Si procedemos a navegar por nuestra hemeroteca mental, difícilmente toparemos con una cesión exitosa de un jugador de los tres grandes del fútbol español, como mínimo, en el último lustro. Carvajal, a préstamo en el Leverkusen, y Casemiro, en el Oporto, hace ya casi una década, son los últimos resquicios que se recuerdan de cesiones que sirven para convertir a un jugador sin minutos en titular indiscutible una vez de vuelta en su equipo, en este caso, en el Real Madrid. El Barça tampoco es especialista en la materia y el Atlético parece estar encontrando la tecla, al menos este año. Los rojiblancos han prestado, en este pasado mercado, a Sergio Camello al Rayo Vallecano, a Samuel Lino al Valencia y a un veinteañero que está triunfando y enamorando a toda la Costa Brava: el madrileño Rodrigo Riquelme. A sus 22 años, se ha convertido en una pieza fundamental para el Girona de Michel en este arranque de temporada.
Este Girona, tan ofensivo como divertido de ver -y es de agradecer- parece irle como anillo al dedo al joven ‘Roro’ -apelativo cariñoso con el que se le conoce-, que se encuentra en su hábitat natural cuando recibe el balón entre líneas y cuenta con espacios suficientes para girarse e imaginar el mejor recurso posible para el bien de su equipo.
Sus raíces no son diferentes a las de cualquier típico niño español. De bien pequeño empezó a patear el balón en un humilde equipo de Zaragoza, junto a su hermano Riqui, donde vivían por la situación laboral de su familia. Pero ya con tan solo una década vivida, Riquelme recibió la llamada del Atlético de Madrid, donde, año a año, fue escalando por todas y cada una de las categorías hasta debutar con el primer equipo el 1 de septiembre del 2019 frente al Éibar, en un disputado encuentro que terminó en un 3-2 favorable a los ‘Colchoneros’.
Un gran abanico de recursos, desparpajo y fluidez con el balón en los pies que contrasta fuertemente con su tímido carácter fuera del césped
En busca de minutos y oportunidades en el fútbol profesional, decidió, en 2020, irse cedido al Bournemouth, que por aquel entonces disputaba la Championship. El nivel que desempeñó no fue ni de lejos el mejor que él sabía que podía llegar a dar. Un cambio brusco para un prematuro futbolista, a miles y miles de kilómetros de su hogar, en un condado como lo es el de Dorset, con un clima apagado y mayoritariamente lluvioso que choca con el sol de su amada Madrid, no ayudó para que ‘Roro’ pudiera lucir su fútbol tal y como se esperaba. Aquella temporada en los ‘Cherries’, sin embargo, le sirvió para pasar de ser un niño con mucha calidad a un adulto dispuesto a cautivar a todo el mundo del fútbol.
Así lo hizo la siguiente campaña. Bajo el mando de una leyenda del Athletic Club, Joseba Etxeberria, recaló en la segunda categoría del fútbol español, para jugar, y de qué manera, en el Mirandés. Aunque le costó casi media temporada ganarse un sitio fijo en el once ‘rojillo’, ‘Etxebe’ detectó que el madrileño necesitaba actuar con libertad sobre el terreno de juego. Siendo capaz de cargarse el equipo a la espalda y recibir entre líneas con la técnica necesaria, mediante controles perfectos y pases precisos, se convirtió en el máximo asistente de la Liga Smartbank 21-22, lo cual benefició, no solo al Mirandés, sino a su compañero de cesión y amigo Sergio Camello, que fue el ‘pichichi’ del conjunto de Miranda de Ebro.
Con la idea clara en la cabeza de cumplir su sueño de triunfar en el Atlético de Madrid, Rodrigo Riquelme afrontaba esta temporada una nueva cesión, esta vez, por fin, en la máxima categoría del fútbol español. Girona sería su destino. Puede que la gran mayoría de jugadores se replantearan su futuro si un equipo te cede por tres campañas consecutivas, pero ese no parece ser el caso de ‘Roro’. Emulando a Antonio Machado en su poema Camino y sus míticos versos “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, donde reflexiona sobre la vida, confrontándola con un camino inexistente y que se crea uno mismo a medida que avanza hasta sus objetivos finales. En un camino que puede ser recto siempre que se tenga clara la meta o muy intrincado si esos objetivos son difusos. Y el de Riquelme es recto, y así lo está demostrando desde el primer día en Montilivi, poniendo la guinda del pastel el pasado fin de semana con un golazo antológico desde fuera del área, previo caño a Zubimendi, rindiendo homenaje a su apellido, que comparte con una leyenda del fútbol argentino de cuyo nombre no quiero acordarme.
El joven mediapunta español se está ganando el corazón de Michel paulatinamente. Un gran abanico de recursos, desparpajo y fluidez con el balón en los pies que contrasta fuertemente con su tímido carácter fuera del césped, concuerda a la perfección en el 3-4-2-1 creativo que propone el conjunto catalán. Aunque puede jugar de extremo, por su exquisitez técnica y velocidad, ‘Roro’ es mucho más un jugador de centro, zona en la que posee verticalidad e imaginación para moverse, asociarse y ser valiente en el momento de encarar y brindar el último pase.
‘Roro’ es mucho más un jugador de centro, zona en la que posee verticalidad e imaginación para moverse, asociarse y ser valiente en el momento de encarar y brindar el último pase
¿Pero con el ‘Cholo’? ¿Encajará igual de bien que en Girona? Michel y Simeone se encuentran en las antípodas en lo que a la forma de ver el fútbol se refiere. La narrativa táctica del Atleti, no parece, a priori, beneficiar los intereses del jabato, pero si se opta por seguir uno de los tantos ‘topicazos’ que se dicen en la barra de un bar junto a un amigo, un periódico y una cerveza, y que a veces, tienen mucho más sentido de lo que parecen, se llegaría a la conclusión de que todo buen jugador puede adaptarse a cualquier ecosistema de juego. Puestos a imaginar, y adentrándonos en una mente tan compleja y analítica como la del bueno de Diego Pablo Simeone, ¿que podríamos esperar de Riquelme en este Atlético de Madrid?
“Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”, dijo en su día Alfredo Di Stefano. Esa es sin duda una de las premisas fundamentales de los planteamientos tácticos del entrenador rojiblanco. En el clásico 4-4-2 bajo que propone el ‘Cholo’, priorizando el bloque, con el que pretende dominar los encuentros ocupando espacios y las zonas más adelantadas, ‘Roro’ se podría situar en una de las bandas, preferentemente la izquierda, para poder jugar hacia dentro e incrustarse momentáneamente en la posición de volante. En ese momento, un lateral de largo recorrido, como es el caso de Reinildo o Reguilón, que compensaría la falta de un extremo izquierdo, le permitiría coordinar el ataque del equipo, aprovecharse de los huecos que deja el contrario y dar el último pase a los atacantes. Como bien comentó nuestro compañero Miguel Quintana en su programa El post de Dazn, Riquelme podría ejercer una función similar, en el esquema de Simeone, a la que tenían jugadores como el brasileño Diego o el recientemente retirado Arda Turán.
Pero ¿para qué tener prisa si las cosas están yendo bien? Eso es lo que se deben preguntar tanto el futbolista como Simeone al ver como muchos aficionados se llevan las manos a la cabeza por no haberle dado una oportunidad al futbolista en el primer equipo esta temporada. La inmediatez en el fútbol es un error. Planificar las cosas pensando única y exclusivamente en el presente no augura buenos resultados a largo plazo. Lo que necesita cualquier jugador de 22 años es jugar, acumular minutos y crecer. Si todo sale bien, a ‘Roro’ le queda una carrera entera por delante haciendo vibrar al Civitas Metropolitano. “¡Paciencia, que es la madre de la ciencia!”, diría mi madre. Porque vivir el presente no significa evadir el futuro. Por el contrario, es el presente el lugar donde se construye tu futuro. Y en Girona, con Michel y rodeado de una camada que mezcla talento joven con veteranía contrastada, Rodrigo Riquelme Reche está a muy buen recaudo.
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Fotografía de Getty Images.