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Chipre, territorio bipolar

Recuperamos este texto de Joao F. Fazendas Vaz publicado en el Panenka #7. Chipre, un país políticamente divido pero unido en la pasión por el fútbol

Encuentro de la Marfin Laiki entre el APOEL FC y el ENP (1-0). En principio, un partido normal de una competición normal, si no fuera porque tan solo desgranando lo que ocultan las siglas de ambos contendientes ya se desprenden unas ideologías políticas notorias. APOEL: Club de Fútbol de los Griegos de Nicosia. ENP: Joven Unión de Paralimni (la ciudad donde está situado el club). La E es por enosis, sustantivo nada casual que en griego significa unión. El término funciona de paraguas para simbolizar la ferviente vinculación con Grecia que desprende una cultura como la de la República de Chipre. La gran mayoría de sus costumbres rezuman un extremo orgullo hacia esa influencia helénica, aunque ahora todas esas referencias queden un poco en segundo plano por los logros en un deporte de masas como el fútbol alcanzados por el APOEL. La sensación de las competiciones continental este curso ha agitado todos los rincones de la sociedad chipriota. Correción: casi todos. En la otra realidad, la que viven sus vecinos de la República Turca del Norte de Chipre, el impacto ha sido mucho más atenuado. ¿Unión o división? Más bien bipolarización es el concepto que define la realidad social de una ciudad  como Nicosia, la única capital dividida del mundo.

En dos días de estancia en Chipre, buscando la esencia del éxito del APOEL, la división  ideológica de la isla me condujo a un pensamiento más trascendente. Resulta ingenua esa constante dicotomía cuando en la isla tiene mayor trascendencia una pasión común -tanto en la parte sur como en la norte-por el fútbol. La fuerza del balón es capaz de absorber el conflicto político (aunque este tenga una presencia notoria y constante) y hacer que pueda llegar a resultar intranscendente, casi un despropósito. Tal es la devoción que genera la pelota a ambos lados de la Línea verde.

FIEBRE EN LAS GRADAS

Una de las mejores pruebas de ese fervor son las gradas del GSP Stadium, el estadio del APOEL.  Un lunes por la tarde, 13.000 apasionados daban color al choque ante el ENP. El fútbol es vehemencia, pero también liturgia. Antes de que el partido dé inicio, el respeto de todos los  presentes es unánime en homenaje a Chrysis Michail, ex jugador del APOEL que estaba en el banquillo rival. Aunque lo más bello del encuentro fue vivir en primera persona la contagiosa euforia de las gradas, que interactuaban entre sí con varios cánticos. En el fondo del GSP Stadium, al grupo de hinchas más organizados no le faltaban los estandartes ultraderechistas y varias banderas de Grecia, símbolo de reafirmación de ese movimiento panhelénico. Las bengalas, desgraciadamente, también estaban invitadas a la fiesta. Un breve análisis de esa escena era suficiente para comprender de un vistazo la unión entre sentimiento, ideología y deporte.

Obviamente, el ambiente de las gradas era exclusivamente griego, tal como ratifica el héroe de la tanda de penatis en los octavos contra el Olympique Lyonnais. “Siento que me quieren. Yo soy griego y en Chipre la pasión en el estadio es la misma. En la grada ondean las mismas banderas. Para mí, es como estar en casa“, describe Dionisis Chiotis. Para Chiotis es difícil escapar del matiz heleno, aunque el fútbol chipriota se dibuje con diferentes tonalidades.

“Siento que me quieren. Yo soy griego y en Chipre la pasión en el estadio es la misma. En la grada ondean las mismas banderas. Para mí, es como estar en casa”, describe Dionisis Chiotis

El fútbol en esta isla mediterránea se empieza a narrar desde el influjo ejercido por los británicos con su dominio, vigente hasta 1960. Un ejemplo de esto es la historia del Anorthosis Famagusta, que recolocándose Famagusta en el lado turcochiprota, tuvo que trasladarse a Larnaca. De hecho, justo antes de la división, entre 1967 y 1973, el Olympiakos Nicosia, el AEL Limassol, el EPA de Larnaca y el Omonia de Nicosia, como campeones chipriotas, jugaron la liga griega. El propio APOEL, en 1974, logró una honrosa 13ª plaza, siendo el primer club chipriota en eludir el descenso. Esa proeza otorgó dos plazas para Chipre en el siguiente torneo, algo que jamás llegó a ocurrir porque el golpe de estado progriego y la posterior invasión turca de 1974 pusieron punto y final a los campeonatos panhelénicos.

Desde entonces, Chipre vive bifurcada, siendo el Çetinkaya Turk el reflejo del APOEL que devuelve el espejo de Nicosia en su parte norte. El Çentinkaya es el orgullo de la no reconocida por la ONU República Turca del Norte de Chipre y, al alimón, un histórico del fútbol global de la isla. En su pasado brilla la condición de fundador de la liga chipriota, siendo el único equipo del territorio del norte que llegó a ganar la competición (1951). Además, en sus vitrinas lucen dos copas y tres supercopas chipriotas. En 1955, con el impedimento de jugar en territorio griego, se convirtió en uno de los miembros de la recién creada Federación de fútbol de la República Turca del Norte de Chipre y, por lo tanto, de nuevo fundador de un nuevo campeonato. Esta vez se trataba de la liga turcochipriota, la Birinci lig.

En la sede del Çetinkaya, Tarik Müftüzade, el relaciones externas del club, saca a relucir su orgullo al jactarse de ser “el único equipo que ha ganado la liga en los dos lados de la isla“, poniendo el acento en el hito histórico de la entidad: la victoria por 5-2 ante su némesis, el ahora triunfante APOEL, en uno de sus tres triunfos en la Pakkos Shield (Supercopa).

SEMBRANDO SEMILLAS

En el Çetinkaya tiran de recuerdos para atraer el foco que toda Europa dirige hacia el increíble recorrido del APOEL en la Liga de Campeones. En  su despacho, George Savvides, director general del APOEL, argumenta que el responsable número uno del éxito es el entrenador, el serbio Ivan Jovanovic. “El dinero de la última Champions League lo hemos invertido en hacer una plantilla más fuerte, pero el de esta lo invertiremos en una academia [gira la cabeza hasta una foto de la maqueta que está en su despacho] para poder también formar al talento local“, detalla.

Para Nuno Morais, la epopeya de los de Nicosia, se apoya en una labor de varios años. “Hace tres o cuatro temporadas que se está trabajando para este objetivo, con una línea marcada que ahora se ha visto en la Liga de Campeones. Somos un grupo unido y bien organizado en el que todos saben lo que quieren“, añade el ex defensor del Chelsea en la era Mourinho.

apoelLa hinchada está rendida ante la labor de Jovanovic, pero hay otro serbio que tuvo un papel fundamental en el éxito del APOEL, el entrenador de porteros, Goran Cumic. “Yo analizo al rival en función que en el partido pueda haber un penalti en contra. Con los programas que tenemos en el club, hago siempre um DVD con los goles y penaltis marcados por nuestros oponentes en sus últimos 50 partidos“, relata. En la fase de grupos de la Champions League de 2012, Urko Pardo atajó una pena máxima ante el Shakhtar y reveló que sabía por dónde se lo iban a lanzar. Cumic sostiene que el lanzador no cambia de lado cuando hay tensión, que siempre va a lo seguro. En la tanda ante el OL reconoce su mérito, pero igualmente se culpa del primer gol encajado. “Pensaba que Källström iba a tirar por el lado derecho del portero. Lo deduje por cómo ejecuta los tiros libres, pero él es un buen jugador y cambió. Mi método no siempre funciona, pero Chiotis logró parar dos y bastaron“, concluyen.

UNA VIDA CÓMODA

A los jugadores no parece que se les haya subido tanta gloria a la cabeza, al igual que no les  afecta el hecho de vivir en una ciudad dividida. “Quien no vive aquí tiene una imagen equivocada de Nicosia. A nosotros no nos afecta el conflicto, es algo más interno y político. Tenemos buenas condiciones de vida“, pormenoriza Aílton, la estrella del APOEL. Manduca, el autor del gol ante los franceses, comenta que el otro lado es una zona muy tranquila.

En efecto, esta descripción encaja con la calma que se respira en la sede del Çetinkaya. El entreno de un equipo de juveniles toca a su fin y el técnico, Hasan Vatanseven, ejerce de cicerone en mi visita. El lado norte desprende un aire humilde y simpático, no solo en la sede del club, sino desde que se traspasa la frontera. Ya dentro de la sede del Çetinkaya, el encargado del bar, Caner Ocamoglu, muestra orgulloso la sala de trofeos y señala algunas fotos en la que él aparece como ex jugador y ex técnico del club. El entrenador de los juveniles me conduce a una habitación donde Yasemin Erzin está impartiendo una clase de matemáticas (también aprenden inglés) a las futuras promesas. Sin grandes palabras, comunica la importancia de la función social que cubre el club.

LAS REJAS DEL FÚTBOL

El Çetinkaya es el club con más títulos de la Birinci Lig. Tiene la suerte de competir, un privilegio del que la selección turcochipriota no goza al carecer del reconocimiento de la UEFA y de la FIFA. Para Orçun Kamali, directivo de la Federación de fútbol de la República Turca del Norte de Chipre, es como sentirse “en una prisión del fútbol“. “Algunos jugadores turcochipriotas quisieron probar en algunos equipos del otro lado, pero no sobrevivieron y regresaron. Ahora no tenemos a ninguno de nuestros jugadores allí“, explica. Kamali no se opone al éxito del APOEL, pues en el norte aman el fútbol por encima de todas las cosas y subraya el placer de ver buenos partidos de Champions League en el sur de Nicosia. “La situación es injusta. Solo pido a la FIFA que nos dejen jugar  partidos amistosos. Si no podemos jugar contra otros equipos no podremos evolucionar“, reclama.

El balompié del norte merece una oportunidad. La pasión y la capacidad de la Federación de fútbol de la República Turca del Norte de Chipre son argumentos de suficiente valor para obtener un reconocimiento

Mientras aguardan un cambio, la selección volvió a disputar en junio de 2012 la VIVA World Cup en el Kurdistán iraquí. Se trata de una de las competiciones de la NF-Board, la asociación de las selecciones que no están federadas en la FIFA. El combinado turcochipriota ya ha ganado una FIFI Wild Cup y una Copa EPL (organizada por la propia federación). Son claramente una de las mejores selecciones de entre las no oficiales.

Ellos afirman que mantendrán la misma ilusión por mejorar el fútbol de Chipre del Norte, pero sin reconocimiento es complicado conseguir sponsors y desarrollar un plan de mercadotecnia. “Sin partidos internacionales ni dinero de las televisiones es difícil encontrar patrocinios. Jugamos al fútbol en una área cerrada“, se lamenta Kamali.Hasta la fecha, sus esperanzas se centran en sus 5.000 federados y en la posibilidad de que un equipo de la liga turcochipriota pueda jugar en la liga de Turquía.

Las alambradas lastran el potencial del fútbol chipriota, se pronuncie con acento griego o turco. Ambos bandos se desconocen porque sus principales esfuerzos se centran en ignorarse, pero el lado lúdico y desdramatizado que tiene el deporte, quieran o no quieran, pasa por encima de cualquier interés político.

Orçun Kamali alza la voz: “Somos un federación sin peso. Nosotros sabemos de fútbol, no de política“. El balompié del norte merece una oportunidad. La pasión y la capacidad de la Federación de fútbol de la República Turca del Norte de Chipre son argumentos de suficiente valor para obtener un reconocimiento, aunque sea provisional, por parte de UEFA y FIFA. Quizá ellos no lo sepan, pero es lo único que les separa de sus vecinos. Los logros del APOEL son la consecuencia de un trabajo hecho con seriedad y eficiencia, que podría servir de modelo a nivel internacional. Aunque se nieguen, norte y sur comparten filosofía en escenarios diversos.

La realidad política pregona lo contrario, pero Chipre no está dividida. La enosis en el amor por la pelota de ambos bandos lo impide.