Aitana Bonmatí y Sarina Wiegman volvieron a compartir escenario. Esta vez, no fue para que una ganara su primera estrella y la otra perdiera su segunda final mundialista. Ambas recibieron reconocimientos de la UEFA y el mundo del fútbol por su trabajo en las canchas, y mientras ellos se dedicaban a agradecer y disfrutar, ellas unieron sus discursos.
Por un tema que, desafortunadamente, sigue teniendo que ver con lo que sucede fuera de la cancha. La dos veces medalla de plata en Mundiales dedicó su premio a la selección femenina de España, equipo que evitó su primer oro, y la nueva campeona del Mundo hizo lo mismo, centrándose en mencionar a su compañera Jennifer Hermoso y a todas las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia en su campo laboral.
Se tomaron esos minutos porque desde el 20 de agosto, después de que España firmara su nombre en la historia del fútbol femenino, no se ha hablado de ese éxito. Eso pasó a segundo plano. Las actitudes machistas de un presidente han acaparado los focos, mostrando al mundo el porqué, meses antes, 15 jugadoras se plantaban y decían basta.
Esta vez, no fueron 15 ni 13 jugadoras, fueron 81 que dijeron #SeAcabó. Detrás de ellas, hay un mar de mujeres que se unen a su lucha, de España y de otras partes del mundo, que seguirán alzando la voz porque, para nosotras, nunca sólo es fútbol.
Desde el 20 de agosto, después de que España firmara su nombre en la historia del fútbol femenino, no se ha hablado de ese éxito. Pasó a segundo plano
No fue sólo fútbol cuando Marta daba su mítico discurso en Francia 2019 después de caer eliminada diciendo, entre lágrimas, que el fútbol femenino brasileño dependía de las siguientes generaciones. Que siguieran luchando por la libertad que se les arrebató por más de 50 años.
No fue sólo fútbol cuando Ada Hegerberg renunció a jugar ese mismo Mundial, cuando estaba en la cima del mundo, buscando igualdad entre las selecciones de Noruega, no sólo a nivel económico. Ella sabía que faltaba mucho trabajo por hacer.
No solo fue fútbol cuando las jugadoras de Colombia alzaron sus brazos en protesta porque cancelaron la segunda vuelta de su liga nacional, aún jugándose el título de campeonas por primera vez en la Copa América del 2022 en su propia casa.
Algún día, podremos hablar únicamente de los resultados inesperados, de las épicas remontadas, de los fichajes históricos. De los goles y las asistencias que las jugadoras nos dejarán en los highlights. Pero todavía no
No solo fue fútbol cuando Nigeria, Canadá, Sudáfrica y Zambia, entre otras naciones, llegaron al Mundial de este verano, el más mediático de la historia, concentradas no sólo en su táctica de juego, también luchando con sus federaciones para un tener las condiciones mínimas para trabajar y representar a su país en el escenario más grande de todos.
No sólo fue fútbol cuando Jenni vivió un abuso en el momento más importante de su carrera, no pudiendo celebrarlo como sólo ella sabe hacerlo, como nos lo ha demostrado al alzar sus ligas, copas y Champions.
No sólo fue fútbol cuando todas las periodistas del mundo salieron a explicar qué es lo que significa lo que se vivió en Sydney, educando a quienes no quieren ver más allá, tomando su tiempo en exponer los hechos y justificando por qué no pueden dejar de hablar de lo que sucedió, buscando todos los días que se haga justicia.
Algún día, podremos hablar únicamente de los resultados inesperados, de las épicas remontadas, de los fichajes históricos. De qué nombres nos parecen mejores con vistas a otra Copa del Mundo, de qué estilo de juego nos convence más. De los goles y las asistencias que las jugadoras nos dejarán en los highlights al final de una competición. De aquellas camisetas que nos pondremos cuando toque dejarnos la voz por ellas mientras están en el verde por más de 90 minutos.
Mientras ese día llega, para nosotras, no es ni será sólo fútbol.
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Fotografía de Getty Images