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El fútbol en un cuadro: el retrato de una identidad

Louis Bever, fotógrafo afincado en Londres, ha dedicado los últimos meses de su carrera a plasmar sus dos pasiones en cada uno de sus trabajos: arte y fútbol

Louis Bever es hijo de militar. Nació en Alemania en 1995, y luego creció en Francia e Italia, pero él en realidad es británico. Su biografía es impoluta, parece sacada de una novela. Pero no lo es. Su infancia estuvo marcada por el cambio permanente. Por las mudanzas y los idiomas. Ahora, habla inglés, tiene un buen nivel de francés y puede comunicarse en italiano. Hace diez años, volvió al Reino Unido para estudiar Derecho. Pero al año rectificó, se inscribió en la Escuela de Artes de Mánchester y estudió lo que verdaderamente le apasionaba: la fotografía.

Desde hace un par de años, vive en Londres y es fotógrafo a tiempo completo. Ha colaborado con grandes marcas como Nike, Wimbledon o Ralph Lauren, algo impensable cuando empezó con 14 años. Por aquel entonces, él vivía en Francia y su abuelo le regaló una Pentax K1000, una de esas cámaras en las que ya se palpa su dureza al verla. Sus fotografías, al inicio, eran pésimas, “terribles”. Pero le sirvieron para hacer amigos. Louis no hablaba francés, y no podía comunicarse con los demás jóvenes de la ciudad, pero sí podía hacer fotos mientras corrían con su skate. Él también patinaba.

Aquello le sirvió para integrarse en la ciudad y la cultura francesa, y, como un niño testarudo, acabó por tomar mejores imágenes. Con el tiempo, aprendió a medir mejor la luz, a colocar la cámara en nuevos ángulos, y afiló también su mirada. Demasiado impaciente para pintar, Louis quiso siempre documentar su vida de una manera creativa. E inevitablemente el fútbol ha acabado por impactar en ella.

Louis es reconocido aficionado del Arsenal. Ya de niño se vio obligado a tomar la decisión. Su padre era del Manchester City, y su madre, del Arsenal. Por aquel entonces, él quería ser portero, y se enamoró de Jehns Lehmann: acabó escogiendo los colores ‘Gunners’. En navidades, nunca olvidaba pedir la camiseta del equipo, y pese a la distancia, tampoco solía perderse ningún partido. Habitualmente los veía en el comedor de los oficiales junto a su padre, que por aquel entonces aún estaba en el ejército. “Era muy divertido”, reconoce. En la actualidad, vive a diez minutos del Emirates Stadium, aunque nunca ha llegado a ir. “Demasiado caro”, admite.

Flat92: el fútbol en un cuadro

Cuando era niño, su madre solía llevar a Louis y a su hermano a las diferentes galerías de arte de la ciudad en la que viviesen en aquel momento. Ya entonces, a Louis le empezó a gustar el arte, en concreto el de la época del romanticismo. Una afición que años más tarde ha recuperado para conjuntarlo con su trabajo. Habitualmente se inspira en los cuadros que le cautivaron entonces para sus nuevas fotografías. Parte de sus retratos provienen de artistas como Klimt o Rothenstein. Recrea sus cuadros, los moderniza e incluso los ubica con conceptos radicalmente opuestos en apariencia como el fútbol.

Como un oxímoron, ¿no? Normalmente, a los pintores no les interesa el fútbol, y a los futbolistas no les interesa la pintura. Siempre pensé que sería divertido combinar ambas cosas.

Flat92, su último trabajo, y posiblemente el más personal, ha conectado ambos mundos. Se trata de una colección de retratos que recrea obras pictóricas, pero con equipaciones de fútbol. Toda una paradoja, ¿verdad? Las fotografías las toma desde el propio salón de su casa, con su querida Mamiya RZ67. Cualquiera capaz de posar frente a la cámara es susceptible de participar en la colección.

Sus retratos exhiben el sentimiento romántico de los cuadros en los que se inspira, algo que Louis aprovecha para jugar con los clubes de fútbol, juntando a rivales de la mano. Los muestra besándose, pese a que se odien entre sí. “Es una contradicción”, se ríe, “dos equipos en contraposición, que se odian, pero usados por dos personas que se aman”. Aunque Louis va más allá, y también quiere mandar un mensaje. En una de sus últimas fotografías, inspirada en un cuadro de Malcolm Liepke, Leo y Filippo se besan con la camiseta local de 1996 del Millwall, uno, y la de 1998 del West Ham, el otro.

Las aficiones de ambos clubes no tienen la fama de ser las más abiertas de mente, por así decirlo. Y, honestamente, con esta fotografía, recibí una cantidad de comentarios de odio enorme. Pero este tipo de fotografías también sirven para enseñarle el dedo del medio a cualquier persona racista u homófoba. Cualquiera puede ser aficionado al fútbol, independientemente de quién te enamore, de cuál sea tu origen o de cómo seas.

El resultado no es aleatorio, tampoco el proceso. Louis analiza los cuadros que quiere replicar y estudia qué modelos se adhieren mejor a ellos. También a la inversa. Para la elección de las camisetas, también se fija en el tono de piel del modelo, en su color de pelo y el de sus ojos. Para alguien con los ojos azules, por ejemplo, visualiza una equipación de la selección islandesa. Pero no solo depende de sus rasgos físicos la elección, otros factores intangibles, como el carácter o la vinculación de la persona con un club concreto, también aparecen en escena. ¿El objetivo? Crear una relación íntima entre camiseta, persona y cuadro. Contar toda una historia con tan solo una imagen.

A Louis le han llegado múltiples ofertas no solo por sus imágenes, sino también por sus camisetas. La mayoría de ellas son piezas de coleccionista, difíciles de encontrar, como las camisetas de entrenamiento del Inter de Milán de 1998 o la del PSG del 2001, la cual compró y nunca se la ha visto a nadie más. Louis guarda ahora más de 30 camisetas de fútbol y diez jerséis. Su colección es limitada, pero está cuidada al detalle. Entre sus prendas favoritas, destacan la camiseta local del Arsenal en 1995 y la equipación dorada que los ‘Gunners’ llevaron durante el año 2001. Uno de los sueños de Louis, de hecho, es poder fotografiar a Bergkamp con ese color dorado. También reconoce que le encantaría retratar a Rod Stewart, aunque con él tiene la imagen más pensada. Sería al aire libre, él llevaría una falda escocesa, y el retrato se inspiraría en Monty Don, un horticultor británico, en uno de sus jardines. “Sería genial”, concluye.

Men-tal Health

Louis es una persona serena y autoconsciente. No tiene reparo en aceptar cómo se siente, y comunicarlo con los demás, para lo que se necesita confianza. La salud mental es uno de los temas que más le ha ocupado la cabeza los últimos años. Le ha dedicado dos proyectos. El último, Men-tal Health, una serie de fotografías que versan sobre la dificultad de los hombres ingleses para expresar cómo se sienten realmente.

Tengo amigos en Francia, Italia y España, y cuando están mal, me lo cuentan. Aquí [en el Reino Unido], se limitan a decir que están bien. Hacen tonterías, y siguen diciendo: ‘oh, estoy bien’. Es alucinante. Men-tal Health consistía en esto: en normalizar el hecho de salir a tomar un café o a dar un paseo, incluso a jugar al fútbol en el parque, y simplemente hablar de cómo se siente uno. Ser sincero. No pasa nada por sentirse alicaído a veces. Durante el proyecto, me contaban que les preocupaba el pasado, por ejemplo, pero nunca lo expresaban. Y yo no lo entendía. Ese era el problema.

Louis no comprende el estigma que hay tras la salud mental en el Reino Unido. Casos como el de Ferran Torres, de futbolistas en activo que admiten abiertamente ir al psicólogo, ayudan a romper con ello. Son un buen ejemplo para las nuevas generaciones. Louis, por ejemplo, padece trastorno obsesivo compulsivo y también tuvo que acudir a terapia. Lo compara con ir al médico. “Si te encuentras un bulto, vas al médico y te lo soluciona”, dice. “Sin embargo, cuando la gente no se siente bien de la cabeza, se deprime y se pone ansiosa, no van al médico porque no lo ven como un tipo de afección o de enfermedad”. Y el problema aumenta cuando no somos capaces de expresar cómo nos sentimos.

Cuando me mudé al Reino Unido, me pareció muy extraño. Había chicos que podían perder el trabajo o la novia, que se lo guardaban para sí mismos. Muchos de ellos tenían mecanismos de supervivencia muy malos: se drogaban, salían a beber o acababan peleándose. Y creo que el problema con nosotros, los ingleses, es que hacemos todo en exceso. Comemos en exceso, gastamos en exceso, bebemos en exceso, salimos de fiesta en exceso. Si mezclas eso con una cultura en la que se le dice a la gente, especialmente a los hombres, que mantengan la compostura y no hablen de lo que sienten, es una receta para el desastre.

Fotografía e identidad

El estilo de sus fotografías combina la nostalgia con la sensación de arropo. No es extraño que a Louis Bever le guste idealizar el pasado. Destina gran parte de sus ahorros a la fotografía analógica y basa mucho de sus trabajos en pinturas y películas antiguas. Se disculpa por las veces que sus personas más cercanas han tenido que ver una y otra vez Midnight in Paris o Lost In Translation. Sólo utiliza la cámara digital en “sus entrenamientos”, o en los trabajos para las marcas, ya que el dinero no es ilimitado, y la fotografía analógica cada vez es más cara. Para sus proyectos más personales, sin embargo, sólo utiliza el rollo.

La nostalgia tiene efectos positivos. Es bueno mirar al pasado y ver cómo afecta a tu identidad. También como fotógrafo: cómo ha influido en tu trabajo. Cuanto más sepas sobre tu infancia, sabrás mejor como influye en tus palabras y obras. Claro que si te empeñas en llorar por una antigua pareja, la nostalgia no es tan buena [se ríe].

Su voz es pausada, tranquila, y esto se transmite a las imágenes, algunas de las cuáles parecen susurrar, y hasta suspirar. Louis encuentra en la fotografía una forma de evasión, como algunos la encontramos en el fútbol, y también de descanso. El tiempo que le concede el disparador de la cámara en medir los parámetros, revisar el ángulo y captar la imagen, le ayuda a serenarse y bajar de revoluciones. Aunque no sea él quien aparezca enfrente del objetivo, su imagen continúa siendo visible, perceptible.

Conocer tu identidad como persona, y ser capaz de plasmarla en tus obras, es una de las cosas más importantes del mundo. Te hace destacar frente a los demás. Yo puedo disparar de una manera similar a la de otro fotógrafo, pero mi identidad es completamente distinta. Es tan importante tener un estilo visual como añadir todo lo que puedas de ti en él. Se trata de tener confianza, la suficiente como para decir: ‘No me importa si a nadie más le gustan mis retratos o mis camisetas de fútbol, o la forma en que fotografío en mi piso. A mí me gusta’. Mi trabajo es sólo un fiel reflejo de mi propia identidad

Louis destaca a Henri Cartier Bresson como una de sus mayores referencias por la forma del fotógrafo francés de “disparar religiosamente todo el tiempo, tratando de romantizar la vida cotidiana”. Glamorize and romanticize the everyday es uno de los principales lemas para Louis. Como algunos aplicamos también al fútbol. Lo romantizamos hasta el punto de abrazarnos y llorar por él. Es inevitable que acabe colándose en nuestro propio retrato. Forma parte de nosotros.

 


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Fotografías y obras cedidas por Louis Bever.