Quizá no debería ser una sorpresa que el jugador de la Roma y de Italia Alessandro Florenzi haya tenido de una carrera tan exitosa hasta la fecha, a pesar de contar tan sólo con 25 años de edad. A lo largo de su vida, el versátil ‘giallorosso’ ha desarrollado la mayor parte de su talento a través de puro, constante e implacable trabajo. Para él, todo se fundamenta en currar duro.
El tío de Florenzi, Pietro, fue uno de los primeros en estimular la pasión de su sobrino, cuando el chico tenía apenas cuatro años. Al entrar en casa de la familia Florenzi para una visita, Pietro fue recibido por un Alessandro excitado que corrió hacia la puerta con un balón de fútbol bajo el brazo y una camiseta de la Roma que le llegaba por debajo de las rodillas. “Ah, ¿vas a jugar?” Preguntó Pietro. La reacción instantánea de Florenzi fue de sorpresa: “Por supuesto que no”, respondió rápido, “me voy a trabajar”.
Su abuela visitó el Olímpico por primera vez para ver a su nieto jugar en 2014. Fue entonces cuando se produjo uno de los momentos más memorables de historia reciente de la Serie A. La Roma se la jugaba contra el Cagliari. Un amigo íntimo de Florenzi, Mattia Destro, le tiró un pase al borde del área y Florenzi enganchó ese balón con toda su alma. Inmediatamente, se fue hacia la tribuna principal, saltando la barrera, buscando con la mirada a su abuela que estaba en las primeras filas, y dándole un emotivo abrazo para celebrar el gol. “Fue la primera vez que me vio jugar”, dijo Florenzi después de su celebración. “Fue fantástico tenerla aquí, porque incluso cuando era un niño, nunca logró verme, pero ahora, a los 82 años, hizo el viaje para conseguirlo. Me dijo que si ella había venido hasta allí tenía que marcar para dedicárselo”.
Aquello hizo de Florenzi un jugador muy querido entre el público italiano en general y las ancianas de la península en particular. El pasado septiembre, casi dos años después de aquello, le invitaron a un evento organizado por el Ministerio de Salud italiano en apoyo a las ayudas a los mayores.
Esa noche inolvidable en el Olímpico se produjo tres años después de que Florenzi debutara en Roma. Para un ‘giallorosso’ de toda la vida, la entrada en escena no pudo haber sido mejor, ya que ingresó sustituyendo a Francesco Totti. Fue la recompensa a una temporada, la 2010-11, de duro trabajo, durante la que fue capitán del filial, con el que ganó el Scudetto y anotó 15 goles. Al año siguiente, se fue cedido al Crotone, de la Serie B. Tal es su popularidad en el barrio de Via Del Mare, donde creció -y donde siguió viviendo con su familia incluso habiéndose convertido en un jugador de alto nivel en la Roma- que muchos hogares de la zona pagan la cuotra de Sky Sport Italia solo con el propóstio de poder ver a su héroe local acción.
Durante la etapa en el club de Calabria, se empezó a evidenciar su excepcional versatilidad y polivalencia, que es uno de los puntos fuertes de su juego. Durante un partido de Copa de Italia contra el Lecce, con el Crotone muy mermado por lesiones y sanciones, el entrenador Lorenzo Menichini no tuvo más remedio que tomar una medida desesperada: colocar a Florenzi como lateral. Esa temporada sería elegido como mejor jugador joven de la Serie B.
Irónicamente, es en el lateral donde Florenzi ahora ha encontrado su rol en los últimos 18 meses, tanto con Rudi García como con Luciano Spalletti, en la Roma. Sin embargo, es también muy eficaz en posiciones más adelantadas o en el centro del campo, una demarcación en la que podría verse situado durante la Eurocopa, dadas las lesiones de Claudio Marchisio y Marco Verratti. Es lo que los italianos llaman un ‘tuttocampista’: un jugador completo, capaz de actuar en cualquier posición.
El suyo es un caso similiar al de Totti o al de De Rossi, ambos aficionados de la Roma que han triunfado en su club. Quizá Florenzi sea el gran capitán romanista del futuro. Esta temporada, de hecho, ya disfrutó de la capitanía por primera vez en un ‘Derby della Capitale’ contra la Lazio. La Roma ganó 4-1 y Florenzi selló con una excelente volea una actuación para la posteridad. Tras el partido, declaró: “Tenía un amigo en la escuela que siempre estaba tratando de conseguir que me hiciera de la Lazio”, recordaba Florenzi con una sonrisa maliciosa. “Se llamaba Alessandro e hizo todo lo posible para convertirme. Me presionó mucho, pero nunca me rendí y siempre fui de la Roma”.
Florenzi acostumbra a dejar acciones espectaculares en cada partido. ¿Quién olvida sus bicicletas contra el Génova? ¿O el golazo imposible desde más allá de medio campo contra el Barcelona en la Champions? Para poder dejar boquiabiertos a los blaugrana, hay que ser una clase especial de jugador. Sin embargo, él no se ve a sí mismo como tal: su honestidad y su humildad también explican su gran popularidad. “Fue por instinto y por huevos”, ríe Florenzi cuando se le pregunta por la acción que le dio fama mundial. “Supongo que no tenía más opciones. Aunque tengo que decir que he intentado repetirlo en el entrenamiento y ni siquiera podía llegar a la portería”. Eso es lo que lo hace especial: se puede carecer de la capacidad técnica de Totti o del liderazgo de De Rossi, pero lo suyo es pura pasión y persistencia, la del hombre que ha pasado de ser el chico favorito de los aficionados a un icono de Roma. Ahora, Antonio Conte e Italia esperan sacar provecho este verano de su capacidad de sacrificio.
Padraig Whelan | | La Gazzetta dello Sport