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“No voy a ir a la puta Casa Blanca”

Megan Rapinoe, quien fuese verdugo de España en los octavos de final, encabeza la cruzada de la selección estadounidense contra las políticas de Trump

Sexista, homófobo, misógino, racista, mala persona… Estas son algunas de las palabras que Megan Rapinoe, capitana y símbolo de la selección de Estados Unidos, le ha dedicado a Donald Trump, actual presidente de su país, durante los últimos años. Unos calificativos que vienen dados por las diferentes políticas que el mandatario ha llevado a cabo desde que ocupa la Casa Blanca.

Y tampoco se queda corto el mandatario, que siempre ha contestado a la futbolista y cuya actividad más destacada desde que está en el cargo es el uso que le da al Twitter. Sin embargo, para entender el desencuentro que existe entre ambas personalidades norteamericanas hay que remontarse unos cuantos años atrás. La historia de esa declaración ni siquiera tiene a Rapinoe por protagonista. Tampoco el soccer.

Sonó el himno de los Estados Unidos y Kaepernick y Reid, jugadores norteamericanos de la NFL, clavaron su rodilla en el suelo. Hartos de la violencia policial que sufría el pueblo afroamericano y las pésimas condiciones sociales de muchas familias, decidieron protestar de la manera que más duele a cualquier patriota. No cantaron la melodía nacional y la opinión pública se dividió en dos. Ese es, a ojos de un gran sector de norteamericanos de piel blanca, el mayor problema de su país. Tanto que la liga de fútbol americano prohibió arrodillarse durante el himno.

Pero si tenemos en cuenta los datos que ofrece el Washington Post, lo que proporciona ese gesto reivindicativo de ambos jugadores no es, tan solo, la brutalidad policial sino la carencia de justicia en los casos. Se desprende del medio norteamericano un dato relativamente alarmante. En 2018, murieron cerca de mil personas. Es más, allá por 2016, cuando los protagonistas decidieron arrodillarse, murieron otras 250 personas solo en el primer trimestre del año.

No obstante y a pesar de lo alarmante de las cifras, según los datos de Unión Americana por las Libertades Civiles tan solo 54 policías fueron encausados por asesinato y, la mayoría de ellos, quedaron absueltos. Así pues, si a la flojera que tienen los agentes en el gatillo le sumamos la pésima efectividad del sistema judicial nos queda un problema endémico al que Trump, acusado hasta en cinco ocasiones de abusos sexuales, no tiene intención de meterle mano.

Y es, en este punto, cuando la extraordinaria futbolista de los Estados Unidos decide intervenir. La que fuese verdugo de España en este Mundial de Francia decidió, allá por el 2016, emular a los pioneros y clavar su rodilla al son del himno de las barras y las estrellas. Un gesto que pasará a la historia de grandes imágenes que nos ha dado el deporte y que, evidentemente, no gustó nada al presidente. Dio, además, pie a la guerra que mantienen ambas personalidades. Tanto que la Federación de Fútbol Estadounidense decidió imitar la patética prohibición de la NFL.

“No he experimentado la brutalidad policial, ni racismo, ni nada parecido a ver el cuerpo de un familiar muerto en la calle. Pero no puedo permanecer como si nada cuando hay gente en este país que tiene que lidiar con este tipo de cosas”, escribió Rapinoe en The Player’s Tribune. Pero la extremo zurda no se quedó ahí. “No hay forma perfecta de protestar. Sé que nada de lo que haga aliviará el dolor de esas familias, pero siento que arrodillarme durante el himno nacional es la forma correcta de proceder y haré lo que sea para ser parte de la solución”, añadió la atacante de 33 años.

Además, Rapinoe no solo colabora con diferentes organizaciones en su lucha contra el racismo. También lo hace siendo una de las caras visibles de la comunidad LGTBI+. Tras declarar su homosexualidad en 2012, siempre ha manifestado su necesidad de apoyar a las personas que viven o vivieron las desagradables situaciones con las que tuvo que lidiar. “Supongo que, por el hecho de ser mujer y homosexual, siento una mayor empatía respecto a las personas que no se encuentran en una posición dominante”, aseguró la futbolista. “A mí me pareció una obviedad. Cuando alguien se ahoga, ¿vas a ayudarle o te quedas en la orilla?”, añadió.

 

“En lo que respecta al tuit de hoy del ‘presidente’, sé que le molestan las mujeres que no puede controlar o toquetear, pero estoy con Pinoe”

 

Sin embargo, y regresando a la polémica desatada en los últimos días, la futbolista que milita en el Seattle Reign, y que ha llevado a cabo todo tipo de protestas en contra de las políticas de Donald Trump, se ha mantenido firme en cuanto a su postura con el himno. “Nunca más cantaré el himno ni me pondré la mano en el corazón”, declaró recientemente. Ante España, partido de la que fue heroína, se levantó el vendaval. No cantó y no mostró un ápice de sentimiento por la melodía.

Trump echó las manos sobre el teclado y publicó su primer tuit en el que recriminaba la actitud de Rapinoe y la instaba a respetar los símbolos nacionales. Y ahí, la futbolista disparó. “De ninguna puta manera vamos a ser invitadas. No pienso ir a la puta Casa Blanca. Dudo que nos invite”, espetó la futbolista a Eiht by eight. Pero el conflicto no quedó ahí. El presidente de los Estados Unidos volvió a hacer uso de las redes para contestar. “Primero acaba el trabajo antes de hablar. Siéntete orgullosa de la camiseta que llevas”, escribió. Además, aprovechó para invitar a la selección femenina ganase o perdiese y volvió a pedir respeto por el himno y los demás símbolos patrióticos.

“Pido perdón por las formas aunque pienso lo mismo. Retiro la palabra, ya que enfadé a mi madre por usarla”, aseguró Rapinoe en rueda de prensa. Sin embargo, la que también dio que hablar fue la defensora de la selección, Ali Krieger, que salió en defensa de la capitana de la selección. “En lo que respecta al tuit de hoy del ‘presidente’, sé que le molestan las mujeres que no puede controlar o toquetear, pero estoy con Pinoe”, escribió en su cuenta de Twitter.

A las protestas de las futbolistas norteamericanas también se han sumado símbolos de la selección como Alex Morgan y Hope Solo. Estas dos últimas ya protestaron en antaño en contra de las desigualdades de género en este deporte. “Me di cuenta de la desigualdad cuando llegué a lo más alto. Nosotras viajábamos en las últimas filas del avión mientras que los hombres, que apenas pueden clasificarse para el Mundial, viajaban en charter”, dijo Solo, en una entrevista a Times. Todas ellas, apoyando la postura de la capitana, han declinado la oferta de presidente tal y como hiciesen los Warriors de la NBA en 2017.

La selección femenina de los Estados Unidos se ha convertido en un símbolo de lucha contra las políticas del presidente republicano. Más allá de los éxitos deportivos que han logrado y los que están por llegar han decidido plantarse y tomar su voz en favor de los colectivos más desfavorecidos del país. Son un símbolo nacional, todas ellas. Y lo saben. El frente dialéctico que mantienen con el presidente se ha recrudecido en los prolegómenos de los cuartos de final.

En mitad de un clima enrarecido, las futbolistas saldrán reforzadas ante la anfitriona. Habrá que esperar a la reacción de unos seguidores que, durante toda esta cita mundialista, han llenado los estadios por donde ha pasado el conjunto de Jill Ellis. Francia será el próximo rival a batir para lograr el ansiado título, pasearlo por todo el país y no pisar, como dice Rapinoe, la puta Casa Blanca.