1972. Estados Unidos. Arizona. Phoenix. Una disputa por los derechos de los campesinos desencadenó en una huelga de hambre de 25 días promovida por la United Farm Workers. En ese contexto, Dolores Huerta, cofundadora de esta asociación sindicalista y un icono femenino de la movilización social, promulgó el lema “Sí se puede” como un símbolo de esperanza colectiva para concientizar a la población norteamericana de las necesidades de los trabajadores agrícolas. Desde entonces, este eslogan ha devenido un principio rector de la UFW, inspirador de la consecución de objetivos, y ha sido adoptado en todo el mundo. Campañas políticas, manifestaciones callejeras o situaciones -más o menos banales- donde la adversidad acecha se han adjudicado esta máxima. Barack Obama, en un crescendo emocional contenido de su discurso, lo convirtió en su apellido electoral, un simple credo se transformó en una bomba comunicativa que resumía el espíritu de un pueblo ante la espesura gris de Washington. El resto es historia.
El Elche vive una situación agónica. Con las matemáticas en la mano, la permanencia del conjunto ilicitano en la máxima categoría del fútbol español parece ilusoria. Doce puntos le separan del brocal del pozo, jugados ya dos tercios del campeonato. Pero utópico es sinónimo de improbable, no de imposible. Es el paso previo. Así que, mientras este término no evolucione, sea factible cuadrar el balance de las cábalas y la casuística permita despejar la “X” de la ecuación clasificatoria, los franjiverdes tienen prohibido tirar la toalla. Me consta que así está siendo: las gradas del Martínez Valero y las redes sociales oficiales del club se han apuntado al grito de guerra de Dolores Huerta. “Sí se puede”. Podrá funcionar, quizás no. La hemeroteca sirve para recordar precedentes y aferrarse a ellos. Miguel de Unamuno escribió que “con maderas de recuerdos armamos las esperanzas”. Los recuerdos confirman que hubo veces donde, efectivamente, sí se pudo.
Hay historias que invitan a confiar, solo hace falta recordarlas.
ZARAGOZA (2011-2012)
Elche y Zaragoza. Zaragoza y Elche. 377 kilómetros separan a las dos ciudades. Pero eso no impide que el reflejo del espejo de la situación las conecte. Unos comen migas, otros dátiles. Unos combinan el blanco con azul, los otros con verde. Unos adoran a la Virgen del Pilar, otros a la de la Asunción. Aunque los dos las invocan. Elche y Zaragoza. Zaragoza y Elche. Muchas cosas las diferencian -incluso poseen cierta rivalidad histórica-, pero la actual coyuntura no dista demasiado de una heteróclita calcomanía, cuyo boceto original se dibujó hace once años. Una gesta sin parangón hasta la fecha.
La Navidad del 2011 del Real Zaragoza no fue como la de las películas. El club cerraba el año con una inestabilidad social que abrumaba, unas arcas raquíticas que no alcanzaban ni para marisco congelado y unas nulas aspiraciones deportivas lo apestaban al fondo del farolillo rojo de la clasificación. Pero Papa Noel trajo nuevo entrenador. Manolo Jiménez llegó con empeño, tesón y promesas: juró vestirse de ‘baturro’ y bailar una jota ante la Basílica del Pilar si lograban la permanencia. En la jornada 25, doce puntos les separaban de la salvación. No había precedentes con remontadas de tal calibre en la competición. Sin embargo, una rutilante segunda vuelta de 31 puntos catapultó a un equipo que culminó la epopeya en la última jornada ante el Getafe, imponiéndose por 0-2 en un Coliseum Alfonso Pérez convertido en una pequeña Romareda. 10.000 gargantas expulsaron una prestidigitadora salmodia merecedora de una permanencia carente de antecesor.
LEICESTER CITY (2014-2015)
Muchos conocen la proeza del Leicester City campeón de la Premier League en 2016. Muy pocos, la sufrida la temporada anterior. Los ‘Foxes‘ encaraban la vigésimo novena jornada con 19 puntos, desahuciados como nuevo integrante del Último de la fila, prácticamente sentenciados a retornar a una Championship una campaña después del ascenso. A pesar de una nueva derrota en la jornada 30 frente al Tottenham Hotspur, la buena imagen supuso un punto de inflexión en la mentalidad del vestuario. En los ocho partidos restantes, sumaron la misma puntuación que en todas las anteriores. 19 puntos de 24 posibles. Se convirtieron en una escuadra férrea, competitiva y compleja de superar. Sin florituras, priorizando el juego en largo, y con una envidiable fiabilidad. Como consecuencia, llegaron sanos y salvos a la última fecha.
Nigel Pearson, director de orquesta de aquella milagrosa salvación, atribuyó la hazaña a la fortaleza mental del grupo y al trabajo colectivo dentro y fuera del césped, inclusive cuando los resultados no acompañaban. Recién conseguida la prolongación en la élite del fútbol inglés, Pearson fue -sorprendentemente- destituido. Lo mismo ocurrió en el Elche cuando Pacheta tuvo que abandonar el barco tras conseguir el ascenso a primera en 2020. Pese a todo, el horno ya estaba precalentado y un año después el Leicester ganó la Premier contra todo pronóstico.
RANDERS (2009-2010)
Nuestro periplo de salvaciones milagrosas sigue en Dinamarca. En una competición de 33 encuentros, el Randers FC, que disputaba simultáneamente la Europa League, llegaba al ecuador de la temporada 09-10 con 14 puntos de desventaja frente a la frontera de la permanencia, tras un inicio de liga execrable: cinco empates y todo derrotas en los primeros 17 encuentros. Pero como buenos vikingos, en Dinamarca se batalla hasta morir. El plot twist del conjunto hetsene tras su eliminación continental fue todo un caso digno de un análisis de Cuarto Milenio. En las siguientes 14 fechas sumaron nueve victorias y cinco empates, invictos de noviembre a mayo. Quizás su delantero fue el mismísimo Canuto el Grande, rey de la batalla vikinga.
Esta apoteósica remontada los plantó en la jornada final dependiendo de sí mismos. Si alguien apostó por la permanencia unos meses atrás, estaba a punto de ser millonario. Como poco. Sin embargo, perdieron ante el Brondby. Pero la rocambolesca casuística cayó de su lado: todos sus rivales también cayeron derrotados y, tras estar a punto de morir en la orilla, el Randers consiguió la tan ansiada salvación.
SALERNITANA (2021-2022)
Nuestro interrail de prodigiosas permanencias concluye en Italia con la empresa más reciente de todas. En la ciudad de Salerno, tierra del Lungomare Trieste, el Castillo de Arechi y, ahora también, de los deseos concedidos. Tras una primera mitad de temporada poco menos que aciaga, el empresario napolitano Danilo Iervolino compró el club en enero por diez millones de euros y revolucionó la plantilla. Realizó once fichajes en el mercado invernal, entre ellos un viejo roedor como Frank Ribery, y contrató como técnico a Davide Nicola, cuyo apartado de experiencia laboral de su currículum lo define como experto en milagros deportivos. Consiguió la salvación con el Crotone en 2017, con el Torino en 2021 y, contra todo pronóstico, con la Salernitana en 2022.
Nicola prometió ir andando de Salerno al Vaticano para conocer al Papa Francisco si la proeza se consumaba. El camino fue ascendente y, en la última jornada, recibían al Udinese con la obligación de ganar para dejar atrás a un Cagliari que visitaba a un Venecia ya descendido. Los ‘Friulani‘ golearon a la Salernitana por 0-4, pero su rival por la permanencia no pasó del empate y se subieron a la góndola camino hacia la Serie B. De esta manera, el conjunto ‘bersagliera‘ consiguió la salvación con la menor puntuación de la historia de la liga italiana: 31 puntos.
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Fotografía de Getty Images.