Supimos de la existencia de Mario Fernandes cuando en 2011 copó algunas portadas de periódicos nacionales con motivo del interés del Real Madrid en ficharle. Por aquel entonces, el defensa brasileño tenía 21 años, jugaba en Grémio y había sido escogido como el mejor lateral derecho del Brasileirao. Por su parte, el Madrid andaba detrás de un lateral de futuro y llegó a ofrecer hasta 15 millones de euros por el futbolista. Grémio se cerró en banda y solo estaba dispuesto a dejarle salir por una cifra superior a los 25 millones. Tras varios meses de tira y afloja, finalmente Fernandes acabó recalando en el CSKA de Moscú por solo 11 kilos y, poco después, los blancos recuperarían a Carvajal por algo más de 6. Todo un acierto.
Mario Figueira Fernandes nació en Sao Caetano do Sul, en el estado de Sao Paulo y, como casi todos los niños brasileños, pronto empezó a dar patadas al balón por las calles de su ciudad natal. Las primeras botas se las calzó en el club local, el Sao Caetano, en el que estuvo hasta 2009, cuando despertó el interés de Grémio de Porto Alegre que se hizo con sus servicios. En Grémio se afianzó como uno de los defensores más prometedores del campeonato y, además del Madrid, llamó la atención de otros muchos grandes europeos, como el Bayern, la Juventus, el United o el Inter. Desde 2012 juega en Rusia donde ha ganado tres ligas y se ha convertido en un ídolo de la afición del CSKA. Se trata de un defensor rápido, que va muy bien al cruce, que va muy bien por alto y que, gracias a sus orígenes, posee una excelente técnica para sacar el balón jugado y atacar los espacios. Gracias a sus 188 centímetros, ha mutado su demarcación en muchas ocasiones a la posición de central ofreciendo un gran rendimiento.
Tras el Mundial de Brasil, en septiembre de 2014, fue llamado por Dunga para jugar dos amistosos con su país. Aquella convocatoria generó cierta controversia ya que en su momento rechazó la posibilidad de jugar con la selección absoluta cuando fue convocado a finales de 2011, algo que no toda la afición olvidaba en el país. Fernandes desestimó la opción de acudir a aquella convocatoria alegando problemas personales. “Ese episodio quedó atrás. Todos tenemos una segunda oportunidad, no podemos crucificar a nadie, principalmente a jugadores jóvenes sin el acompañamiento de un padre y una madre. Debemos tener la sensibilidad para apreciar eso”, declaró Dunga para justificar su llamada. Llegó a debutar, jugando un total de 44 minutos con Brasil. Serían sus únicos minutos con su país de origen.
Pero pasaron los meses y el seleccionador brasileño no volvió a llamar a su puerta. Ya se sabe que jugar en la fría Rusia nunca es un escaparate demasiado atractivo. Excepto para los propios rusos. Así la cosas, consciente de que no volvería a tener oportunidades con Brasil, en 2016 decidió obtener la nacionalidad rusa. El horizonte de un Mundial en Rusia dos años más tarde era demasiado goloso. Con la selección rusa debutó el 7 de octubre de 2017 y desde entonces ha sido un fijo de las llamadas de Stanislav Cherchésov. La férrea y tosca defensa de los anfitriones tendrá un matiz de clase y alegría brasileña en su carril derecho. Y ese siempre es un buen plan.