Este texto está extraído del #Panenka33, un número que sigue disponible aquí
Abordamos siete coyunturas parecidas que han contribuido a hacer de este deporte el más imprevisible y emocionante del mundo. Del Etihad Stadium a Riazor; de Irán a Polonia; de Anfield a Fir Park. Estos son algunos de los campeones ligueros que recurrieron a un último partido de infarto para pasar a la historia.
Liverpool-Arsenal (0-2) / 26-05-1989
El Arsenal, segundo en la tabla, visitó Anfield en la última jornada de la temporada 88-89. Enfrente estaba el Liverpool, primero en la clasificación y favorito por varias razones. La primera era que los gunners hacía 15 años que no se llevaban la victoria en territorio ‘red’; la segunda era que en el mítico Anfield ningún visitante en los últimos tres años había ganado por una diferencia de dos o más goles -justo lo que los de Londres necesitaban para decantar el goal average y proclamarse campeones. En definitiva, la misión del Arsenal era casi imposible, ganar de dos goles en casa del líder, hasta que en el minuto 54 el delantero Alan Smith puso el 0-1 en el marcador y el miedo en el cuerpo de los locales.
El resultado seguía haciendo campeón al Liverpool, pero entonces ocurrió lo inesperado. Tiempo de descuento, patadón para arriba, balón que cae en los pies Smith y este le ofrece un pase en profundidad a Michael Thomas, que arranca hacia la portería contraria como una locomotora. El centrocampista conduce hasta penetrar en el área y, cuando se le acaban las energías, ‘pica’ el balón por encima de Grobbelaar. Un gol que pilló por sorpresa hasta al propio Thomas. Básicamente porque su respuesta fue realizar una voltereta pésima para luego intentar elevarse desde el suelo con la cabeza, en plan poseído. Afortunadamente, sus compañeros llegaron a tiempo para compartir la machada y celebrar una de las victorias más excitantes de la extinta First Division.
Deportivo-Valencia (0-0) / 14-05-1994
Sábado 14 de mayo de 1994. A Coruña amaneció hiperventilada, nerviosa, ilusionada… y se fue a dormir con lágrimas en los ojos. El Deportivo necesitaba una victoria para ganar la primera Liga de su historia. Jugaba en Riazor, ante su afición y contra un rival, el Valencia, que a pesar de no jugarse nada iba primado hasta el cuello. Francisco Liaño, meta deportivista, hizo su trabajo. Dejó la portería a cero y afianzó el Trofeo Zamora. Pero en ataque las cosas no fluyeron como se esperaba y el partido fue avanzando sin movimientos en el marcador.
En el minuto 89, el colegiado López Nieto señaló penalti a favor de los locales. Donato, el especialista, había sido sustituido unos minutos antes; Bebeto, el máximo goleador del equipo, miró hacia otro lado; y Djukic, central implacable y seguro de sí mismo, tomó la responsabilidad del lanzamiento. González, el portero no habitual de los valencianistas, adivinó el disparo, desatando la euforia en el Camp Nou, donde el Barça pasaba a ser, tras su victoria ante el Sevilla (5-2) y por goal average particular a su favor, el campeón del torneo por cuarta vez seguida.
“Los que sufren problemas cardíacos, estarán noqueados. Y los que no, hoy habrán puesto las bases para sufrirlos”
Hamburgo-Bayern (1-1) / 19-05-2001
No siempre el Bayern ganó Bundesligas de forma tan relajada -que no fácil, haters-. Pero sí de tres en tres. En una de las últimas ocasiones que encadenó esta cifra mágica sufrió lo indecible y, de paso, sumió al Schalke 04 en una depresión de dimensiones bíblicas. Vayamos por partes. El curso 2000-01 llegaba a su fin con el equipo bávaro instalado en lo alto de la tabla, a tres puntos del club de Gelsenkirchen, que en caso de empate a puntos entre ambos conjuntos tenía un mejor goal average. Por lo tanto, en la última jornada al Bayern le bastaba un punto para ser campeón. Un punto que acabaría logrando de la forma más agónica. Jugaba contra un Hamburgo sin opciones de llegar a Europa ni preocupaciones de descenso. Pero fuera de casa. El Schalke 04, por su parte, lo hacía ante su afición y contra el SpVgg Unterhaching, club de un municipio cercano a Múnich que sí se estaba jugando la vida por abajo. Y se notó, porque se adelantaron 0-2. Pero en la segunda parte un torrente de goles cambió el destino del Schalke 04, que logró remontar hasta dos veces (del 0-2 al 2-2 y del 2-3 al 5-3), marcando el tanto definitivo en el 89.
En Hamburgo todo seguía igual… hasta que Barbarez adelantó a los locales un minuto después, en el 90, y entonces sí, el Parkstadion se vino arriba. En ese momento, el Schake04 era campeón de la Bundesliga por primera vez en su historia, un sueño que se encargaría de desvanecer el central sueco Patrick Andersson, mandando un obús al fondo de las mallas en un libre indirecto dentro del área del Hamburgo. El empate del Bayern in extremis dejó a un Ottmar Hitzfeld absolutamente fuera de sí en el banquillo bávaro; y a una afición, la de los mineros, completamente destrozada. A Ebbe Sand, ariete del Schalke 04 y máximo goleador del torneo, solo le salió decir que había “estado bien” ser campeón de Alemania “durante cuatro minutos”. Mientras que a su homólogo del Bayern, Giovane Elber, se le ocurrió definir aquella jornada de esta manera: “Los que sufren problemas cardíacos, estarán noqueados. Y los que no, hoy habrán puesto las bases para sufrirlos”.
Motherwell-Celtic (2-1) / 22-05-2005
Acostumbrados a repartirse los títulos de liga -menos en los últimos años, cuando no han coincidido en la misma categoría-, Celtic y Rangers nos han regalado trepidantes finales de temporada. Pero, desde luego, ninguno como el vivido en la campaña 2004-05, donde los protagonistas del encarnizado Old Firm se vieron involucrados en una auténtica locura que a punto estuvo de hacer perder los papeles al piloto del helicóptero que transportaba el trofeo de campeón por el cielo de Escocia. La cosa fue así. El Celtic llegaba como líder al campo del Motherwell -que no se jugaba nada-, mientras que el Rangers, segundo, dos puntos por debajo, jugaba en el estadio del Hibernian, equipo que aún tenía posibilidades de afianzar la tercera plaza que daba acceso a jugar la Copa de la UEFA. Los ‘Hoops’ se adelantaron en el 29 por mediación de Sutton y dejaron correr los minutos sabiendo que ya no importaba estar pendiente de lo que hacía su eterno rival. Un Rangers que, por medio del español Nacho Novo, también se puso por delante en la segunda mitad (’59).
En el minuto 80 de ambos partidos, el helicóptero que transportaba el trofeo de campeón de liga inició su viaje hacia Fir Park, la casa del Motherwell. Pero en pleno viaje y cuando ya estaba pidiendo órdenes para aterrizar se vivió una auténtica pesadilla para el Celtic y un milagro para el Rangers. El héroe/verdugo fue el australiano Scott McDonald, quien, del 88 al 90, dio la vuelta al marcador con dos contragolpes letales. El piloto del helicóptero tuvo que volar a toda pastilla hacia Edimburgo para entregar la copa al Rangers de Alex McLeish. Y McDonald, el hombre que rompió el corazón de miles de seguidores del Celtic, acabaría dos años después fichando por el club de los católicos. Como penitencia, no está mal.
En el 80′ de ambos partidos, el helicóptero que transportaba el trofeo de campeón de liga inició su viaje hacia Fir Park. Pero en pleno vuelo, y cuando ya estaba pidiendo órdenes para aterrizar, se vivió una auténtica pesadilla para el Celtic
Persépolis-Sepahan (2-1) / 17-05-2008
Aunque en la liga iraní el derbi por excelencia lo representan dos clubes de Teherán, el Persépolis y el Esteghlal -puede que el derbi más importante de Asia, por su seguimiento-, no es menos cierto que entre el primer equipo -de clase obrera, fundado por un exboxeador procedente de los Estados Unidos– y el Sepahan, club de la ciudad de Isfahán -la tercera más grande del país-, también saltan chispas. Su rivalidad es tierna como el queso fresco; nació hace diez años, cuando ambos conjuntos se midieron en la final de la Hafzi Cup 2006, la segunda competición más importante del país. En aquella ocasión fue el Sepahan quien se llevó el título en los penaltis; pero el Persépolis se cobraría la venganza de forma muy pero que muy cruel dos años más tarde.
Fue en la última jornada de la Iranian Premier League 07-08, en la que ambos equipos, separados solo por dos puntos de distancia (Sepahan, 58; Persepolis, 56), se enfrentaron entre ellos. El duelo se puso de cara para los locales, el Persepolis, quien se adelantó en el 17′. Pero la alegría duró bien poco ya que en la primera media hora de juego los visitantes ya habían igualado el choque, logrando el punto que les valía para ser campeones. Pero como habrán adivinado esto va de situaciones extremas. Y en el minuto 96 – repetimos, ¡96′!- Sepehr Heydari puso patas arriba el Azadi Stadium con un gol de oportunista precedido por dos rebotes. El título acabaría quedándose en casa, con la locura evidente desatada en las calles de la capital iraní.
Beitar-Hapoel (1-2) / 15-05-2010
El Hapoel Tel Aviv hacía diez años que no reinaba en la liga de Israel. Por eso aquella temporada, la 2009-10, fue tan especial para ellos. El dominio de los clubes de Haifa (Maccabi Haifa) y Jerusalén (Beitar Jerusalem) tras el cambio de siglo se había hecho más evidente y en Tel Aviv solo habían saboreado la liga dos veces en una década (Hapoel, 1999-2000; Maccabi, 2002-03), gracias a sus dos clubes más potentes y a la vez enconados rivales.
El torneo que nos ocupa acabó con el Maccabi Haifa líder en la fase regular; sin embargo, el Hapoel Tel Aviv, segundo, lograría alzarse con el título tras unos play-offs donde terminó invicto tras enfrentarse los seis primeros entre sí. El título, por si fuera poco, lo sellaría en la capital del país, en casa del Beitar -equipo de la derecha israelí-, con uno menos desde el minuto 30 -aunque el árbitro expulsaría a dos locales en el segundo tiempo- y remontada incluida. ¿Puede molar más la hazaña? El jugador que puso la rúbrica fue Eran Zahavi, en el minuto 92, tras una jugada de pinball en la que, tras varios rebotes, logró conectar un tiro cruzado que ponía el 1-2. Los aficionados del Hapoel aprovecharon la victoria para mofarse de sus vecinos, un Maccabi que tres años más tarde se haría con los servicios de Zahavi a modo de venganza.
La cara de Ferguson en el momento en el que recibió la noticia de la remontada ‘citizen’ fue un poema que, si los hermanos Gallagher no convirtieron en canción, es porque no son tan mal bichos como parecen
Manchester City-QPR (3-2) / 13-05-2012
Puede que este sea el partido que mejor represente la fiebre de las últimas jornadas. Sin duda, también es el ejemplo más reciente. El Manchester City de Roberto Mancini se jugaba, ante el Queens Park Rangers, la primera Premier League de su historia -su último título doméstico era una First Division, en 1968-. Y los nervios por volver a saborear un trofeo de esta magnitud no solo se hicieron evidentes sino que casi le cuestan un disgusto de los gordos. El otro perseguidor, su rival ciudadano, el Manchester United, hizo los deberes en su visita al campo del Sunderland (0-1), así que todo lo que fuera no ganar en casa y ante un rival claramente inferior habría servido en bandeja el título a los ‘odiados’ red devils.
Perdiendo 1-2 en el tiempo reglamentario, la magia apareció cuando muchos ya habían arrojado la toalla; quien la invocó fue el bosnio Dzeko, primero (92′), y el argentino Sergio ‘Kun’ Agüero, con un zapatazo que le salió del mismísimo corazón, después (94′). La cara de Alex Ferguson en el momento en el que recibió la noticia de la remontada ‘citizen’ fue un poema que, si los hermanos Gallagher no convirtieron en canción, es porque no son tan mal bichos como parecen. En cualquier caso, el City logró el objetivo: volver a la élite sin perder su esencia canalla; eso es sufriendo y a ritmo de rock and roll.