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A contrarreloj

El nacimiento de la Bundesliga fue también el inicio de la historia del Hamburgo SV en la categoría. Con su presencia en la élite teutona se ganó el respeto.

Un segundo, dos segundos, tres segundos. El árbitro pone el silbato cerca de su labio inferior y mira el reloj, da un silbido, luego otro, y el definitivo. El Hamburgo seguirá siendo equipo de primera gracias a ese empate que acaba de arrancar en el campo del Greuther Furth. “Por los pelos”, piensan los aficionados de uno de los clubes con más seguidores del país, pero la euforia de la permanencia nubla toda la agonía sufrida durante la temporada. Es momento de festejar y también de reflexionar, esto no puede volver a ocurrirle a un club como el Hamburgo. Habrá que tomar medidas, invertir en fichajes, aunque, pensándolo bien, es difícil que algo salga peor que esta temporada 2013-2014. Siete segundos, ocho segundos, nueve… El contador digital que luce en la grada del Imtech Arena, casa de los hamburgueses, sigue sumando, lo seguirá haciendo ahora que se ha confirmado la permanencia del HSV en el playoff de promoción. El luminoso, situado en uno de los córners del estadio, lleva ya contabilizados todos y cada uno de los años, con sus días, horas, minutos y segundos que el equipo lleva en primera división, es decir, todos los años, días, horas, minutos y segundos que tiene de vida la Bundesliga.

Podría ser peor

La fase de promoción a la que tuvo que enfrentarse el HSV hace casi un año dejó claro a sus seguidores y directivos que el equipo necesitaba una seria reforma para cambiar la caótica dinámica de los últimos tiempos. La intención estuvo ahí; se mantuvo al frente a Mirko Slomka después de que consiguiera salvar al club in extremis y se invirtieron casi 36 millones de euros en fichajes. Sin embargo, la imagen que presenta hoy el equipo es la de un grupo que no solo ha tropezado dos veces con la misma piedra, sino que vive en estado de shock y con una clara incapacidad de reaccionar ante el inminente descenso que se prevé cuando acaben las seis jornadas que le quedan a la liga teutona.

Setecientos diez, setecientos once, setecientos doce. Hasta 712 minutos esperó el Hamburgo para festejar el primer gol de la presente temporada. Demasiados. Lasogga abrió ese día el marcador contra el Dortmund para acabar con una sequía goleadora que se ha ido repitiendo a lo largo de todo el curso. De hecho, tal es la poca eficacia de los hanseáticos para perforar la red contraria que cuando uno mira la clasificación de la liga germánica no puede evitar reparar en los solitarios 16 goles que los ‘dinos’ han brindado a su afición en nueve meses de fútbol.

Hasta cuatro entrenadores han intentado estabilizar el Hamburgo esta temporada y son ya 19 los que han pasado por el club desde el año 2000

Entre la hinchada empieza a notarse la resignación ante una muerte anunciada y la ansiedad de ocupar el último lugar de la tabla cobra vida en forma de reproche hacia la plantilla (y dentro de ella). En el último partido que los “pantalones rojos” perdieron, contra el Wolfsburgo, Lewis Holtby tuvo que acercarse a la banda para escuchar como varios aficionados le recordaban que lucía en el pecho el escudo de un equipo histórico. En el mismo encuentro y durante el descanso, Johan Djourou y Valon Behrami se habían peleado en el vestuario. Todo ello en el último partido en el banquillo de Peter Knäbel, técnico en funciones, antes de la llegada de Bruno Labbadia esta misma semana. Abierto este tema, merece una atención especial como desencadenante de la profunda crisis que puede acabar relegando al Hamburgo a la 2. Bundesliga. Hasta cuatro entrenadores han intentado estabilizar el grupo esta temporada y son ya 19 los que han pasado por el club desde el año 2000.

El HSV no gana títulos importantes desde 1987, cuando el conjunto levantó en Berlín la Copa de Alemania. Ni posibilidades europeas, ni goleadores, ni héroes como en su día fue Uwe Seeler. Lo único que existe ahora es una salvación que debe conseguirse con el tiempo en contra, la única que evitaría que el gran rótulo luminoso que luce en el Imtech Arena se detuviera. ¿Cómo sería ese momento en el que los segundos dejaran de sumar? ¿Qué pasaría con el famoso cartel, el único que recoge todos y cada uno de los más de 51 años de vida de la Bundesliga?

La primera de las seis finales de que dispone el Hamburgo se jugará este domingo y será nada menos que un clásico contra los vecinos del norte, el Werder Bremen, el primer partido de Labbadia y una de las únicas oportunidades que tiene para hacer creer en el milagro. De no ser así, el derbi que veríamos la temporada siguiente sería un Hamburgo-St Pauli, un duelo que los ‘piratas’ ya esperan con ansia (si consiguen salvar a la vez su categoría). Tres, dos, uno… durante los que podrían ser los últimos días del ilustre reloj digital de los ‘dinosaurios’, el tiempo parece haberse convertido en una verdadera cuenta atrás.