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Yo vi jugar a Pedro Porro en Bellvitge

El flamante fichaje invernal del Tottenham derribó la puerta del fútbol profesional muy temprano y no ha parado de crecer

Era una tarde de domingo en el que el plan estaba claro. Fútbol. 18:00h. La hora perfecta para encarar la recta final del fin de semana. Aun quedaban restos de la infernal temperatura veraniega. Septiembre ya no es aquel mes en el que la noche, a veces, viene acompañada de una cazadora. El sol se diluía por el oeste, dejando paso a la brisa que aliviaba el calor desapacible sobre las pieles. El destino era el Municipal de la Feixa Llarga. Casa de la UD Bellvitge. Un club modesto de Hospitalet  que por segundo año consecutivo jugaba en el grupo III de la División de Honor juvenil. Los 14 goles de Adrián Balboa, que le sirvieron para ser el máximo artillero la temporada anterior y fichar por el Leeds United en la siguiente, ayudaron a mantener la categoría. Las cosas no habían comenzado bien para ellos en la 17-18. Un punto de nueve posibles. Y recibían al Girona, con pleno en el casillero. Pero nunca sabes cuándo puede nacer una nueva figura. Buscábamos un nuevo Balboa. Porque es lo que tiene el fútbol formativo. Cuando te das cuenta, saltan de la cancha de barrio a la pantalla. Poder comentar en la barra de un bar, mientras te tomas una cerveza o un whisky -para los más valientes-,  observando la tele: “Yo vi jugar a éste en juveniles”. No tiene precio. De niño me encantaba escuchar la historia que mi abuelo me contaba sobre Leo Messi. “Lo vi muchas veces en el campo de la Damm, y había uno que era mejor. No sé dónde estará”. Recuerdo con nostalgia esas palabras. La misma con la que visualizo el campo de tierra que ya ni siquiera existe.

Pero nosotros nos conformábamos con mucho menos. Quizás fuese una excusa con la que ir a ver un partido tras otro. Una sensación extraña. Similar a la de un laberinto en el que sabes dónde está la salida pero algo te impide alcanzarla. Te lo pasas bien en esa espiral. Bendita juventud. Sin obligaciones. Pero aquel día no vimos el factor diferencial. No lo supimos apreciar. Nuestro radar todavía estaba de vacaciones. El Bellvitge estuvo cerca de rascar un punto, pero en los minutos finales, un tal Pedro, extremo derecho, marcó de falta. 1-2 y 12 puntos para el juvenil girondense, que con esa victoria se ponía líder en solitario. Al final de aquella temporada, el Girona acabó cuarto y el Bellvitge descendió.

 

 

Al año siguiente, nuestra costumbre no cambió. Pero era el momento de hacer memoria. El Girona debutaba en liga en su segunda campaña consecutiva en Primera. Agosto de 2018. Y de titular, ¿saben quién? Pedro. De Don Benito. Porque por aquel entonces, todavía no era tan importante como para añadir el apellido distintivo a la hora de nombrarle. 18 años, pero la juventud no era un impedimento. De hecho, Eusebio Sacristán, técnico del Girona ese año, el día antes de alinearlo como titular, dijo: “Ha demostrado rendimiento futbolístico y personalidad. A pesar de su juventud no tiene ninguna inseguridad sino todo lo contrario, mucha confianza”.15 goles y 30 asistencias con el juvenil. Tres goles con el Peralada – Girona B en 2ªB en 200 minutos. Méritos suficientes para tener una oportunidad con el primer equipo. Maldita sea. ¿Cómo no habíamos podido ver eso?

Pedro cumplió. Tanto, que al día siguiente el Girona decidió renovarle y ascender su cláusula de cinco a 20 millones. Ya era merecedor de agregarle el apellido. Además, uno de esos que deja huella. Que no se olvida fácilmente. Y más en España. Lugar de broma fácil. El joven donbenitense ya estaba preparado. Se convirtió en Pedro Porro. 32 encuentros en Primera División. Dos más en copa. Y otra renovación. El club catalán estaba obligado si el extremo, reconvertido a lateral, disputaba diez partidos. La cláusula ascendió a 50.

El Manchester City decidió ficharle. 12 kilos. Nada mal para un tipo que apuntaba muy arriba. Su cesión al Valladolid no fue gran cosa. Su ascenso se estancó. Pero el Sporting de Lisboa decidió apostar por el joven extremeño. Aún le quedaba mucha carrera. Y el tiempo demostró que los portugueses no se equivocaron. Jugador vital para el título de liga y la copa de los lusos. Tanto que ejercieron la opción de compra por 8,5 millones. Un paso invisible por los ‘citizens’. Ni llegó a debutar. El propio jugador afirmó que Guardiola desconocía que el Sporting CP le había fichado. Invisible también fue en España. Que al margen de su convocatoria con la selección previa a la Eurocopa -que truncó una lesión-, y temas extradeportivos, no parecía interesar. Pero Pedro sigue ahí. De hecho nunca se fue. Y está más vivo que nunca. El Tottenham acaba de pagar una buena morterada por él. Con 23 años, el cambio de aires a la Premier League puede servir para que la afición española vuelva a ponerle el foco encima. Con una mirada ilusionaste, igual que la que tendré yo en el bar, con el codo apoyado sobre la barra húmeda, botellín en mano, sonrisa con sorna y mirada por encima del hombro, mientras digo: “Ese lo vi yo jugar en el campo del Bellvitge”.

 


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Fotografía del Instagram de Pedro Porro.