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Raphinha contra la expectativa

El juicio popular sobre el rendimiento de Raphinha parece empapado del recuerdo de un futbolista irremplazable como lo fue ese Ronaldinho que cambió la historia del Barça

Raphinha contra a la expectativa

Ronaldinho aterrizó en Barcelona allá por 2003. El futbolista llegaba a Barcelona con una ‘R’ dorada colgando del cuello, pelo ondulado y negro y una sonrisa radiante. Con las manos invocaba el buen rollo. Cuentan que Rosell y Laporta se las tuvieron que ingeniar para que el chico quisiera Barça y no Manchester United, que en ese momento era una elección compleja. Un poco como ahora.

La elección fue el Barça y lo cierto es que esa sonrisa iba a ser capaz de alumbrar la senda ‘culé ‘durante bastante tiempo. Precisamente hasta que la propia alegría por jugar de ‘Ronnie’ se fuera diluyendo. Del todo a la nada, pero dejando mucha felicidad en el camino. Y llegó Pep. Los cambios, las decisiones difíciles, las partidas. El éxito hizo olvidar que en ese verano se fue el chico sonriente de los trucos y los bailes que cambió el devenir del Barça. Y no es de extrañar que lo de Ronaldinho creara una imagen perenne e inolvidable. Y eso que la nostalgia no se presentó inmediatamente. Los éxitos cosechados por Guardiola opacaron la lógica morriña con una etapa sublime, amparados en otro ‘10’ que tomó el relevo con extraordinaria normalidad. Veinte años después, el aficionado mira a Raphinha, recién campeón de liga, con la sensación de haber sido engañado.

El extremo, procedente del Leeds inglés, había dejado un fútbol de altísima calidad en la todopoderosa Premier League y llegaba al Barcelona con un colgante parecido al de Ronaldinho años atrás. Quizá fue la gota que colmó las expectativas de una afición que no esperó a leer la letra pequeña con el nuevo refuerzo. Muchos se quedarían en el nombre, en la posición y en la procedencia. Pero entender lo que era Raphinha exigía algo más. Así es más sencillo encontrar los porqués al pesimismo que ha rodeado estos últimos meses al hoy extremo azulgrana. Quienes conocían su juego podrán entender la cuestión, a pesar de que luego valoren mejor o peor su paso por Barcelona. Pero quienes se quedaron con las escuetas pinceladas del imaginario ‘culé’ con los extremos brasileños no encontraron en él un atisbo de lo esperado.

 

El extremo había dejado un fútbol de altísima calidad en la todopoderosa Premier y llegaba al Barcelona con un colgante parecido al de Ronaldinho años atrás. Quizá fue la gota que colmó las expectativas de una afición que no esperó a leer la letra pequeña

 

Raphinha fue para muchos esa adaptación literaria que no nos convence cuando la vemos en una pantalla. Cambian colores, rostros, miradas, gestos o la voz no encaja. No es como lo habíamos imaginado en las escenas de nuestra imaginación a medida que leíamos. Las ilusiones en torno al ex de Leeds se centraron en replicar el optimismo que manaba del regate, la magia y la velocidad de un Ronaldinho en estado de gracia, que desde sus primeros minutos como ‘culé’ demostró que iba a un ritmo difícilmente comparable a todo lo demás. En la mente de los ‘culés’, el extremo brasileño quedó encuadrado en esa imagen resplandeciente del entonces ‘10’ culé. Y claro, la estructura cayó por su propio peso.

Raphael Dias Belloli nació en un 14 de diciembre, en medio de la primavera brasileña de Porto Alegre. Más conocido como Raphinha, su carrera despegó en el Leeds de Marcelo Bielsa, después de haber probado suerte en el fútbol portugués (Vitória y Sporting CP) y francés (Stade Rennais). Su estilo, aunque veloz y desbordante con espacios, bebe más del pase y de la visión, entendiendo el espacio como un recurso más que como un argumento especialmente manido.

Su estilo, evolucionando ya en el contexto del fútbol español, va encaminado a profundizar más y buscar la espalda de los defensores, algo que en su anterior etapa en Leeds no era tan utilizado. El pase al hueco, normalmente, lo destinaba Raphinha y no al revés. Esa carencia a la hora de entender el regate y la finta convierten al extremo del Barça en una ‘rara avis’ si consideramos la expectativa ‘culé’ del recuerdo a Ronaldinho.

 

Raphinha fue para muchos esa adaptación literaria que no nos convence cuando la vemos en una pantalla. Cambian colores, rostros, miradas, gestos o la voz no encaja. No es como lo habíamos imaginado en las escenas de nuestra imaginación

 

Si de por sí hablar de fútbol brasileño evoca de manera imperturbable la alegría y la esencia del regate y del juego en su máxima esencia, en clave ‘culé’ se añade esa nostalgia obligada del club que busca desesperadamente un líder que imprima esperanzas al aficionado desde el césped. Raphinha, sin saberlo, iba a tener que ocupar un vacío que se notó más fuerte en el verano de 2022 que en el momento de la marcha del mítico Ronaldinho. Por eso las expectativas son un arma de doble filo. Y quizá por eso Raphinha no acaba de ser mirado con ilusión por el global de la afición. Seguramente por eso los millones que parece querer ofrecer el Newcastle United suenan mejor de lo esperado.

Está claro que el vacío no será tan grande mirado con los ojos de quien juzga a Raphinha pensando en Ronaldinho, pero quién sabe si el recuerdo del que se fue no está tapando las virtudes del que hoy sí está. Otro al que la sonrisa acompañó en todo momento durante su presentación y que ya ha contribuido en 22 goles (diez definiciones y doce asistencias) en sólo una temporada. Un Raphinha al que puede no estar fallándole el juego sobre el césped, pero sí en las expectativas de parte de la afición.

 


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Fotografía de Getty Images.