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Philipp Lahm: el futbolista 1000 IQ

Las funciones de un capitán traspasan las fronteras del verde. Respetuoso y respetado por todos, el alemán no se achantó en el campo ni en la zona mixta

Nadie más que Lahm tiene la medalla impuesta por Guardiola al jugador más inteligente que ha entrenado jamás. Y eso que Pep ha dirigido a maestros del balón. Xavi, Iniesta, Messi, De Bruyne y una retahíla de jugadores que tienen tanto fútbol en los pies como en la cabeza. Ninguno estuvo a la altura intelectual del ‘Enano Mágico’ para el técnico de Santpedor. Tampoco en lo sentimental. “Philipp Lahm es una de las personas más importantes de mi vida”, se atrevió a declarar. Porque el alemán es obra de una de sus loqueteras tácticas, aquellas que introduce acertadamente en sus planteamientos y luego son copiadas por muchos otros entrenadores aetérnum. Guardiola tuvo la osadía de reconvertir a uno de los mejores laterales del momento en uno de los mediocentros más top de Europa. Phillip Lahm: una vida dedicada al Bayern de Múnich (con un periodo de cesión al Stuttgart en el albor de su carrera) y a su ‘Mannschaft’, en la que se ganó el cariño y veneración de todos por su inmensa calidad, pero sobre todo por su amor, pasión y respeto a unos colores (el rojo bávaro), una bandera (la alemana) y un deporte (el fútbol).

Sin acaparar nunca las portadas ni ser habitual en los anuncios televisivos, Lahm se coló hasta cinco veces en el once del año de la UEFA y otras dos en el de la FIFA. Sin obviar tampoco su amplio palmarés reunido en más de 700 partidos, en el que destacan, aparte del monopolio de Bundesligas que colecciona el Bayern en Alemania, un triplete en la temporada 12-13 y el Mundial de Brasil en 2014, siendo líder y capitán en ambos casos. Hace ya poco más de un lustro de su retirada y el mundo del fútbol sigue sin explicarse por qué colgó las botas con 33 años cuando aún le sobraba mecha para competir al primer nivel. Macht nichts (no importa): Lahm es reconocido como uno de los mejores laterales de la historia y elogiado por los más grandes. “Es el jugador más consistente que podrás ver jamás”, comentó Leo Messi en Squawka Football en 2015.

 

Dentro del campo fue uno de los mayores exponentes del fair play, teniendo las mismas expulsiones que tú en el fútbol profesional. Es decir, cero

 

Como buen alemán, la disciplina siempre estuvo presente en su filosofía. Dentro del campo fue uno de los mayores exponentes del fair play, teniendo las mismas expulsiones que tú en el fútbol profesional. Es decir, cero. Este no es un dato menor, teniendo en cuenta que ha basado su trayectoria alternando su posición entre el lateral y el centro del campo, los puestos más comprometidos a la hora de ser amonestado. El infravalorado arte de defender. Esta particularidad de Lahm también la referencia en el notorio sentimiento Wir-Gefühl. Este proverbio germano explica el sentir de ‘nosotros’ por encima del ‘yo’, la importancia del espíritu de equipo, la vanguardia sobre el ego y un objetivo común para alcanzar el éxito. Para el muniqués, el Bayern como conjunto y sus raíces eran innegociables a la hora de la consecución de títulos. “Los grandes equipos necesitan un núcleo de jugadores que tengan sus raíces y crezcan con sus clubes y encarnen su cultura. Es importante representarlo dentro y fuera del campo”, formuló Lahm como mandamiento indispensable en su manual como capitán y, con casi total seguridad, futuro directivo del Bayern.

Pese a su escasa estatura y complexión delgada, nunca se achantó en el terreno de juego. Tampoco fuera de él. Poseedor de un fuerte tren interior, aprovechaba su velocidad y descaro para vivir lo máximo posible en campo contrario y poder corregir con éxito esa posición tan adelantada. Su exquisita técnica le permitía regatear, controlar y tener un guante en el pie para colgar balones al área. Esa misma que lo convirtió en el centrocampista de confianza de Guardiola, donde nadie en la plantilla sabía proteger mejor el balón y su capacidad de giro le hacía inmune a cualquier presión rival. Su inteligencia y entendimiento del juego amenizó la adaptación del bávaro a esta nueva ubicación. “La experiencia que obtuve como lateral completo, el conocimiento de la defensa y la toma de las posiciones correctas me ayuda como centrocampista”, comentó el propio Lahm.

 

Hace ya poco más de un lustro de su retirada y el mundo del fútbol sigue sin explicarse por qué colgó las botas con 33 años cuando aún le sobraba mecha para competir al primer nivel

 

Calculador y meticuloso como Tommy Shelby en Peaky Blinders, Philipp Lahm era muy consciente de sus mensajes e intervenciones fuera del terreno de juego. Sin pelos en la lengua, tacheles reden, rasita y al pie o clar i català, como queráis llamarlo. Eso sí, siempre sereno y con buenas palabras. En 2009 se llevó una multa del propio Bayern por criticar la política de fichajes del club y su falta de “filosofía”. A los dos años, fue nombrado capitán. Pero para revuelo el que dio, en 2011, la publicación de su autobiografía “Der feine Unterschied” (“La pequeña diferencia”). En el libro, Lahm criticaba a ex entrenadores suyos de equipo y selección sobre su capacidad y gestión. Esto no sentó nada bien a los afectados, quienes entraron en cólera públicamente. Él, por su parte, ni se inmutó.

Lahm fue un tipo que jugó, ganó y se marchó. No era soberbio, pero sí seguro de sí mismo. El mismo que en su día sintió compasión por Brasil después de haberle marcado siete goles en los cuartos de un Mundial con la frase “ha sido agobiante porque nadie quiere que el rival cometa errores tan grandes a este nivel”, ha salido esta semana a dejar su reseña negativa respecto al polémico Catar 2022 acusando a la FIFA de haber dañado el fútbol y negándose a viajar al emirato. “Los homosexuales siguen estando criminalizados, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres, la libertad de la prensa y la libertad de expresión están restringidas y las condiciones de trabajo son espantosas”, argumentó el teutón en el diario Die Zeit.

A día de hoy, y desde que empezó a jugar a los seis años, sus actuaciones deportivas y extradeportivas han evidenciado que su premisa es la de cumplir la famosa frase que soltó Maradona el día de su retirada: “La pelota no se mancha”.

 


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Fotografía de Getty Images.