Como Tony Soprano, antaño imbatible, acude a la psicóloga para salvar su genio a la deriva, un puñado de equipos de las grandes ligas del viejo continente se agarran hoy a la Europa League como si fuera la única tabla de salvación posible. Están dañados en su orgullo, perdidos en la niebla, aturdidos de tanto golpe. Acumulan deslices ligueros, la Champions se les ha quedado grande y a sus aficionados empiezan a carcomerles las dudas. Pero Valencia, Sevilla, Manchester United y Bayer Leverkusen tratan de convencerse de que no han dicho la última palabra. Se asoma la segunda parte del calendario de un curso que se está haciendo largo para algunos: toca ahuyentar la jaqueca tirando de jueves.
Valencia CF
Se acerca el mes de enero y Mestalla quema. No se trata de una fogata cálida, crepitante, de esas que agradeces que te calienten los dedos de los pies mientras te lees la última novela reeditada de Raymond Chandler. Hablamos más bien de un ardor intenso y sofocante, de los que no dan tregua y amenazan con avivarse a cada nuevo tropiezo registrado. El Valencia es octavo en Liga, lo que a estas alturas es quizás la única buena noticia del curso. Los problemas de los ‘che’ son de otra naturaleza, menos matemática y más apegada a los cimientos de la planificación deportiva. Las paredes del proyecto de Peter Lim caen al mínimo soplo de viento, Nuno Espíritu Santo incluido, y el equipo de la capital del Turia acumula varios meses dando tumbos agonizantes, como una cría de perro malherida, sin tener un once tipo definido, añorando futbolistas que den un paso al frente y descubriendo un nuevo agujero en el barco a cada jornada que pasa. Que el portero (Jaume) sea la nota más positiva al terminar todos los encuentros no puede ser más que un síntoma preocupante. A Gary Neville, sospechas institucionales aparte, hay que aplaudirle las agallas que ha tenido al exponerse en su estreno en los banquillos al juicio de una de las aficiones más exigentes del continente. De momento, su primer ‘bolo’ acabó en tragedia, tropezando en casa contra un Lyon que ya estaba matemáticamente fuera de combate en la Champions. Arrojados a la tercera plaza de su grupo, los murciélagos tratarán de hincarle el diente a partir de ahora a la Europa League, una competición que suele ser más piadosa con los que ya no se reconocen al mirarse en el espejo.
SEVILLA FC
Unai Emery tiene un seguro a prueba de bombas: sus conjuntos, desde siempre, aúpan su rendimiento en las segundas partes de la temporada. Esto justifica casi cualquier patinazo, siempre y cuando se dé pronto y quede margen para rectificarlo. La alarma se enciende cuando se acerca el ecuador de la campaña, como es el caso, y el equipo sigue sin responder a lógicas de juego y resultados equilibradas. El nuevo Sevilla, reinventado por enésima vez este verano, ha acusado en la Champions caer en un grupo sobrecargado de competencia, con el Manchester City y la Juventus obligados a hacer los deberes por presupuesto. Finalmente, los de Nervión han podido asegurar el tercer puesto, lo que les da derecho a reengancharse a un torneo que los ha mimado en los últimos tiempos. Por historia y gloria reciente, la Europa League sigue siendo un feudo propicio para los andaluces, incansables en su intento de acaudillar el expediente de los ganadores contemporáneos del torneo. Pero necesitarán algo más que recuerdos benévolos para ratificar sus favoritismos sobre el césped: la premisa obligatoria es que las incorporaciones se asientan completamente en la pizarra del entrenador vasco, y que la mejora de esa circunstancia ayude reenfocar el trazo irregular que el club viene dibujando en la Liga, tan capaz de arañarles puntos y vergüenzas a los dos grandes como de perder el norte ante planteles con objetivos más modestos.
MANCHESTER UNITED
La plantilla que le quedó a Louis Van Gaal en agosto, digna de ser elegida en cualquier pachanga dominguera de Pro Evolution Soccer, está a un paso de caer en el saco de las promesas podridas. Lejos del nivel que se les debería presuponer repasando jugador por jugador, los ‘red devils’ siguen perdidos en la mediocridad, tanto en las Islas como en Europa. Juego pobre, pocas luces y pinchazos continuos. La inquietud ya se ha apoderado de las gradas de Old Trafford, pese a que la Premier este año está agitada, con el sorprendente Leicester de líder y sin ningún coloso dispuesto a aprovecharse de los tropiezos del resto para poner tierra de por medio en la cúspide de la tabla. Ese vacío de autoritarismos le reserva alguna esperanza al United, que todavía está a tiempo de darle un giro de última hora a su aspecto. Para ello necesitará las mejores versiones de Rooney, Depay o Martial, apagados a medida que ha ido avanzando el calendario. Pero el optimismo escasea, sobre todo después de haberse descolgado en un grupo de Copa de Europa en el que parecía bastante favorito. A todo esto, se abre para la entidad roja la ventana de la Europa League, una competición en la que no se asomaban desde que el mejor Athletic de Bielsa les infringiera aquel correctivo todavía recordado en Bilbao.
BAYER 04 LEVERKUSEN
Se apaga por momentos la ilusión en Leverkusen. Hasta hace un año, todo pintaba bien. Demasiado bien. Encaramados al revolucionario libro de estilo de Roger Schmidt, los de la aspirina, conjunto competitivo, vertical y ambicioso, se proyectaban a largo plazo como la nueva competencia del Bayern de Múnich en la Bundesliga, aprovechándose en parte de la caída del Dortmund. Pero ahora el viento ha dejado de soplar a favor, y el Bayer 04, entre otras frustraciones, también acumula la de no ser capaz de ganar un encuentro decisivo para acceder a octavos de la Champions ante un Barcelona plagado de suplentes y canteranos. Pierden fuelle, los alemanes, a los que ya no saca del ostracismo ni el dulce estado de forma de Chicharito. La Europa League se presenta como un examen definitivo. Rondas apretadas, poco margen de error y oportunidad para enderezar el rumbo ante los ojos de todo el continente. Schmidt busca las teclas adecuadas para volverle a sacar brillo a un pelotón de futbolistas que hasta hace poco, muy poco, demostraban día sí día también sus ansias de reivindicarse.