Cuando Ivan Perisic era adolescente, sus amigos le llamaban Koka (gallina) porque solía ayudar en la granja de pollos de su padre a las afueras de su ciudad natal de Omis, en la costa croata. Nunca le importó su apodo y, afortunadamente, no se le quedó cuando llegó a Split para jugar en las categorías inferiores del Hajduk. Club al cual eran muy aficionados en la familia Perisic, al igual que lo eran casi todos los de su región. Fue, precisamente, la empresa familiar la que marcó el devenir de la carrera de Ivan desde el principio.
Hoy en día, los clubes de Croacia suelen vender mucho más temprano a sus principales perlas adolescentes a pesar de que solo hayan jugado algunas temporadas a buen nivel en categorías inferiores. Lo ideal sería que pudieran madurar en su país, pero la dura realidad de este negocio hace que se deba ser más rápido que los competidores. No todos alcanzan su verdadero potencial una vez alejados tan jóvenes de sus casas y de sus familias, pero ese es un riesgo que los clubes están dispuestos a tomar: el traspaso cuesta menos si el jugador aún no se ha desarrollado porque, a esas edades, los valores de mercado tienden a crecer muy rápidamente.
Perisic cumple este verano una década desde que se fue de Hajduk Split sin ni siquiera haber podido triunfar con el club en el que había soñado jugar desde niño
Perisic fue el precursor de esa tendencia. Este verano se cumple una década desde que se fue de Hajduk Split sin ni siquiera haber podido triunfar con el club en el que había soñado jugar desde niño. Gracias a la fortaleza de su carácter, ha salido adelante, pero nunca le fue fácil.
“Cuando estoy en el banquillo, me muero”, dijo una vez Perisic. No jugar siempre ha sido como un castigo para él, pero tuvo que aprender de las dificultades del profesionalismo para crecer mentalmente y convertirse en el jugador que es ahora.
Ese verano de 2006, los periódicos informaban acerca de un joven de pelo rizado que había impresionado al entrenador de Hajduk, Zoran Vulić, durante un entrenamiento de pretemporada en Eslovenia. Dudaban si iba a ser el sustituto de la mayor estrella del equipo, Niko Kranjcar, o tal vez podría jugar junto a él en la alineación titular. Muchos clubes europeos también iban tras él, algo habitual para cualquier gran talento del momento. Lo que nadie mencionó fue que Perisic iba a firmar su primer contrato profesional.
El Sochaux envió un avión privado a Eslovenia para llevarse a Perisic. En Hajduk no estaban dispuestos a dejarlo ir, pero él se negó a firmar un contrato con los croatas y ya se había trasladado a Francia con su madre y su hermana. Al final, los dos equipos llegaron a un acuerdo y el Hajduk recibió 360.000€. En realidad, fue menos de lo que percibieron por él este verano gracias a la parte del ‘fondo de solidaridad’ que se paga al club formativo, cuando Perisic fue traspasado del Wolfsburgo al Inter por 20 millones de euros.
Fue hace sólo dos años, cuando su padre, Ante Perisic, reveló lo que había sucedido. Todo fue culpa suya, dijo. Tenía dificultades financieras y su negocio de pollos estaba al borde de la quiebra. Necesitaba con urgencia el dinero, así que le dijo a su hijo que aceptara la oferta. El resto de la familia se fue con el chaval y el padre se quedó para tratar de salvar el negocio. “Fichar por el Sochaux era lo mejor para la familia en aquel momento”, confesó Ante Perisic en una entrevista para el periódico Slobodna Dalmacija. “Quería que se alejaran de mí y de mi sufrimiento”.
Pero Ivan tampoco jugó en el Sochaux. En sus tres temporadas allí solo estuvo en el filial y fue cedido a Roeselare, un modesto equipo belga, en invierno de 2009. Al verano siguiente fichó por el Brujas y, ya en 2011, fue máximo goleador y jugador del año de la Liga Jupiler. Fue entonces cuando debutó con Croacia, bajo las órdenes de Slaven Bilic. “Si es necesario me ofrezco para cargar con los balones del entrenamiento, sólo por tener la oportunidad de jugar con genios como Luka Modric y Niko Kranjcar”, dijo.
El siguiente paso fue el Borussia Dortmund, donde tuvo actuaciones realmente memorables y obtuvo grandes éxitos. Como el golazo de volea desde fuera del área ante el Arsenal y el regreso del club a la Liga de Campeones. Pero se distanció de Jürgen Klopp, sobre todo después de la vuelta de Marco Reus a Dortmund. Perisic se quejó a la prensa por no jugar regularmente a lo que el entrenador replicó: “El lloriqueo en público es para la guardería, no para los adultos. Si no juega, un profesional de fútbol debe cerrar la boca, trabajar duro y hacer que el entrenador le ponga”.
Tal vez Klopp tenía razón, porque tras ser vendido al Wolfsburgo en 2013 -y dos años después al Inter- Perisic no se volvió a quejar jamás. De nuevo, pronto comenzó a jugar de forma regular y también se asentó como el jugador mejor valorado de la selección croata, a pesar de que antes había sido criticado por la falta de esfuerzo defensivo. Sin embargo, desde el Mundial 2014, ha ido a más y su aportación también será crucial para las posibilidades del equipo en Francia.
Diez años después de su marcha de la granja de pollos, Perisic vuelve a Francia, donde comenzó a desarrollar su carrera profesional. No tendrá muy buenos recuerdos de allí, pero ya no es el sinvergüenza de pelo rizado que salió de ese jet privado: este Perisic 2.0 es algo más maduro y mucho más letal.
Aleksandar Holiga | | Telegram
