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Unos cuartos sin campanadas

Inglesas, norteamericanas, holandesas y suecas consiguen permanecer unos días más en Francia después de superar los cuartos de final del Mundial

Avanza la serie y los espectadores esperamos ese giro de guion que nos deje a todos boquiabiertos. Se suceden los capítulos y ahí seguimos, enganchados a ella y esperando a que pase algo más. Pero la realidad es que ha habido poca ficción en este Mundial. Las protagonistas se han hecho más fuertes y los personajes secundarios han ido desapareciendo a medida que se acerca el final. Qué rabia. ¿Qué ha sido de esa selección más débil, con la que sufres y eres recompensado con la victoria final? Una de las gracias de ver un torneo de estas características es esperar la sorpresa, lo inesperado. Esas selecciones que se plantan en unas semifinales cuando nadie apostaba por ellas. O por lo menos, ese partido que acaba con la selección más humilde tumbando a una de las favoritas e incluso echándolas del torneo y que da para horas y horas de charla. Sin embargo, Italia y poco más. Paulatinamente, las selecciones han ido cogiendo los billetes de avión a sus respectivos países sin protestar demasiado y ya solo quedan las grandes potencias. Quizás, una pequeña sorpresa fue Alemania. Al igual que sus homólogos masculinos en el pasado Mundial, este no ha acabado de ser su torneo. Los cuartos nos han dejado grandes goles pero pocas campanas sonaron al término de los mismos…

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Arrancó esta fase con las noruegas enfrentándose a las inglesas y pareció que a las nórdicas les sentó peor el calor que a las ‘lionesses‘, puesto que el combinado de Caroline Graham Hansen saltó despistado al verde. En el minuto tres, Inglaterra ya mandaba en el marcador con un gol de Jill Scott; previo y glorioso error de Ellen White. El centro desde la derecha iba, precisamente, hacia White. Cargó el disparo pero el balón se coló entre sus piernas en una de las ‘moscas’ más sonoras del Mundial. Despistó a toda la defensa y el esférico cayó en los pies de una Scott que lo mandó a la red. A cinco minutos del final de la primera mitad y con una Noruega superada, White se redimió. La primera ocasión relativamente clara de las futuras eliminadas llegó en los primeros minutos de la segunda mitad pero la inferioridad era palpable. Cerca de la hora de partido, las inglesas llevaron a cabo una jugada ensayada desde la esquina. Centro raso a la frontal del área y Lucy Bronze enganchó un zapatazo que selló el regreso de las nórdicas a los bellos fiordos.

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El escenario era ideal. Precioso. El Parque de los Príncipes acogía a las grandes anfitrionas en su reto de eliminar a Estados Unidos del Mundial. Las gradas del estadio del PSG estaban a rebosar y el sueño del país en las botas de las once -o trece, sumando las sustituciones- galas que disputaron el encuentro. Todo perfectamente preparado para que el llanto del final fuese más bello. Porque delante de las francesas esperaba la única selección llegada desde fuera de Europa que seguía en el Mundial. Y, sobre todo, una reivindicativa y contestona Megan Rapinoe. Su cruce de declaraciones con Trump la ha tenido que extra motivar. “Primero gana y luego hablamos”, le dijo el mandatario. Pues dicho y hecho. Dos goles de la atacante del Seattle Reign y una actuación soberbia llevaron a las norteamericanas a la siguiente ronda del torneo. La jugadora del partido no perdona y otro doblete suyo eliminó a las francesas. Nuestra selección pudo entender perfectamente la sensación de las anfitrionas. Ni siquiera el gol de Wendy Renard a diez minutos de la conclusión hizo temblar al cuadro de Jill Ellis. Parece que nadie puede doblegar a las grandes favoritas y las vigentes campeonas ya están un paso más cerca de no ir a la casa blanca.

 

Un esférico despejado al cielo de Francia; una central germana que no mide el salto; una delantera que agradece un uno contra uno que nadie esperaba

 

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Italia fue, hasta esta fase, la única sorpresa del torneo. Las transalpinas, tras veinte años sin participar en una edición del Mundial, ganaron a Australia en fase de grupos, eliminaron a China y llegaron, por segunda vez en su historia, a los cuartos de final. Pero estos partidos ya son otra cosa y vinieron a topar con la selección holandesa, vigente campeona de Europa. Plantaron cara, seña de identidad de los combinados ‘azzurri‘, pero no saltó la sorpresa en el Stade du Hinut. Tras una primera parte sin goles en las que el equipo tulipán tuvo las mejores ocasiones, la balanza acabó decantándose en la segunda mitad. De una acción a balón parado voló un centro con música al corazón del área. Allí encontró a la goleadora. Miedema, que se ha convertido en la máxima goleadora histórica a sus 22 años, tan solo tuvo que girar la cabeza para observar cómo su remate abría el camino a las semifinales. A diferencia de Van der Gragt, Miedema no tuvo ni que saltar. Sí lo hizo la defensora del Barça a diez minutos de final cuando consiguió, con otro impecable testarazo, sentenciar el partido.

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Se oxidó el perfecto engranaje alemán con el frío sueco. Se esperaba un partido igualado y así lo fue. Alemania había llegado hasta los cuartos de final con paso relativamente firme. Porque, durante todo el torneo, el conjunto teutón combinó la efectividad en los últimos metros con la fortuna en defensa. Y al final, tanto jugar con fuego… Pero no comenzaron mal el encuentro. Pasado el cuarto de hora, Magull recibió en el corazón del área y su control con el pie levantó el balón. Y se para el tiempo en el momento en el que la delantera se saca una media tijera que hace que el esférico se cuele por debajo de las piernas de la guardameta Lindahl. Pero aquello fue, tan solo, un espejismo. Porque esa maquinaria falló. Falló como falló ante China y España pero, a diferencia de las selecciones mencionadas anteriormente, Suecia no perdonó. Un esférico despejado al cielo de Francia; una central germana que no mide el salto; una delantera que agradece un uno contra uno que nadie esperaba. Jakobsson la cruzó y el balón acarició la red. La segunda mitad arrancó con un centró rematado por Rolfö y una asombrosa parada de Schult. Sin embargo, el rechace fue a parar a los pies de Blackstenius. No perdonó y se congeló el marcador a pesar de las intentonas germanas en los minutos finales del encuentro…