La paciencia no es la principal virtud de Maurizio Zamparini, el temperamental propietario del Palermo que la pasada temporada cambió nueve veces de entrenador, el mismo que una vez amenazó a sus futbolistas con cortarles “los testículos” y comérselos “en una ensalada”. Encantador, ¿verdad?. Pero ni siquiera él, tras 75 años de irascible carácter, estaba preparado para lo que se le venía encima cuando Kyle Lafferty llegó libre del FC Sion en 2013.
“Es un mujeriego desbocado, un irlandés fuera de control”, declaró Zamparini a una radio local siciliana mientras se preparaba para mandar al delantero al Norwich City tras una temporada en su club. “Es capaz de desaparecer durante una semana a la búsqueda de mujeres en Milan. Nunca entrena, está completamente descarriado. Sobre el campo es un gran jugador, nos ha dado todo lo que tiene y más. Pero en términos de comportamiento es incontrolable. Nuestro técnico [Beppe Iachini] me ha dicho que no puede disciplinarlo, así que debe marcharse”
No es fácil librarse de una mala reputación en el fútbol, y el veredicto del presidente del Palermo sobre reforzó aún más la imagen de rebelde talentoso de Lafferty, un jugador que siempre ha tenido problemas para mantenerse en primera línea desde que el Burnley lo traspasó a cambio de 3 millones de euros al club del que es seguidor desde niño, el Glasgow Rangers, en 2008. No obstante, dice mucho de la transformación que ha experimentado el jugador el hecho que acuda a la Eurocopa como auténtico héroe de Irlanda del Norte, un futbolista decisivo que entra en los planes de un entrenador que, ante todo, pide disciplina, trabajo duro y respeto a todos y cada uno de los miembros de la plantilla.
Lafferty ha resucitado de la mano de Michael O’Neill, uno de los pocos técnicos que ha sido capaz de sacar provecho con regularidad del enorme potencial del ariete. No marcó un solo gol en la primera fase de clasificación que dirigió O’Neill, la del Mundial 2014, en la que Irlanda del Norte solo ganó un partido para acabar penúltimo por debajo de Azerbaiyán y un punto por encima de Luxemburgo. Pero ha marcado siete goles en la fase que ha supuesto la primera clasificación para la Euro de la historia de la selección, y su primera presencia en una fase final por primera vez en los últimos 30 años, siendo primeros de grupo. Solo Robert Lewandowski, Zlatan Ibrahimovic, Thomas Müller, Edin Dzeko y Artyom Dzyuba han marcado más goles que él.
“Mis primeros años de carrera internacional no fueron serios. Aparecía cuando me daba la gana, creaba problemas y no me concentraba”
El punto de inflexión en su carrera es fácil de identificar. Llegó después de una derrota por 4-2 contra Portugal en 2013, cuando Lafferty saltó al campo frustrado por ser suplente y solo tardó 13 minutos en ser expulsado por una falta irresponsable. O’Neill reprobó su actitud en público, acusando al jugador de “haber decepcionado a sus compañeros”. En privado, el técnico dejó claras otras verdades que afectaron profundamente al delantero.
“La transformación se la debo a Michael [O’Neill]”, admite Lafferty. “Me sentó el día después de mi expulsión contra Portugal. Es duro cuando alguien con el que crees tener una buena relación, al que respetas, te dice cosas que hieren. Pero al marcharme y pensar en ello, supe que tenía razón. Entonces me dio otra oportunidad convocándome para el partido contra Chipre, Muchos entrenadores no lo hubieran hecho. Cuando entré ante Portugal estábamos ganando el partido, pero en mis primeros 30 segundos en el campo, perdí a mi hombre y eso nos costó un gol. No importa quién fue, Ronaldo o el que sea, perdí la marca. Y 13 minutos después me expulsaron. Fue una situación difícil y estoy casi seguro que cualquier otro entrenador no habría querido saber nada más de mí. Pero él me habló como un adulto. Lo que me dijo me hizo creer de verdad que los chicos me necesitan en el equipo. Me hizo despertar. Si no me hubieran expulsado contra Portugal no sé si ahora estaría como estoy, ayudando al equipo de esta manera. Es obvio que tenía que crecer. No podía ser siempre el que está de cachondeo fuera del campo pero solo juega bien uno de cada tres partidos. El equipo y el país necesitan a un Kyle Lafferty con la cabeza amueblada, no a un payaso”.
O’Neill ha conseguido que Lafferty gane en confianza y mejore su estado de forma dejándole claro que va a ser titular de manera regular, que su participación es crucial para el equipo. Algo que no ha ocurrido a nivel de clubes, en el que el delantero solo entró como suplente en tres partidos del descendido Norwich City antes de irse cedido al Birmingham, en segunda división.
La transformación de Lafferty atañe a Irlanda del Norte y, para sorpresa de Zamparini, a su vida privada. Se casó con la modelo escocesa Vanessa Chung en el Hotel Gleneagles el sábado antes de unirse a sus compañeros en la preparación para la Euro en un campo de entrenamiento cerca de Dublín. La luna de miel tendrá que esperar. Seis días después de la boda, Lafferty jugó su partido número 50 con Irlanda del Norte ante Bielorrusia.
“Siendo honesto, tengo que reconocer que hace mucho tiempo que tenía que haber alcanzado esa cifra”, dijo después del jugar su encuentro 50. “Mis primeros años de carrera internacional no fueron serios. Aparecía cuando me daba la gana, creaba problemas y no me concentraba. En los últimos dos o tres años he sentado la cabeza y doy la cara en todos los partidos. He sido titular en nueve de los diez partidos de la clasificación, y ha sido increíble haber marcado siete goles que han ayudado al equipo a clasificarse, algo que no solo es bueno para nosotros, los futbolistas, sino para todo el país”.