gran habilidad con el balón y la compaginaba con una velocidad casi supersónica. En otras palabras: era prácticamente imparable.

Se esperaba de él que tuviera el impacto de George Best en un equipo al que la afición exigía unos resultados que no terminaran de llegar. Sus excompañeros relatan su talento como algo mágico. Tanto, que Gary Neville tuvo la osadía de hacer una comparación de esas que suelen ser odiosas, aunque él la hizo completamente en serio: “No he visto nunca nada como él. Tenía la habilidad de Messi”.

Aunque, lamentablemente, la suerte – o el destino – suele tener otros planes. Tan solo unos días antes de debutar, se lesionó de la rodilla. No obstante, no parecía que tuviera mucha importancia. Ya llegará el estreno, pensaron sus compañeros y aficionados. 

 

Sus excompañeros de la ‘Class of 92’ relatan su talento como algo mágico. “No he visto nunca nada como él. Tenía la habilidad de Messi”, dijo Gary Neville

 

BLOWIN IN THE WIND

“How many seas must a white dove sail before she sleeps in the sand? […] how many times must a man look up before he can see the sky? […] The answer, my friend, is blowin’ in the wind”.

El diagnóstico: un esguince de rodilla. Nada preocupante para un jugador joven y con recorrido. Pronto estaría en plena forma. Regresó para un torneo juvenil entre las mejores canteras de Europa, el Blue Stars, en el que jugó cuatro partidos enteros. De ahí, volvió con el primer equipo para un doble amistoso. No llegó al segundo. En el primero de ellos volvió a resentirse de la misma rodilla.  Pasaba el tiempo y no mejoraba, fue entonces cuando se le hicieron más pruebas. Y, efectivamente, no era solo un esguince. Tenía roto el ligamento cruzado. Más tarde se descubrió que también el menisco. Con todo, la operación no se contemplaba.

Comenzó un proceso de recuperación interminable. Siempre solo. Siempre al margen. Siempre lejos de mejorar. Casi un año después de su lesión, volvió a jugar. Pero de aquel jugador que fue ya no quedaba nada. Quienes estuvieron allí, afirmaron que ni siquiera su forma de correr era la misma. Finalmente, más de un año después de romperse los ligamentos, se procedió a la operación y a una nueva rehabilitación.

Cuando se reincorporó a la plantilla, su mejor versión seguía siendo una quimera, pero también quedaba muy lejana una buena versión a secas. Además, no terminaba de sentirse cómodo con la rodilla. Igualmente, poco a poco parecía que su fútbol comenzaba a mejorar, que el norirlandés, aunque seguía sin encontrarse, comenzaba a mejorar sensaciones. Fue cuando el Manchester United decidió no renovarle.

 

En el 2000, quienes fueron sus compañeros del United celebraban una Copa de Europa. Adrian, en cambio, se mudó a Ámsterdam para trabajar en una empresa de muebles

 

LIKE A ROLLING STONE

“How does it feel to be without a home? Like a complete unknown, like a rolling stone”.

Adrian regresó a Irlanda del Norte y comenzó a jugar con el Derry City. No duró mucho. Tan solo jugó tres partidos. Le comunicó a su entrenador que quería dejar el fútbol porque ya no lo disfrutaba tanto, su rodilla le seguía dando problemas y además quería centrarse en su otra gran pasión (en la cual no tuvo ningún éxito): la música. Tan bohemio como siempre, pero con la ilusión perdida.

En el 2000, quienes fueron sus compañeros del United celebraban una Copa de Europa. Adrian, en cambio, se mudó a Ámsterdam para trabajar en una empresa de muebles. Esa decisión fue una de las últimas de su vida. En sus primeros días en Holanda, Adrian Doherty se cayó al canal y estuvo en coma un mes. El 9 de junio, un día antes de cumplir los 27, falleció.

Del Doherty futbolista ya solo quedaron los ecos. Unas líneas dedicadas a él en el Daily Mirror tras su muerte y las palabras de Alex Ferguson: “Cada día, veo aquella jugada. El momento exacto en el que Adrian se rompió el ligamento cruzado”. Así fue la lamentable historia de un prodigio. Siempre joven, paciente y a la escucha del silbido del viento. Una estrella que prefirió ser una roca rodando cuesta abajo.