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Robbie Rogers, la grieta sigue abierta

“Ahora que ya no tengo que esconder mi secreto, es tiempo de alejarme del fútbol”, sentenció en Rogers el día que hizo pública su condición sexual

El fútbol es un reflejo de la sociedad. Aunque con matices. Existen algunas tendencias que nos impiden separar el deporte rey de sus extremos más sombríos. Estas son la violencia, la homofobia, el alcohol, las adicciones… Y sus eternos tabúes. Fruto de un largo y no poco escabroso trayecto, la lucha por los derechos de los homosexuales empieza a ser aceptada entre las culturas occidentales, pese a que algunos se empeñen en seguir observando el fenómeno con recelo. Pero en cuanto hablamos de fútbol, los jugadores y los homosexuales parecen seguir trazando líneas opuestas. No ha habido ningún cambio significativo en los dos siglos que llevamos de historia balompédica. Una especie de velo intraspasable sigue interponiéndose en su encaje definitivo. Y Robbie Rogers, centrocampista norteamericano, se encargó hace unos días de recordárnoslo.

“Ahora que ya no tengo que esconder mi secreto, es tiempo de alejarme del fútbol”, sentenció en su blog Rogers el día que hizo pública su condición sexual. Imediatamente, anuncio su retirada. Como quien se protege alrededor de un balón de sus miedos más intrínsecos, hasta que llega el día que coge tal impulso que decide separarse de él para siempre. Forma parte de la prolífica generación del 87, que precismamente ahora atraviesa su punto más álgido con los Piqué, Fàbregas o Nasri, entre otros. Pero mientras ellos todavía tienen un gran margen para seguir progresando, Rogers dice adiós. Tras una respetable trayectoria en la MSL, la disputa con su selección nacional de los Juegos Olímpicos de Pequín 2008 y sus inicios en el fútbol europeo a las filas del Leeds United, el mediocentro ‘yankee’ decidió asumir la diferencia como valentía. Lástima que abandonara el barco sólo unos segundos después de abrir la ‘Caja de Pandora’.

[frame_center src=”http://www.ubicuostudio.com/pkproves/wp-content/uploads/2013/02/defalco.jpg” href=”/example/slide/1.jpg”]De Falco contó a Panenka su nuevo estilo de vida. Ahora todos le conocen por Stany Falcone.[/frame_center]

Jonathan de Falco también desveló su secreto una vez dejó atrás las botas, los domingos de fútbol y las sesiones de entrenamiento. Cambió el fútbol por el cine erótico gay, como contó en las páginas de Panenka #06, sacudido por una especie de liberación definitiva. “Intentaré hacer mi carrera como actor porno y cuando se acabe, abriré otro capítulo de mi vida y lo dejaré todo atrás, como hice con el futbol. Mi objetivo es abrir mentalidades”, nos confesó.

La carrera de De Falco como futbolista siguió un itinerario bien distinto al de Rogers, curtiéndose en la segunda belga con la finalidad de cobrar un jornal y poder subsistir. Pero al igual que el mediocentro norteamericano, nunca se atrevió a confesar públicamente su condición en activo. Quizás el precedente, aunque haya que recular en el tiempo para recordarlo y sea uno de los más crueles con diferencia, pueda aproximarnos un poco al porqué de este miedo perpetuo. Un inglés de de los años 80 fue su desafortunado protagonista.

[quote]Rogers asumió la diferencia como valentía. Lástima que abandonara el barco solo unos segundos después de abrir la ‘Caja de Pandora'[/quote]

Justin Fashanu nació en 1961 y dio sus primeros pasos como futbolista en los filiales del Norwitch City. Más adelante, y una vez ya se había dado a conocer ganando el Goal of the Season en 1980 con los ‘canaries’, se marchó al Nottingham Forest y tuvo el orgullo de convertirse en el primer jugador de color por el que se pagaba un millón de libras.

En 1990 se declaró abiertamente homosexual en una entrevista con The Sun, y a partir de entonces tuvo que soportar un calvario incesante. Brian Clough, polémico entrenador del Forest, le apartó del equipo, se convirtió en el blanco perfecto para las burlas de las hinchadas rivales y nunca más otro club le ofreció un contrato a tiempo completo. El mismo año de su confesión, se le acusó deliberadamente de abusar sexualmente de un menor y su cuerpo apareció ahorcado días después en un garaje abandonado de Shoreditch, Londres. Se había hartado de ser señalado siempre como culpable sin causa alguna.

Tres historias distintas pero con mismos denominadores comunes: el silencio, la vergüenza, el miedo. El balón sigue corriendo por los estadios, pero parece que hay cosas que no cambian. El fútbol siempre seguirá a cuestas de los avances sociológicos sino consigue romper con un tabú eterno que hoy ya se ha convertido en escollo. Jonathan de Falco nos resumió la escena a la perfección: “son como dos mundos que no se tocan”. La grieta sigue abierta.