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No tenemos portero, ¿quién se mete?

Es el típico mensaje que nos entra por WhatsApp y que todos tememos. Nos hemos quedado sin portero para el partidillo de esta noche. ¿Y ahora qué hacemos?

portero

Si en 2002 Chayanne hubiese querido versionar su ‘hitazo’ para el Mundial de Corea y Japón, sonaría así: “Dime si hay que ser torero, poner el alma en el ruedo, no importa lo que se venga pa’ que sepas que te quiero como un buen…portero”. Sin duda, un match made in heaven en toda regla.

En la liga nocturna, que me recuerda semanalmente por qué no vivo del fútbol, nos hemos quedado sin portero. Y, joder, no hay nada peor que no tener guardameta. Todos tienen sus cosas. En realidad, son un poco como los funcionarios. Los necesitas y los odias a partes iguales, pero cuando no están te das cuenta de que sin ellos el sistema no funciona. Porque cuando eres tú quien debe arreglar la situación, quizás no eres tan hábil como pensabas.

Porque, ¿para qué engañarnos? Tú también te has flipado bajo palos como si fueras Valdés, Casillas, Kahn o una mezcla de todos ellos. No hay nadie que quiera estar en esa prisión, pero cada minuto en Guantánamo, cada parada inesperada, te regala un recuerdo épico con el que atormentar a un portero de verdad siempre que te cruces con él.

Ser portero es estar equivocado todo el rato. No hay nadie como ellos, y todos son iguales. Da igual sus aptitudes físicas, todos comparten un rasgo diferencial: están locos. Día tras día se enfrentan a una jauría de desalmados que lo único que pretenden es noquearlos. Y aunque ellos son tan especiales que pueden infringir la norma más básica del fútbol, que es jugar con los pies, eso no les exime de su verdadera y única labor, no cagarla.

 

Si tienes un portero en tu vida, mándale este texto, abrázale, o invítale a una cerveza. Mejor si haces las tres. No hay muchos como ellos, y cuando no están, se nota. Sobre todo, porque es a ti a quien le toca meterse

 

El vocabulario del portero es binario, como el de un ordenador. Solo existe el 0 y el 1. El 1 significa mal, el 0 expresa éxito. Y aunque el 0 quiera decir acierto, no siempre conlleva recompensa. Como portero, cuando paras, ellos ganan, y cuando fallas, pierdes tú.

Como defensa central que vive metiendo en constantes apuros a mi portero, partido tras partido, puedo asegurar que no hay nada mejor que tener un guardameta en tu vida. Es sin duda aquella persona a la que le confiaría mis hijos, pero la querría matar por dejarles comer dulces y enseñarles palabrotas.

Si tienes un portero en tu vida, mándale este texto, abrázale, o invítale a una cerveza. Mejor si haces las tres. No hay muchos como ellos, y cuando no están, se nota. Sobre todo, porque es a ti a quien le toca meterse, y ambos sabemos que no tenemos ni la mitad de lo que sea que tengan ellos.

 


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