Nos gusta pensar que hemos descubierto al próximo Balón de Oro. Sólo necesitamos un partido para dar rienda suelta a la imaginación. Aunque el efecto es efímero.
Fueron partidos que nunca se tenían que haber jugado. El fútbol se coló entre los muros de aquel infierno y sirvió de salvavidas para muchos prisioneros que desfallecían.
Louis Bever, fotógrafo afincado en Londres, ha dedicado los últimos meses de su carrera a plasmar sus dos pasiones en cada uno de sus trabajos: arte y fútbol.
Nos gustan los quioscos porque resisten y se rebelan. Cargan con una presión insoportable y una responsabilidad preciosa: sostener el recuerdo de un hábito.
Este domingo tendrá lugar uno de los derbis barceloneses más trascendentales que se recuerdan, entre Sant Andreu y Europa. Se espera un lleno hasta la bandera en una nueva fiesta del fútbol popular.
Un viaje a Buenos Aires. Un paseo por la Boca. Y, de repente, una imagen que vale más que mil palabras. Si amas el fútbol, tú también habrías sentido ese día el síndrome de Stendhal.
Por primera vez, lo que siento por mi padre no es reproche, ni agradecimiento, sino un “De nada, papá” que me emociona, que nivela la balanza, y nos descubre como dos personas que se tratan como iguales.