Luis Díaz le concede al germano otra nueva oportunidad, siete años después, de seguir viendo al Liverpool como un conjunto que ensambla enormes jugadores con una idea exigente.
Lejos quedan los despampanantes carteles veraniegos del Chelsea con Lukaku, del City con Grealish o del United con Cristiano Ronaldo. Ninguno come en la mesa de Salah.
Dice la manida frase que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. También nos cuesta imaginar un fútbol conquistado por la sorpresa.