Kirian Rodríguez padeció un cáncer que le obligó a parar casi todo el curso pasado. Pero nunca dejó de apuntar alto, sin miedo, para superar la enfermedad y triunfar en la élite con la UD Las Palmas.
El fútbol puede convertirse en un bálsamo de esperanza que, en momentos difíciles, te ayuda a ver la luz al final del túnel. Transcurrido el ecuador de LALIGA EA SPORTS, la UD Las Palmas se ha convertido en una de las grandes revelaciones del campeonato. Y uno de sus máximos responsables es el capitán, Kirian Rodríguez, el faro de los amarillos dentro del campo.
Pero este tipo de historias no siempre son un camino de rosas. A veces se presentan obstáculos que hay que sortear, para volver más fuerte. En el verano de 2022, el de Candelaria, en Tenerife, tuvo que hacer un parón por culpa de un linfoma de Hodgkin. “Me sentía mal, no estaba cómodo. Tras hacer varias pruebas médicas con el club, vieron que algunos valores no estaban bien. Encontraron un ganglio, que era un linfoma”, recuerda Kirian a Panenka. Pese a la gravedad del diagnóstico, siempre afrontó la situación sabiendo que cuanto antes pudiera tratarse, antes podría superarlo. “Mi actitud desde el principio fue positiva, me mentalicé de que iba a poder con él”, añade.
“Me sentía mal, no estaba cómodo. Tras hacer varias pruebas médicas, vieron que algunos valores no estaban bien. Encontraron un ganglio, que era un linfoma”, recuerda Kirian
La recuperación fue un proceso tanto físico como mental. Se apoyó mucho en libros de autoayuda que sus amigos le regalaban: “Me veía reflejado en ellos”. La parte más complicada llegaba tras las sesiones de quimioterapia , “donde solía tener pinchazos, era un momento de bajón”. El canario debía esperar once días para retomar sus entrenamientos personales, donde se esforzaba al máximo para recuperarse del tratamiento. Lo hizo con el mismo espíritu con el que compite sobre el césped, apuntando alto, sin miedo. Tras la última sesión, el 17 de noviembre de 2022, y su posterior descanso, las puertas del fútbol volvieron a abrirse para Kirian, que pudo volver a entrenar sin tener que preocuparse de los parones. “El paso más importante fue volver a verme con mis compañeros entrenando en el campo; volvía a mi rutina, a mi vida”, señala.
A mediados de enero, Kirian recibió el alta médica y volvió totalmente a la dinámica de competición del grupo. Pese a que en los primeros meses todavía se sentía débil, reconoce que fueron más sencillos: “Me tomaba todos los entrenos con la alegría de volver a la rutina”. Con la llegada de la parte decisiva de la competición, las cosas cambiaron. “La cabeza ya me apretaba un poco más, porque quería competir y me sentía con mucho más ritmo”, reconoce. Dudó de si conseguiría recuperar su nivel de forma. Tuvo que escuchar a gente que le decía que no volvería a ser el mismo.
Al descanso, García Pimienta le preguntó si se veía con fuerzas para seguir. Kirian no dudó. “Si no pudo conmigo un cáncer, 45 minutos más no van a hacerlo”
A pesar de esto, Kirian continuó con la misma actitud positiva. El premio a su esfuerzo llegó a falta de cinco jornadas para el final de LALIGA HYPERMOTION, el 30 de abril, en La Romareda. Saltó al campo en el minuto 72. “Fue un momento frío por la tensión del ascenso y porque íbamos perdiendo. Entré con el pensamiento de hacerlo bien, ser muy preciso. No pensé que llevaba un año sin jugar”, admite. Las siguientes cuatro jornadas Kirian disputó casi la totalidad de los minutos. Al descanso del primero de estos encuentros, su técnico, García Pimienta, le preguntó si se veía con fuerzas para seguir. Kirian no dudó. “Si no pudo conmigo un cáncer, 45 minutos más no van a hacerlo”, le dijo.
En la última jornada, ante el Deportivo Alavés, Kirian volvió a ser titular. Buscaba el final feliz en un año en el que tuvo ante sí su mayor reto. Aquel empate le dio a la UD Las Palmas el ansiado ascenso. “Cerré la etapa de la enfermedad. Fue como escribir el final de un libro. Volvía a sentirme futbolista. Fue clave por todo: la ciudad, el año, el grupo, todos los que me habían arropado y apoyado… Devolver ese cariño en el campo fue el momento más bonito de todos”, concluye, determinado a seguir apuntando alto. Sin miedo.
Texto de Ignacio Gesteira / Ilustración de Xavier Mula