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Kanouté y la Copa de 2007

El Getafe y el Sevilla, rivales este martes en la Copa, se midieron en la final de la temporada 2006-2007, con un gol de Kanouté para redondear un año inolvidable

Kanouté

“Y 63 partidos después, el Sevilla cerró su maratoniana temporada como la comenzó: con un título, el tercero del curso más brillante en 102 años de historia. Un tránsito sin réplica en Europa. No hay club que haya estado a la altura de este imponente Sevilla: un ciclón desde que le tocara iniciar la campaña, allá por el mes de agosto. Para un tour semejante se precisa energía, talento y motivación, tres atributos que engrandecen al conjunto de Juande Ramos, anclado ya, y sin discusión, en la cima del fútbol mundial”, remarcó José Sámano en la crónica de El País de la final de la Copa del Rey del curso 2006-2007.

El duelo por el título se disputó el 23 de junio en el Santiago Bernabéu. Juande Ramos formó con Andrés Palop; Dani Alves, Javi Navarro, Julien Escudé, Ivica Dragutinović; Jesús Navas, Christian Poulsen, Renato Dirnei (Josep Lluís Martí), Antonio Puerta (Duda); Luis Fabiano (Aleksandr Kerzhakov) y Frederic Kanouté. Bernd Schuster también armó un 4-4-2: con Luis García, suplente del ‘Pato’ Abbondanzieri en LaLiga; Cosmin Contra (Sergio Pachón), David Belenguer, Rubén Pulido, Javier Paredes; Mario Cotelo, Fabio Celestini, Javier Casquero, Nacho Pérez (Vivar Dorado); Manu del Moral (Maris Verpakovskis) y Dani Güiza. “Ganar seria fantástico.Hacer historia.  Tenemos que intentar lograr una noche mágica como la del Coliseum ante el Barcelona”, había asegurado el técnico alemán en la rueda de prensa previa al encuentro.

En las semifinales el equipo azulón había cedido en el Camp Nou por 5-2, la noche del gol maradoniano de Messi, pero en el Coliseum Alfonso Pérez avasalló al cuadro azulgrana, vestido de naranja y víctima de un 4-0 imborrable, eterno, con doblete de Güiza y goles de Casquero y Vivar Dorado. “El Getafe demolió en una noche histórica al todopoderoso Barcelona, al que hizo un roto que tardará en olvidar, sacando a la luz todas las carencias de su rival, que cada día que pasa parecen multiplicarse. El equipo de Schuster ejecutó el partido más extraordinario que recuerda su gente. Y lo hizo ante el adversario de más relumbrón que pudo encontrarse”, subrayó Óscar Sanz en la crónica de El País. Añadía: “El Getafe destrozó al Barça con un 4-0 incontestable, bestial, doloroso hasta límites insospechados, que bien pudo ser un 8-0. Porque el Barça fue un pelele en manos de un rival que confió en su fútbol, en la valiente apuesta de Schuster para crujir al Barça más perezoso y cobarde que recuerdan los tiempos”.

 

El Sevilla viajó a Madrid acompañado de 85.000 sevillistas, según As: “Las autoridades confirman el mayor desplazamiento de la historia”. Era la cuarta final del club en poco más de 13 meses

 

Antes el Getafe había derrotado al Xerez, al Valencia y al Osasuna, mientras que el Sevilla había ganado a la Gimnástica Segoviana, el Rayo Vallecano, el Betis y el Deportivo de la Coruña para plantarse en su sexta final, la primera desde 1962. Había ganado las tres primeras, en 1935, 1939 y 1948, pero aquello ya solo podían contarlo las lenguas más antiguas. El Sevilla viajó a Madrid acompañado de 85.000 sevillistas, según As: “Las autoridades confirman el mayor desplazamiento de la historia“. Era la cuarta final del club en poco más de 13 meses. El Sevilla había ganado las tres que había jugado, ante el Middlesbrough en Eindhoven (4-0) y el Espanyol en Glasgow (1-1, 3-1) en la Copa de la UEFA y ante el Barcelona en el Stade Louis II monegasco (3-0) en la Supercopa de Europa. Y también conquistaría la cuarta.

El partido nació con susto para la afición andaluza, con una ocasión más que clara de Güiza ante Palop. El portero se impuso al delantero, asistido por Cotelo y completamente solo ante la gloria. Intentó driblar a Palop, pero el valenciano le ganó la partida. “La jugada demandaba un regate largo, lo contrario de lo decidido por Güiza. Y una equivocación ante un iluminado como el meta sevillista, bendecido todo el año, puede resultar fatal”, escribió Sámano.

Güiza falló. Kanouté, “otro vértice de este soberbio Sevilla”, no: “Pulido, uno de los centrales de Schuster, se enredó como un parvulario y desde medio campo quiso ceder la pelota no se sabe muy bien a quién. Para colmo, su dislocada puntera dejó el balón pinchado a pies de Kanouté, que esprintó como un búfalo ante Belenguer y superó a Luis García con suficiencia. De Güiza a Kanouté: una Copa”. Era el minuto 11. El ’12’ hizo gala de su increíble zancada para acabar batiendo al meta con un tiro raso y certero y escalar al tercer cajón del podio de artilleros de la Copa, empatado en el bronce con Yordi y solo por detrás del azulgrana Javier Saviola (7) y el propio Güiza (6).

 

El ’12’ hizo gala de su increíble zancada para acabar batiendo al meta con un tiro raso y certero y escalar al tercer cajón del podio de artilleros de la Copa, empatado en el bronce con Yordi y solo por detrás de Saviola y Güiza

 

“En ventaja el Sevilla expuso su versión más hercúlea. El partido se enredó, se volvió arisco, se tensó de mala manera y el fútbol dio paso a un pulso culturista entre unos y otros. El conjunto de Juande Ramos tiene muchos registros. Uno de ellos es barnizarse las botas con lija si las cosas se le ponen feas. El Getafe no se arrugó y el combate se recrudeció”, argumentó Sámano. La polémica llegó al filo del entreacto, con un posible penalti de Renato sobre Del Moral. “Opinable, no indiscutible”, según la crónica de El Mundo, de Fernando Llamas. La jugada prendió la mecha y se calentó el partido, repleto de incendios y de broncas y brusquedades en el segundo tiempo. Julián Rodríguez Santiago expulsó a Kanouté justo antes del final del partido y a Contra justo después. “No fue una noche de fútbol dulce y armónico”, resumió el cronista de El Mundo tras reivindicar que “dos equipos orgullosos dieron fin a la mejor temporada de sus trayectorias. Uno, el Sevilla, con su tercer título de la estación; otro, el Getafe, con el reconocimiento Real y un pasaporte europeo que ya era un bellísimo laurel”. “El encastado Getafe anduvo a trompicones y terminó cayendo con nobleza”, acentuaba Llamas.

Ese 10 de mayo quedó en el recuerdo, de vencedores y vencidos. Escribió Sámano: “Al Getafe más glorioso que se recuerda no le alcanzó con su ejercicio de voluntarismo y el Sevilla le cerró el paso en una final nada estética, un tanto pugilística. Ganó el mejor equipo de la temporada”.

 


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Fotografía de Getty Images.