La prisa no es buena consejera, dicen. La toma de decisiones en caliente y sin coger perspectiva puede llevar a resultados no deseados. En el fútbol, es normal optar por el camino que te lleva rápidamente a la gloria y te permite tener fama y, por qué no, dinero. Pocos son los casos de jugadores que lo han pagado caro a lo largo de su carrera por querer adelantarse a lo que el destino les había preparado. Porque aunque se posea una gran calidad, o se sea un elegido por los dioses, en el fútbol hace falta algo más que destreza. Y si una cosa falta es cabeza para decidir bien. O al menos, para intentarlo. Rainer Maria Rilke, poeta y novelista austríaco, decía: “Deje que la vida vaya sucediendo y traiga lo que tenga que traer. Créame, la vida siempre, siempre tiene razón”. A veces hay que hacer caso a las grandes personas que nos ha traído la historia y aplicar sus citas más importantes en nuestro imaginario colectivo. Ojalá muchos futbolistas hubieran leído a Rilke antes de aventurarse a tomar malas decisiones. Salen muchos nombres en los últimos años, si nos ponemos a pensar, que prometían algo que al final no han acabado siendo. Desde los Hachim Mastour y Alen Halilovic a los Afellay o Gai Assulin. Futbolistas de los que se esperaba mucho y que, debido a diversos factores, terminaron pinchando. Pero no todos son víctimas de la fama inmediata. Hay otros, como nuestro protagonista de hoy, Kaoru Mitoma, que deciden esperar y formarse para llegar a cumplir un sueño.
Corría el 2006 en Japón. Ese verano se disputaba la Copa del Mundo en Alemania, una cita en la que el país nipón había quedado emparejado en el grupo de Brasil, Australia y Croacia. La selección asiática presentaba un efectivo poco reconocible, con un Sunshuke Nakamura, que por entonces ya jugaba en el Celtic de Glasgow, como principal estrella. No fue el mejor Mundial de los del sol naciente ya que no superaron ni la fase de grupos, pero seguro que ese evento despertó el interés en los jóvenes del país. Por aquel entonces, Mitoma tenía nueve años y acababa de entrar en la academia del Yokohama Frontale, una de las más potentes de Japón y fue, en ese momento, que empezó a soñar con ser futbolista profesional. Su carrera futbolística avanzaba, pero también su vida académica. Cuando Kaoru llegó al equipo sub-18 del Frontale, el club le ofreció el primer contrato profesional de su carrera, pero el extremo lo tenía claro, primero quería ir a la universidad.
Así que le admitieron en la Universidad de Tsukuba donde cursó un grado en Educación Física y empezó a preparar una tesis sobre el regate, un tema que no le supuso ningún problema ya que era su gran pasión. “Me encanta el fútbol y lo que más me gusta es regatear”, señalaba en una entrevista en The Athletic. Mientras jugaba en el equipo universitario, y hasta ganaba una Copa del Emperador con dos goles suyos en la final de su segundo año de universidad, su formación académica avanzaba. Para poder sacar conclusiones, el japonés decidió colocar cámaras en las cabezas de sus compañeros para ver “dónde y qué miraban los atacantes y cómo los observaban los defensas.” De esta forma podía analizar cuáles eran las tendencias más habituales entre los jugadores y así formarse personalmente. Y no solo se quedó ahí, también observó a los mejores regateadores del mundo para poder extraer conclusiones. El resultado, el siguiente: “Los buenos regateadores no miraban la pelota, miraban hacia adelante” y la solución que extrajo era obligar al rival a cambiar su centro de gravedad. Mitoma era un buen regateador, pero nada “fuera de lo normal”. Después de todo este estudio, su técnica se ha multiplicado. Así pues, al terminar la tesis, Mitoma firmó su primer contrato profesional en 2020 con el club de su vida, el Kawasaki Frontale. En su primera temporada marcó 18 goles en 37 partidos y en la segunda, antes de que lo fichara el Brighton, ocho tantos en 20 partidos.
Cuando Kaoru llegó al equipo sub-18 del Kawasaki Frontale, el club le ofreció el primer contrato profesional de su carrera, pero el extremo lo tenía claro, primero quería ir a la universidad
El momento ha llegado
Porque tan fácil es triunfar, como no hacerlo, pero si esperas el momento adecuado todo es más fácil. Y así lo hizo Mitoma cuando llegó la oferta del Brighton and Hove Albion. “Quería jugar en una liga al más alto nivel profesional. Así que cuando jugué en la J-League durante un año y medio y el Brighton se puso en contacto conmigo, sentí que tenía que ir allí”, contaba en Eurosport. Firmó un contrato de cuatro años y se marchó cedido al Union Saint-Gilloise belga, dónde adquirió la experiencia necesaria para volver a la liga más exigente de Europa, la Premier League.
Y la espera ha valido la pena. El extremo japonés es ahora mismo la gran estrella de los del sur de Inglaterra y, también, de su selección. Además, después de la marcha de Trossard al Arsenal, su impacto está siendo aún más grande. Y su relación con De Zerbi crece día trás día. “Si está sobre el campo, es imposible sustituirlo porque siento que siempre puede marcar”, confesaba el técnico italiano. Una devoción que también siente Mitoma. “Me encanta jugar a las órdenes de De Zerbi”. Por el momento, cinco goles y una asistencia en 15 partidos en Premier y un repertorio de slaloms y regates dignos de estudio.
Porque a veces lo más fácil es dar el salto cuando se nos abre la oportunidad, pero, también a veces, lo más sensato es esperar hasta que estemos más formados y seamos capaces de tomar una decisión por nuestra cuenta. Mitoma lo hizo. Y así le está yendo. Nada mal, para ser honestos.
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Fotografía de Getty Images.