Esta es la historia de un padre, un hijo y una promesa; el relato de cómo un inmigrante albanés ayudó a un joven talentoso a convertirse en el futbolista que carga con el entusiasmo de toda una nación ante la Eurocopa.
No es fácil convertirse en un jugador de primer nivel hoy en día. Requiere talento, determinación, sacrificio, trabajo duro -y también un poco de suerte-. Pero a veces también ha requerido de la fe inquebrantable de un padre que lo dio todo para cumplir una promesa: la de conseguir que el talento futbolístico de su hijo no pasara desapercibido. Esta es la historia de Elseid Hysaj, el lateral derecho de Albania y el Nápoles.
Una impresionante temporada 2015-2016 con el club de la Serie A ha convertido a este jugador de 22 años en una de las mayores promesas del fútbol europeo, alguien al que, según se ha publicado, siguen de cerca clubes del nivel del Bayern de Múnich, el Atlético de Madrid, el Chelsea e incluso el Barcelona. Nada de esto hubiera sido posible si el padre de Hysaj, Gzim, un albanés inmigrado a Italia, no hubiera tenido una confianza ciega en las capacidades de Elsi.
Como muchos albaneses durante los 90, Gzim arriesgó su vida viajando en lancha hasta Italia en busca de trabajo. Allí llevó a cabo todo tipo de trabajos temporales para darle bienestar a su familia e hizo ese peligroso viaje a través del Mar Adriático en varias ocasiones para poder traer de vuelta el dinero a Albania, donde el pequeño Elsi crecía con su madre. Como miembro de uno de los pequeños clubes amateurs de su localidad natal, el Shkoder, Hysaj empezó a mostrar su talento desde bien temprano. Esa chispa no pasó desapercibida a su padre, que vería como un giro del destino ayudaría a que la vida de su hijo cambiara a mejor.
Hysaj comenzó a jugar en la cantera del Empoli en 2009, mostrando enseguida que estaba un paso por delante de sus compañeros. Ya era un fijo con los juveniles a los 16 años y Albania lo llamó para la Eurocopa sub-17 de 2010
Uno de los empleos precarios por los que pasó el sacrificado inmigrante albanés fue el de obrero de la construcción. En el verano de 2004, Gzim empezó a trabajar en la remodelación de la casa de Marco Piccioli, un agente FIFA italiano por cuyas manos habían pasado un puñado de futbolistas con solera. “Mi hijo juega al fútbol. ¿Puedes encontrarle un equipo?”, le preguntó Gzim al agente, que, cuando supo que el chico solo tenía 10 años, le respondió, bromeando: “Es joven, tráelo dentro de cuatro o cinco años”.
La respuesta no descorazonó a Gzim, que se las apañó para mantener el contacto con Piccioli. Mientras, el pequeño Hysaj continuó jugando en el Skhoder, un filial del Vllaznia, cuyos ojeadores no reparaban en él. El canterano diestro se asentó como defensa de garantías en las ligas formativas amateurs, mostrando sus cualidades en cualquier posición de la defensa, una característica que todavía hoy conserva.
Cuando Elseid tenía 14 años, Gzim decidió que era hora de recordarle al agente la frase que había medio en broma unos años atrás. Se reunió con Piccioli y le pidió que organizara alguna prueba para su hijo en academias italianas. El agente aceptó y lo llevó a probar a la Fiorentina. Hysaj causó sensación en el club ‘viola’, que intentó ficharlo. Pero el papeleo complicó las cosas, debido a las gestiones burocráticas relacionadas con los hijos de los inmigrantes venidos desde fuera de la Unión Europea. Así que mientras la Fiorentina sopesaba si debía o no fichar al jugador, el Empoli apostó por él y se lo llevó a sus filas.
Hysaj comenzó a jugar en la cantera del Empoli en 2009, enseñando enseguida que estaba un paso por delante de sus compañeros. Ya era un fijo con los juveniles a los 16 años y Albania lo llamó para la Eurocopa sub-17 de 2010. En noviembre de 2011, hizo su debut con el primer equipo del Empoli bajo las órdenes de Maurizio Sarri y recibió la primera llamada de la selección absoluta, convirtiéndose en el tercer jugador más joven en vestir el rojo y negro de Albania, con 18 años, en un partido contra Georgia. Las buenas temporadas con el Empoli y la selección le permitieron labrarse una buena reputación en Italia y en su país, algo que lo llevó a firmar con el Nápoles en el verano de 2015, garantizándose así un lugar en la Eurocopa como uno de los talentos a seguir en Europa y como uno de los mayores orgullos de la nación.
Mientras que la mayoría de los futbolistas se gastan en dinero en ropa a la moda y coches, lo primero que hizo Hysaj fue asegurarse que el sacrificio de su padre no quedara en balde. A principios de 2014, en la calle della Casella de Florencia, abrió sus puertas el Bar Elsi, regentado por Gzim Hysai, que hoy puede decir que es el jefe de su propio negocio. El establecimiento se ha convertido en un punto de encuentro para los albaneses que viven en Italia, pero también para los aficionados de fútbol en general, que de vez en cuando se encuentran allí con toda una estrella de la Serie A. “Me estoy asegurando de que sus días de duro trabajo hayan terminado. Ya se ha sacrificado lo suficiente para mí, y ahora me toca devolvérselo”, dijo cuando se abrió el negocio un Hysai de 20 años.