Con la pasión por el fútbol pasa lo mismo que con el amor, la rabia o la tristeza: hace tanto tiempo que están ahí que no sabrías precisar cómo surgieron, cuándo empezaron.
Messi es peor que un tatuaje, porque lo suyo sí que va en serio: ni soltando toda la pasta del mundo vas a poder quitártelo de encima. No lo elegiste, pasó, y ahora ya no eres capaz de contar quién eres sin pensar en él.
Si a Quaresma lo sentamos en nuestro altar, sin duda, fue por esos golpeos con el exterior que duraban un segundo en la tele pero que se quedaban dando vueltas en tu cabeza durante siglos.
Ser aficionado al fútbol, algunas veces, está tan fuera de lugar como descorchar una botella de champán en un velatorio. Es vivir en un constante y complicado equilibrio.
Una historia original, un equipo inimitable, unas risas necesarias. Charlamos con Nacho González, el autor del primer libro que hemos publicado con La Media Inglesa: 'Nómada United'.
Rooney se retiró y cometió el peor de los pecados: ganar peso. Podemos reírnos de alguien por su torpeza o por su vestimenta, pero nada supera la tentación de burlarnos de alguien por su aspecto físico.