“Es de locos”. Esta es una de las expresiones que se me han pegado de Ilie Oleart al ver los videos de La Media Inglesa y que puede servir para empezar a describir la mágica proeza que hicieron los muchachos del italiano Claudio Ranieri en aquella colosal campaña de 2015-2016. En ¡Dilly-ding, dilly-dong! Leicester City, el triunfo más improbable de la historia del fútbol inglés, el catalán y fundador de uno de los medios digitales de referencia sobre fútbol inglés en español, no pretende contar un relato más sobre una historia que vista desde fuera y de manera rápida puede llegarse a pensar que es otra de David contra Goliat, sino que es algo mucho más bello: un grupo de personas que fueron ninguneadas, rechazadas y descartadas se unieron para levantar el trofeo de la Premier League juntos.
Como libro de debut, es toda una declaración de intenciones de la manera en la que trabaja desde hace muchos años el experto en fútbol inglés. Oleart, juntaletras vocacional, comenzó a recopilar los testimonios, datos, crónicas, análisis de la prensa e investigaciones mientras la temporada estaba en curso. El autor no quiere ser protagonista ni se postula a serlo. Qué hizo para redactarlo ya es otro libro. Solo pretende narrar y dar a conocer cómo se fraguó aquella gorda gesta, que empezó como toda buena anécdota tiene que hacerlo: con una orgía en Tailandia.
Asimismo, la obra provoca una percepción profunda de los hechos para que el lector obtenga una visión global de lo que sucedió y lo que supuso para el club y la ciudad, formando un mapa a través de las hojas con el valor añadido de la ayuda del contexto social que lo describe y acompaña. Todo bajo una escritura rebelde y salvaje y con gotas de ese humor sarcástico e irónico tan característico que se puede observar en YouTube.
Un grupo de personas que fueron ninguneadas, rechazadas y descartadas se unieron para levantar el trofeo de la Premier League juntos
Cada una de las historias de los héroes de ¡Dilly-ding, dilly-dong! Leicester City, el triunfo más improbable de la historia del fútbol inglés es un recorrido hacia la redención. Sobre el míster Claudio Ranieri se extendía la fama de que era un segundo. Cuando ganó la Copa del Rey con el Valencia y tenía un equipo para marcar una época, decidió marcharse. Tampoco alzó la Champions League ni el Scudetto a pesar de tenerlo a centímetros. Jamie Vardy fue un tipo que trabajaba en una fábrica y jugaba partidos con una pulsera eléctrica. N’Golo Kanté y Riyad Mahrez se criaron en barrios conflictivos de los aledaños de París en los que la salida buena no era siempre la más fácil y vieron como los excluían. Uno por ser bajito y el otro por frágil, respectivamente. Kasper Schmeichel tuvo que aguantar durante mucho tiempo la cantinela de la comparación con su padre. Danny Drinkwater, canterano del Manchester United a lo largo de años, no debutó con el equipo de Old Trafford. Wes Morgan fue descartado por pesar demasiado. Y todavía falta mucha plantilla.
Más allá del verde, la gran familia que se formó en el vestuario se fue de fiesta navideña a Copenhague, donde se disfrazaron de superhéroes y continuaron a lo suyo. Y el meme de Drinkwater bebiendo agua y el tuit jocoso de que Kanté cubre la parte de la tierra que no lo hace el agua son algunas de cosas que hicieron más humano y querido a ese conjunto.
Por otro lado y durante esa campaña, el discurso de que el conjunto no podría sobrellevar la presión y que se caería, los medios de comunicación echaban horas de tertulias y no se lo tomaban muy en serio, titulares explicando cómo se pronunciaba Leicester o si era más probable que ganasen a que estuviera coleando algún cantante ya desaparecido, periódicos de la ciudad se llenaban de cartas emotivas y desgarradoras de aficionados ‘foxes‘ que no olvidaban las finales perdidas, una familia propietaria que quiso que el club fuera una pieza fundamental dentro de su comunidad y una ciudad multicultural que se pintó por completo de azul.
La obra se fascina por las memorias de esos futbolistas, pero también con aquellas personas que viven como si tuvieran la sangre azul como la vestimenta de su equipo y aun teniendo el logro en la palma desconfiaban de que la fortuna no fuese para ellas porque la existencia, básicamente, son desgracias, pero les tiene que doler el pecho de orgullo. Habrá que ir buscando a Elvis en algún chiringuito de Las Bahamas.
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Fotografía de Imago.