Cuando eche a rodar el balón en el partido inaugural de Rusia’18 y empiece así la andadura de Arabia Saudí en el torneo, todavía no habrá pasado un año desde la llegada del hispano argentino Juan Antonio Pizzi al banquillo de las águilas verdes. Unos meses en los que extécnico, entre otros, del Valencia y la selección de Chile, está intentando cambiar la cara al conjunto, tanto en lo que a novedades en sus listas se refiere como en el juego a implantar.
Con un equipo limitado, formado casi íntegramente por jugadores de la liga local -con la excepción de futbolistas como Salem Al-Dawsari, Yhya Al-Shehri o Fahad Al-Muwallad, que por motivos comerciales han estado entrenando en equipos de la La Liga durante los últimos meses-, la propuesta de Pizzi en los amistosos de preparación ha sorprendido en el país árabe. Como en la derrota por 4-0 ante Bélgica de finales de marzo, en la que el portal de noticias Arab News aseguró haber visto a un equipo “con confianza con la pelota, moviéndola rápidamente (…) y manteniendo impresionantemente la posesión en algunos tramos”.
Aun así, la gran prueba para los chicos de Pizzi será la fase final en Rusia, en un grupo cargado de incógnitas que comparte, además de con la anfitriona, con Uruguay y Egipto. De salir con vida de la primera fase, repetiría su mejor participación en un Mundial, aquellos octavos de EE.UU.’94 en los que cayó contra Suecia. Por el momento, ha cumplido el objetivo primordial: poner fin a una sequía de dos Mundiales sin comparecer.