Cristiano Ronaldo ha decidido autoexiliarse en Oriente Medio para probarle al mundo que, si bien ya se ha jubilado de la alta competencia, sigue vigente como fenómeno social y cultural.
Ver a Cristiano en chándal es recibir una lección impresionante: el mundo es un lugar finito y algún día se acabará para nosotros o, lo que es más gordo, se acabará también para Cristiano.