El fútbol nació hace más de 150 años para ser jugado, como mero pasatiempo. Pronto creció, como fenómeno de masas, erigiéndose en herramienta para representar a una comunidad, a un colectivo. Surgieron los aficionados, que pronto se multiplicaron, no por la belleza del juego, sino por querer ver a los suyos honrando a su barrio, a su pueblo o a su ciudad. Representándolos. El fútbol fue siempre un fenómeno cultural, no por su potencial como espectáculo, sino por la relación identitaria y emocional del público con quien lo practicaba. ¿Qué queda hoy de aquella esencia? El business lo ha devorado todo. Impera el show. El cliente antes que el aficionado. Y el cliente global, antes que el local. El sentimiento de pertenencia salió hace tiempo de las hojas de cálculo de los mandamases, priorizando un espectáculo impersonal y deslocalizado donde más dinero se pueda derrochar.
Pero quizá sí quede algo de aquella esencia. En los últimos tiempos, a medida que la élite ha ido desalmando sus gradas, un fenómeno inverso ha emergido en el fútbol modesto. Las viejas tribunas de cemento han ganado centenares de nuevos adeptos, muchos de ellos jóvenes, que se agarran al fútbol popular como último reducto para regresar a lo esencial. Buena prueba de ello lo encontramos cada domingo en el Narcís Sala o en el Nou Sardenya, feudos de dos históricos barceloneses fundados hace más de cien años: la UE Sant Andreu y el CE Europa.
La Vila de Gràcia fue un municipio independiente durante 47 años y el pueblo de Sant Andreu del Palomar lo fue durante más de un milenio. Ambos se anexionaron a Barcelona el mismo día, el 20 de abril de 1897, con el Decreto de Agregación. Esta historia se mantiene latente entre los aficionados graciencs y andreuencs, que hacen de lo identitario su gran bandera. “Ser aficionado de un grande es más sencillo. Ser del equipo de un pueblo o de un barrio, tiene mucha más grandeza”, reivindica Carlos Josué Rodríguez ‘Josu’, destacado futbolista del conjunto quatribarrat. En la Vila también lo tienen claro, a juzgar por los cánticos de sus aficionados: “Ser de Barcelona és molt fàcil, ser de Gràcia és molt millor”. Y es que ambos clubes han vivido siempre a la sombra de Espanyol y Barça, olvidados en lo mediático y en las ayudas municipales, peleando por mantenerse con vida.
Las viejas tribunas de cemento han ganado centenares de nuevos adeptos, muchos de ellos jóvenes, que se agarran al fútbol popular como último reducto para regresar a lo esencial. Buena prueba de ello lo encontramos cada domingo en el Narcís Sala o en el Nou Sardenya, feudos de dos históricos barceloneses
El CE Europa se fundó en 1907, fruto de la fusión entre el Provençal y el Madrid de Barcelona, y la UE Sant Andreu reivindica su nacimiento en 1909, como heredero del Club Zeta, a pesar de que no hay un registro oficial. En esas primeras décadas tuvieron lugar multitud de enfrentamientos que empezaron a sembrar la histórica enemistad. Pero no fue hasta los años 80 cuando se forjó de verdad su rivalidad. Por entonces, otros dos históricos, la UE Sants y el CE Jupiter, sufrían una importante crisis deportiva que propició que Europa y Sant Andreu pugnaran durante mucho tiempo por ser el tercer equipo de Barcelona. Hasta hoy. Los dos equipos se han enfrentado en más de setenta ocasiones y el derbi de ‘el Poble contra la Vila’ es ya uno de los más calientes del fútbol humilde. “En Catalunya no se ve este ambiente en ningún partido de ninguna categoría”, asegura Àlex Cano, capitán y buque insignia de los de Gràcia. Y tiene razón: el domingo habrá un lleno absoluto con una destacadísima presencia de afición visitante, para quien se han vendido 700 entradas. En el partido de ida, en el Nou Sardenya, también se vendieron la misma cantidad de entradas para los andreuencs.“Que un equipo de quinta división estatal consiga vender tantas entradas en menos de 24 horas es la mejor victoria que uno puede tener como jugador”, reflexiona ‘Josu’.
El ambiente en el Sardenya fue espectacular, sin incidentes y con una lección clarísima: el fútbol popular está más vivo que nunca. Aquel primer duelo terminó con goleada (3-0) a favor de los escapulats que hicieron una primera vuelta inmaculada y llegaron a disfrutar de 10 puntos de distancia respecto al segundo clasificado, el Sant Andreu. Sin embargo, en la segunda manga han bajado el ritmo y su eterno rival recortó la distancia hasta llegar incluso a empatarles en la cabeza de la tabla. Al duelo del domingo (a las 18:00h, en directo por Betevé) llega el Europa con una ligera ventaja de dos puntos. A falta de tan solo cuatro jornadas para terminar la liga, el duelo se antoja decisivo. La victoria local o el empate dejarían todo abierto para los tres últimos partidos; en cambio, una victoria visitante daría medio título y medio ascenso a Segunda RFEF al Europa -el primer clasificado asciende directo y los cuatro siguientes disputan un play-off-.
“Viviremos la verdadera fiesta del fútbol catalán”, celebra Cano. Sí, habrá ambiente festivo, encuentro con vecinos y brindis de cervezas, pero habrá también más tensión que nunca. “Los derbis contra el Sant Andreu son los partidos más especiales del año y los que más ganas tenemos de ganar”, añade el capitán. Y ‘Josu’ tampoco se amedrenta: “Nosotros vamos convencidos a por la victoria”. No en vano, es uno de los derbis más trascendentales que se recuerdan, con el liderato y el ascenso en juego. Pero hay una victoria que ya nos podemos apuntar: la del fútbol auténtico.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA
Fotografía de Fran Capell