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Diez chispazos de pasión

Copa de la UEFA y Sevilla. Sevilla y Europa League. Mérito sureño, admiración continental. Abran bien los ojos. Esta es la historia del idilio que nunca acaba

Europa y Sevilla. El idilio que nunca acaba.

Dicen los más retorcidos que si entrada la medianoche te plantas delante del espejo del lavabo, abres en tu tableta electrónica la página de wikipedia del Sevilla Fútbol Club, y repites diez veces seguidas la palabra Europa, algo tremebundo y excitante, apocalíptico y bravucón, se manifiesta ante tus narices. Sea lo que sea esa cosa, cuentan que araña como ‘Drago’, que brinca como Navas, que reza como Bacca, que besa como Rakitic, que grita como Coke, que huele a Chevantón. Pruébenlo y nos pasan el parte. Mientras se arman de valor, les dejamos por aquí un recordatorio de esos instantes gloriosos que nos llevan a creer, tanto a los paranoicos como a los más cuerdos, que entre Sevilla y su contienente existe algo más que un simple pacto geográfico.

DESDE EL PRINCIPIO (1957)

Esta historia comienza el 19 de septiembre de 1957, con el primer partido del Sevilla en el plano continental. Fue en la Copa de Europa, sí, un escalón que a los andaluces no les trae tan buenos aromas; pero esa misma circunstancia, con el tiempo, acabaría siendo un mal menor. El debut, por lo menos, fue épico. Y eso al Sevilla ya no se lo quita nadie. Ese equipo en el que se juntaban, entre otros, paladines ilustres como Arza, Busto o Campanal, le quitó el precinto a la mística europea goleando por 3-1 al Benfica. Sí, sí, el mismo club alado que, pocos cursos más tarde, levantaría el trofeo en dos ediciones consecutivas. Da igual lo que digan los expedientes actuales. Da igual que a los de Nervión se les haya echado de menos compitiendo en la platea más alta. Lo que sí consta, y sí importa, es que el Sevilla estuvo ahí desde el principio (debutó ya en la segunda celebración histórica de la futura Liga de Campeones), desde el momento en que todo el mundo empezó a darse cuenta que las veladas europeas te aportaban un gozo superior a las batallas domésticas de cada fin de semana.

TODAS LOS NOVELAS EMPIEZAN POR ALGÚN SITIO (1995-1996)

Es cierto que asociamos la épica sevillista en Europa a capítulos más bien recientes. Por cómo se han ido apiñando los recuerdos en las últimas campañas, probablemente. Pero eso no quiere decir que el Sevilla plantara los pies en el siglo XXI sin instantáneas memorables en los bolsillos. Había menos de las que hay ahora, desde luego. Pero el contador supremo de la Macarena no estaba a cero. En la temporada 1995-96, el Sevilla necesitó una prórroga para eliminar al Olympiakos en la segunda ronda de la Copa de la UEFA. Tras vencer 1-0 a los griegos en casa, al acabar los 90 minutos del duelo de vuelta el cruce volvía estar igualado. Y por ahí apareció Davor Suker, en el minuto 110, dispuesto a escribir la primera frase de un nuevo relato. Esa falta en el borde del área, ese envío que pareció empujar el Milagro, esa celebración alocada y enérgica del croata, ese suspiro de alivio en el último momento, marcarían una senda para el futuro. Al Sevilla le costaría bastante reencontrarla. Pero cuando la tomó de nuevo, ya no la soltaría. Y así está todavía el Guadalquivir. Agitándose cada dos por tres por una nueva epopeya. Soñando despierto.

LO QUE VALE EL DOBLE (2005-06)

Ya no está, pero estuvo siempre y seguirá estando. Ya no está en la ficha técnica de los árbitros, quiero decir; ya no aparece en los mejores resúmenes de la jornada, ya no se besa el escudo por fuera. Ahora lo hace por dentro. Y eso no es que siga contando: es que vale el puñetero doble. Antonio Puerta fue Europa incluso antes que el Sevilla lo fuera. No puso la primera piedra. Puso la más preciosa. 27 de abril de 2006. Aparición por el área, lengua afuera, ojos al frente y disparo cruzado. El Gol Puerta. El único tanto del mundo que tiene nombre compuesto. El Sevilla tumbó al Schalke 04 en una prórroga bélica, consiguió el billete para la primera final europea de su historia y detonó un idilio al que todavía se le desconoce el freno. Puerta es eso. La causa. El porqué. La explicación más racional (se ubica en el tiempo) que se puede encontrar a todo lo que está pasando entre el Sevilla y su torneo fetiche.

ESTO ES GANAR (2005-06)

Sevilla 2006
Andrés Palop, Daniel Alves, Javi Navarro, Julien Escudé, David Castedo, Jesús Navas, Pep Lluís Martí, Vincenzo Maresca, Adriano Correia, Luis Fabiano, Javier Saviola, Frédéric Kanouté, Renato Dirnei, Antonio Puerta y Juande Ramos. Alguien tenía que hacerlo. Y fueron ellos. Alguien tenía que exponerse al riesgo. Y lo asumieron ellos. No se trataba de sufrir. A eso el Sevilla ya estaba más que acostumbrado. Se trataba de ganar, de descubrir qué coño era eso de ganar. Europa empezó en sus pies y acabó en sus manos. La final en Eindhoven fue un aprendizaje más que necesario para todo lo que ha seguido a esa noche. Los andaluces aplastaron al Middlesbrough (0-4) y rebanaron por primera vez el aire europeo con el puño.

LA CONSAGRACIÓN (2006-07)

Como no tuvo suficiente con conquistar media Europa, el Sevilla la conquistó entera. El 25 de agosto de 2006, el conjunto hispalense siguió escribiendo su historia sin creer en fábulas de gigantes. Maniató y avasalló al mejor Barça de Rijkaard con una exhibición de poderío futbolístico, llegada y goles. Tres, concretamente, pero pudieron ser más. La zurda de diamantes, en su penúltima gran noche europea, jugó ocho minutos, provocó un penalti y dejó una jugada maradoniana para la historia. Esa noche, nadie podía discutir a un sevillista cuál era el mejor equipo del mundo, al menos, para ellos.

EL MILAGRO (2006-07)

Corría el minuto 93:19 y las ilusiones sevillistas morían gélidamente en el este de Ucrania. El ardor brasileño del Shakhtar consiguió hacer frente al campeón en más de 180 minutos y ya saboreaba las mieles de los cuartos de final. Agrio sabor. Llegó el córner de todos, el córner del sevillismo. Alves levantó la cabeza, ejecutó con su endiablada diestra y allí remató, con precisión clínica y desmedido ímpetu un hombre vestido de negro. Nadie esperó ver a Andrés Palop hacer aquello, pero lo hizo. Héroe inesperado, héroe eterno.

LA SEGUNDA (2006-07)

Sueños de grandeza, ilusiones de cuna, llantos de felicidad, plegarias hechas realidad, sentimiento de orgullo infinito. Los penaltis, Palop, la maldición perica, lluvia, Escocia, Glasgow, Hampden Park. La última gran noche de la zurda, de Antonio, no sin antes glorificar desde los once metros. La segunda del Sevilla; la segunda consecutiva. Su competición. Invencibles.

2007 (May 16) Sevilla (Spain) 2-RCD Espanyol… por sp1873

EL MILAGRO II (2013-14)

Alguien dijo alguna vez que el Sevilla nunca cae eliminado cuando pasa de octavos de final de Copa de la UEFA. Alguien lo debió recordar en la elevada grada visitante de Mestalla en el minuto 94 del partido de vuelta de semifinales que enfrentó al Sevilla con el club ‘ché’. Maldición. ¿Cómo pudo haber remontado el Valencia después de todo? Al borde del histerismo tétrico, apareció un nuevo héroe. Con aires de Palop en Donetsk, Stephane M’Bia se hizo grande, gigante, enorme, para remachar la prolongación de Federico Fazio tras un saque de banda. El Sevilla, a su tercera final. La racha continúa.
https://www.youtube.com/watch?v=bH3GywRfcrk

ESTABA ESCRITO (2013-14)

Nada podemos hacer los mortales cuando habla el destino. Aquella tarde primaveral en Turín, abrió la boca para recordar que Béla Guttmann  maldijo al Benfica en los años 50 y que el Sevilla andaba tocado por una varita mágica desde mayo de 2006. Que el fútbol poco tenía que decir aquella noche porque, de hecho, ni apareció. Sin goles en 90′, sin goles en 120′, el destino se personificó en el cuerpo de Kévin Gameiro para ajusticiar desde el punto de penalti y mantener el statu quo dominante. La tercera.

IMPLACABLE CAMPEÓN (2014-15)

Posiblemente fuera el rival más inferior al que se ha enfrentado el Sevilla en una final de UEFA, pudieron pensar algunos, pero el Dnipro consiguió lo que nadie había hecho en las otras tres: adelantarse en el marcador. Situación nueva e inesperada para un Sevilla que se veía campeón antes de jugar. De entre las sombras, se erigió Carlos Bacca para agarrarse con más fuerza que ninguno a la copa. Para agarrarla, besarla y no soltarla. Quiso la Europa League más que nadie y se hizo notar: doblete prodigioso para darle la vuelta al marcador que ni el Dnipro con su posterior empate pudo acabar frenando. Nadie en la historia la ha ganado más veces que el Sevilla.