Existen tantos ídolos como personas que los adoran. Hubo un Ronaldinho para mí y otro para ti. Hubo un Zidane para ti y otro para mí. Y hubo un Maradona para Sorrentino.
Al abrir un cajón o hurgar en las estanterías, encontrarse con las viejas colecciones y guías de la Liga equivale a recuperar una imagen perdida de nosotros mismos.
Fernán Gómez asegura en sus memorias que casi ni le dejaban jugar al fútbol de mal que lo hacía. Pero para no quedar al margen, decidió que se haría directivo.