Verano de 2008. Basilea. Cuartos de final de la Eurocopa. El mundo se prepara para descubrir a Arshavin. Y el pequeño genio de San Petersburgo obedece sin rechistar.
Si preguntan qué es lo mejor que puedes hacer con un balón, nadie contestaría lo que Kroos lleva contestando los últimos 15 años: lo mejor que puedes hacer es pasárselo a otro.
Hizo lo contrario que se espera hoy de los triunfadores: tomar decisiones arriesgadas, salir de la zona de confort, vivir a toda pastilla, conocer a gente nueva. Y aun así, triunfó.
Hay cierta violencia en ver cómo los ídolos de tu infancia, a los que en su momento atribuías vidas de película, caen despedazados como figuras de barro.
Si hablas de alturas y diagonales, te llamarán “genio” o “vendeburras”. Si pides balones arriba y centros al área, alabarán tu honradez o te matarán por simple y anticuado.