no cabe duda de que los futboleros nos sentimos orgullosos de nuestros ancestros prerromanos, que en la provincia de Soria tienen a su más numantino reducto.
La Copa de Europa siempre había sido un trofeo con forma de jarrita, hasta que apareció un orfebre alemán, pegó un estirón, le crecieron las orejas y se convirtió en la Orejona.
Fueron partidos que nunca se tenían que haber jugado. El fútbol se coló entre los muros de aquel infierno y sirvió de salvavidas para muchos prisioneros que desfallecían.
Hace 16 años, "Montjuïc disfrutó una barbaridad" con la victoria del Espanyol contra el Benfica. Revivimos esa Copa de la UEFA 'blanc-i-blava' con protagonistas.