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“Soy más bien malo pero tengo mucho empuje”

Lo que llama la atención de Javi Cabeza no es su largo y cuidado cuero cabelludo, atípico en un futbolista de los de hoy en día. Es un héroe provinciano

27 años desde su primer partido, casi toda una vida ligada al fútbol y siempre atado a los colores del CD Cervera. ¿Cuál es el truco? 

La cantidad de años que he estado jugando no se explican a partir de mi talento futbolístico. No considero que haya sido gran cosa en el campo. Más bien malo, diría yo. Mido 1’60 y con el balón en los pies no soy nada del otro mundo. Pero siempre he corrido mucho y nunca me ha faltado empuje. Se debe a eso y a que nunca he sido capaz de renunciar a este juego hasta el día de hoy, supongo.

Su debut con el equipo llega en el verano de 1986, en un amistoso que se jugó en el mismo pueblo de Cervera durante el típico festejo local de Santa Marta ¿Cómo surgió la posibilidad?
Yo estaba estudiando en el Seminario cerca de Palencia para ser cura. Hasta entonces el fútbol simplemente había sido para mí como una actividad para juntarme con mis amigos cuando volvía a casa por vacaciones. Por aquel entonces el primer equipo iba falto de personal y nos llamaron a unos cuantos para jugar un partido. Acepté sin pensarlo. Pero lo cierto es que hay algo de trampa en todo esto. La fiesta cae entre semana y no había mucha gente… Así que la mayoría que participamos en aquel encuentro no éramos los habituales de la plantilla oficial del club.

“Les digo a los jóvenes que el compromiso es el elemento más básico que debe interiorizar todo futbolista. Es más importante que ser bueno, malo, zurdo o diestro”

Aun así a partir de entonces ya no dejaron de llamarle para que asistiera a los partidos con el resto del grupo, aunque fuera desde la distancia.
Sí, yo durante la semana seguía con mi preparación doctrinante, así que no podía asistir a los entrenamientos e iba directamente a las convocatorias. Era lo más cómodo. Me salía más a cuenta ir directamente al lugar de los desplazamientos, ya que muchos de ellos me quedaban más cerca que el propio pueblo. Solía ir en tren o en autobús y volvía con los árbitros, que prácticamente todos eran de Palencia, la capital. Por suerte siempre me he llevado bien con ellos.

Por aquel entonces, el club jugaba en la Regional Preferente, todo un hito para su humilde historia. Pero dos años más tarde se acabó el sueño tras un descenso que no se fraguó precisamente por cuestiones matemáticas…
Fue una lástima, porque habíamos conseguido mantenernos por segunda temporada consecutiva en una división muy competitiva e ilusionante. Pero ese año descendió otro club palentino, y cómo la regulación iba por cupos y dos equipos de una misma región no podían jugar en la misma categoría, tuvimos que bajar nosotros. Fueron momentos complicados y era una razón de más para echarles un cable.

Al menos un buen premio de consolación para el equipo fue que a partir de entonces usted ya se pudo asentar plenamente a su rutina deportiva. ¿Por qué decidió volver al pueblo? ¿El fútbol pudo con todas las otras cosas?
No es exactamente eso. Simplemente fue la consecuencia a un seguido de sucesos de mi vida. Decidí dejar los estudios del Seminario. Llegué a un acuerdo amistoso con los curas. Ellos no querían que siguiese y yo tampoco veía que eso fuera a ser lo mío. Así que me volví para casa y todos contentos. Encontré algún trabajito para ir tirando y pude empezar a entrenar de forma continua. Fue entonces cuando me hicieron por primera vez ficha con el primer equipo.

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¿Cómo es el día a día de un conjunto que se zarandea por las categorías provinciales del fútbol español?
Pues muy duro, francamente. Entrenábamos sólo dos días a la semana: el martes y el viernes, que era cuando los estudiantes volvían a pasar el fin de semana al pueblo y había más gente para hacer sesiones en condiciones. Imagínate cómo preparábamos los partidos. A veces no llegábamos ni a los 14 jugadores. Cada vez es más difícil sacar adelante el fútbol en los pueblos: falta dinero y gente con tiempo para comprometerse. Seguimos tirando como podemos, a trompicones.

Si algo está claro, después de tanto tiempo en activo, es que a Javi Cabeza el compromiso le sobra, pese a que también tuvo que lidiar en su momento con la presión de la familia e incluso con problemas de salud.
Mira, no tengo padre y siempre he vivido con mi madre. Lo cierto es que a ella nunca le hizo mucha gracia que jugara tanto al fútbol, le hubiera gustado que destinara más tiempo a otras cosas como los estudios. Además, el invierno en Cervera es muy duro, hace mucho frío. Después de jugar siempre nos duchábamos y yo, que siempre he llevado la cabellera muy larga, hacía el camino de vuelta con el pelo empapado. A razón de eso cogía muchos catarros y de ahí a que me diagnosticaran un problema de asma. Ella me pidió que lo dejara de una vez por todas. Pero el médico nos dijo que si me trataba bien no habría problema en seguir compitiendo, y al final la convencí y pude salirme con la mía.

Lo que si acabaría frenando su trayectoria fue la desaparición del club, que quedó inhabilitado durante siete años (2003-2010). ¿Qué sucedió?
Dos razones. Primero la falta de presupuesto, cada vez estaba más limitado. Y la segunda, y la más importante, es que la ilusión de la gente por el fútbol empezó a apagarse. Sin ilusión no íbamos a ninguna parte, y se tomó la decisión de cerrar. Yo hice lo que pude; incluso en el último año me ofrecí para llevar la presidencia junto a otro compañero del equipo que era hijo del alcalde del pueblo. En ese momento jugaba, entrenaba a un cadete y dirigía. Pero ni por esas. Entonces llegue a sentir que también el fútbol se había acabado para mí, porque nunca me he planteado ir a jugar a ningún otro lugar que no sea Cervera.

Pero el destino le tenía preparado otro reencuentro con el balón…
Así fue. Una grupo de personas se reunieron después de mucho tiempo y nos propusieron a unos cuantos volver a levantar el CD Cervera. Yo firmé un contrato como Secretario del club y empecé a ir a los entrenamientos para colaborar un poco… Y entre una cosa y la otra acabé sin perderme ni un partido en las dos siguientes temporadas. Nunca lo hubiera imaginado. Ahí me tenías de nuevo. Sobrepasando la cuarentena y otra vez metido en el lío.

¿Qué les dice a los jóvenes que quieren entrar en el Cervera?
Que el elemento más importante del fútbol es, sin duda, el compromiso. Es más importante que ser bueno, malo, zurdo o diestro. No sólo hay que comprometerse a ir a jugar los 38 fines de semana del curso, sino también a acudir a entrenar siempre que se pueda. Y además de todo esto, saber que hay un técnico que toma decisiones y que puede ponerte o no. A mucha gente le cuesta entenderlo y eso me frustra, porque antes no era así. A veces pienso que sigo teniendo más ilusión yo que muchos de los chicos de hoy en día.

“Jugamos un amistoso contra la selección olímpica del 92 y Guardiola me confesó que había corrido más en aquel partido que en toda la temporada”

Después de tanto tiempo vestido de corto y de haber tenido tantas ocasiones de saborear las mil caras que presenta el fútbol, ¿con qué recuerdo se queda?
Sin duda, con aquel verano de 1992, cuando la selección olímpica española de fútbol vino a prepararse unos días a Cervera. Fue maravilloso, aún me emociono al pensar en ello. El clima de la zona y las condiciones naturales del pueblo han permitido que muchos equipos hayan venido a pasar unos días aquí durante su pretemporada. También han estado en nuestro campo el Sporting de Gijón, el Racing de Santander, el Salamanca… E incluso vino el Tenerife de Jorge Valdano y Redondo.

Normal que repitan tantos, porque sin ir más lejos aquella España se colgaría el oro unas semanas más tarde en los J.J.O.O de Barcelona.
Por este motivo todavía guardo mejor sabor de aquello. Era increíble. Algunos jugadores del Barcelona hacía pocos días que habían levantado la Copa de Europa en Wembley, y pudimos jugar un amistoso contra todos ellos… Me acuerdo que Guardiola me dijo que había corrido más en aquel partido que en toda la temporada. Es que íbamos con unas ganas…

¿Cuándo decidió que ésta iba a ser su última temporada como jugador?
Pues sólo unos 15 días antes del último encuentro de la temporada. No lo dejo por falta de ganas, pero creo que es un buen momento para dar paso a nuevos chavales y de asentar un poco la cabeza con los negocios y la familia. Pero lo mismo dije hace un año, así que…