Olvidarnos por un instante de la cualidad distintiva de Haaland, Mbappé o Guardiola, y reflexionar sobre sus capacidades secundarias, ajusta mejor su dimensión.
Uno reflexiona sobre el fútbol actual y el de hace 30 años, en lo que ha cambiado y en lo que permanece. Continúa igual la intrínseca emoción de este deporte.