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De brujitas y pesadillas: Crespo, Chiesa y la última gran noche europea del Parma

El Parma conquistó su segunda y última Copa de la UEFA hace justo 25 años, al golear al Olympique de Marsella en Moscú y después de eliminar al Atlético de Madrid

Parma

“Ha sido una pesadilla”, suspiró Rolland Courbis la noche del 12 de mayo de 1999, hace 25 años: la noche de la final de la Copa de la UEFA 1998-1999, en Moscú. El Olympique de Marsella cayó ante el Parma por 3-0. “A la parmesana”, tituló Mundo Deportivo. “Moscú coronó ayer a su primer campeón europeo, el Parma, en una fría final jugada en el estadio Luzhniki. La Copa de la UEFA voló a Italia por octava vez en los últimos once años tras un partido que careció de gancho para el espectador, ante la manifiesta superioridad emiliana”, argumentó la crónica del mismo periódico.

Fue la segunda Copa de la UEFA para el Parma, inmerso en la mejor década de toda su historia: en 1993 y 1994 había llegado a la final de la Recopa, con victoria ante el Amberes y derrota ante el Arsenal, y en 1995 había ganado a la Juventus en la antepenúltima final de la Copa de la UEFA disputada a doble partido, con un 1-0 en el Ennio Tardini, en un duelo arbitrado por Antonio López Nieto, y un 1-1 en Milán con dianas de Gianluca Vialli y Dino Baggio. En 1993 sorprendió al Milan de Fabio Capello en la Supercopa de Europa.

El camino hacia el título de 1999 empezó con una eliminatoria contra el Fenerbahçe: el equipo turco, dirigido por Joachim Löw, con Rüştü Reçber bajo palos, ganó por 1-0 en suelo otomano, pero el Parma volteó la eliminatoria con goles de Saffet Akbaş en propia portería, Hernán Crespo y Alain Boghossian. Después derrotó al Wisla Cracovia en dieciseisavos de final, al Glasgow Rangers en octavos y al Girondins en cuartos. Perdió por 2-1 en Burdeos, con goles de los locales Johan Micoud y Sylvain Wiltord y del visitante Crespo, pero remontó con un 6-0. Marcaron Enrico Chiesa y Crespo, autores de un doblete cada uno, Roberto Sensini y Abel Balbo. Por el bando galo jugó el español Víctor Torres Mestre.

 

Fue la segunda UEFA para el Parma, inmerso en la mejor década de toda su historia: en 1993 y 1994 había llegado a la final de la Recopa, en 1995 había ganado a la Juventus en la final de la Copa de la UEFA y en 1993 sorprendió al Milan en la Supercopa de Europa

 

Contó El País: “Las semifinales de la Copa de la UEFA se jugarán el 6 y el 20 de abril y en ellas tomarán parte dos equipos italianos, el Parma y el Bolonia, uno español, el Atlético, y otro francés, el Olímpico de Marsella. Después de lo visto en los cuartos el equipo más duro de cuantos quedan en liza es el Parma de Verón y Crespo, que ayer le endosó un 6-0 al Girondins de Burdeos, el líder de la liga francesa”.

El destino emparejó al Atlético con el Parma. “El Atlético de Madrid tendrá que pasar por el infierno amarillo del estadio Ennio Tardini de Parma si quiere jugar la final de la Copa de la UEFA”, dijo El País después del sorteo. Era el rival que quería Rubén Baraja, canterano ‘colchonero‘: “Porque si ganamos al Parma la final será más fácil”. “Pero el suyo es un caso excepcional. Ayer en el Calderón, tras el entrenamiento, el rictus de los jugadores era de resignación”, explicaba el texto.

La noticia proseguía así: “Esperaban no volver a pasar por Italia. Evitar a quienes consideran profesionales de la especulación, especialistas en el arte de aferrarse hasta el final a las competiciones europeas. Y cayó el peor posible: la bandera de la multinacional Parmalat era un mal sueño para Jesús Gil, dueño del Atlético, quien ya dijo que prefería al Olímpico de Marsella o al Bolonia”. El País recogía la valoración del sorteo de Giorgio Venturin, uno de los tres italianos del vestuario ‘colchonero‘: “El  Parma es un equipo fortísimo, tiene la mejor defensa de Europa y todos sus futbolistas son internacionales. Sensini, Verón y Crespo son la espina dorsal de la selección argentina. Pero no hay que perder la esperanza. A veces también ganan los más débiles”. “Es un equipo con campeones en todas sus líneas”, dijo Radomir Antić en la víspera del duelo.

La previa de la ida de El País destacaba la “venenosa nómina de futbolistas” del Parma y ponía la lupa en Juan Sebastián Verón, “el hombre más creativo del Parma. Apodado ‘Brujita’, este media punta hizo gala de su sobrenombre: en el entrenamiento de ayer se le vio sombrío, algo encorbado, tocado con una camiseta que no tenía ninguno de sus compañeros, la cabeza afeitada y luciendo una barbilla luciferina”.

 

“Si Crespo es un delantero rompedor, más potente que rápido, Chiesa es todo lo contrario. Forman un dúo asimétrico. Más veterano, el internacional italiano es pequeño, tiene pinta de diablillo, y es rápido y eléctrico”

 

El Atlético, tras ganar a la Real Sociedad y a la Roma, formó con Molina; Aguilera, Santi Denia, Chamot, Serena; Valerón, Jugović, Juninho, Roberto; Solari y José Mari. El Parma tenía la ausencia del sancionado Cannavaro, pero ni la notó. La noche, de hecho, “terminó en drama, con el Atlético prácticamente fuera de Europa y con la hinchada partida en dos, insultándose de fondo a fondo. Y todo por culpa del Parma, que fue mucho equipo, demasiado, para el Atlético. Tuvo organización, equilibrio y buenos futbolistas el bando italiano”, según la crónica de El País. La eliminatoria quedaba “solo pendiente de un milagro”, después del 1-3 del Vicente Calderón.

Juninho Paulista empató de penalti el gol inicial de Chiesa, para felicidad de las 57.000 almas en las gradas, pero fue un espejismo. Chiesa hizo el 1-2 en el 40′ y Crespo gritó el 1-3 en el minuto 62 de un encuentro que “retrató por un lado a un equipo completo y por el otro a un simple boceto, una caricatura”. Juninho desperdició un penalti con 1-3 en el marcador: “La propia hinchada ‘colchonera’, siempre tan unida, se rompió por la mitad: la mayoría pitando al brasileño y el Frente, criticando los reproches e insultando a los autores al grito de madridistas. “La verdad es que no nos esperábamos un partido tan fácil”, admitió Verón, el 11′, al finalizar el partido.

“Esperábamos ganar, pero no de esta manera”, reconoció el futbolista. En calzoncillos: se había intercambiado el pantalón con Stefano Torrisi, defensa italiano del Atlético.

El 1-3 dejó la eliminatoria cerrada para ambos bandos. “Si se quiere vender demagogia, ilusionad al que se lo crea”, afirmó Miguel Ángel Gil, director general del Atlético, en la previa del partido de vuelta. “Si soy franco mi único sentimiento actual es de pena, rabia, preocupación. La que me genera ver cómo esta plantilla está dejando una imagen lamentable por todos los campos y cómo está machacando la imagen del club y comprometiendo su futuro”, añadió. Incluso fue un poco más allá: “No puedes jugar bien 20 minutos y luego, por falta de ambición y de carácter, por dejación, terminar arrastrándote. Los equipos pequeños nos sobrepasan y nos pisan. El futbolista que no se deje hasta la última gota de sudor y sude lo que hay que sudar de aquí a final de temporada lo va a pasar muy mal”. “Nadie se ríe de nosotros”.

El duelo del Ennio Tardini, retransmitido por Antena 3, dejó un 2-1, con goles de Balbo y Chiesa para los italianos y de Roberto Fresnedoso para los visitantes. Apenas reunió 9.872 hinchas: la eliminatoria estaba resuelta. José Miguélez escribió en El País: “A pesar de sentirse eliminado desde el arranque, el Atlético conservó la dignidad. Apareció por el Ennio Tardini con el espíritu adecuado, el punto de profesionalidad que exige su camiseta. Trató de sobreponerse a la cruda verdad del resultado con organización, riesgo y coraje. Sin demasiado fútbol, capítulo irrescatable en esta plantilla, pero lleno de determinación y de vergüenza. Tuvo motivos para bajar los brazos, para resignarse al fatalismo, pero aguantó el tipo, cayó de pie. El Parma, superior se mire por donde se mire, no hizo sangre”. El Atlético había cedido en las semifinales de la Copa de la UEFA contra un equipo italiano por segundo año seguido, después de hincar la rodilla ante la Lazio en 1998. En 1993 ya había perdido unas semifinales contra el Parma, en la Recopa.

Entre las semifinales ante el Atlético y la final ante el Olympique de Marsella el Parma alzó la Copa Italiana contra la Fiorentina de Gabriel Batistuta, Rui Costa y Guillermo Amor, suplente, y anunció el fichaje de un futbolista rojiblanco: Michele Serena abandonaría el equipo rojiblanco para fichar por unos 1.300 millones de pesetas por el Parma.

El Marsella llegó a la final tras ganar al Sigma Olomuc checo, al Werder Bremen, al Mónaco, al Celta de Vigo, verdugo del Liverpool en octavos, y al Bolonia, verdugo del Betis en octavos de final. El Valencia había caído ante el Liverpool en dieciseisavos.

 

Fue otra gran noche, quizás la última, de ese gran Parma, patrimonio eterno de la década de los noventa

 

Courbis, con cinco ausentes por sanción (Hamada Jambay, William Gallas, Peter Luccin, Christophe Dugarry y Fabrizio Ravanelli), jugó la final con Porato; Blondeau, Blanc, Issa, Domoraud, ex del Espanyol, Edson da Silva; Brando, Gourvennec, Bravo; Pirès y Maurice. Alberto Malesani formó de inicio con Buffon; Thuram, Sensini, Cannavaro; Fuser, Dino Baggio, Boghossian, Vanoli; Verón (Fiore); Chiesa (Balbo) y Crespo (Asprilla). Baggio, Fiore y Asprilla ya habían alzado la UEFA con el Parma cuatro años antes, ante la Juve.

El Parma se coronó “sin rival”, según la crónica de Miguélez en El País: “No es el Parma un equipo voraz, de esos que siempre quieren más y más. Por eso la final de Moscú concluyó en 3-0. Simplemente en 3-0. La superioridad italiana fue mucho más grande que el resultado. Pero se sintió tan seguro, tan dueño de la situación, tan propietario del título y el partido, tan cómodo ante un rival que se derrumbó al primer contratiempo, que se conformó y que no quiso emplearse a fondo”. Un error “descomunal” de Laurent Blanc, ex del Barça, en el minuto 26 puso en bandeja el 1-0 a Crespo. Y el título al Parma. El Marsella, “herido de muerte”, se desplomó. “Alzó la bandera blanca”.

“Si Crespo es un delantero rompedor más potente que rápido, de 1,88 de altura, esbelto y de formas gruesas, Chiesa es todo lo contrario. Forman un dúo asimétrico. Más veterano, el internacional italiano es pequeño, tiene pinta de diablillo, es rápido y eléctrico y sus rasgos se acentúan, configurando una cara afilada”, escribió Diego Torres sobre el autor del 3-0 definitivo (55′) y el pichichi de esa Copa de la UEFA, con Shaun Bartlett (Zúrich), Darko Kovačević (Real Sociedad) y Tomasz Kulawik (Wisla Cracovia).

Fue otra gran noche, quizás la última, de ese gran Parma, patrimonio eterno de la década de los noventa.

 


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Fotografía de Getty Images.