Es posible que no haya un idioma más eficaz que el de un buen gol por la escuadra. Una imagen vale más que mil palabras, y un disparo al ángulo debe valer por mil una.
Laporta entendió que era mejor soltar la mano y volver a empezar. Y encontró otra nueva ilusión. Alguien que ni siquiera habla tu idioma, pero que os basta un parpadeo para entenderos.