Leuven es, sin duda, una ciudad para y de universitarios. La Katholieke Universiteit Leuven es la universidad católica más antigua de Europa que continua en funcionamiento. Y el pasado curso contó con más de 40mil estudiantes. Allí todos estos jóvenes llegados de toda Bélgica y cualquier rincón de Europa disfrutan de todas las comodidades del mundo. Ticket gratis de autobús, menús especiales en muchos restaurantes de la ciudad, Internet gratis en casa, cafés casi regalados en las cafeterías de las facultades y un abono para ver al OH Leuven toda la temporada a un precio inferior a los 20 euros.
Cuando paseas por primera vez por las calles de pavimentadas de la ciudad con tu bicicleta te da la sensación que te encuentras en un pueblo de otra época. Atraviesas la plaza del ayuntamiento, la plaza de la biblioteca, pasas un par de parques repleto de estudiantes jugando con algún frisbee y rodeados de botellines de Stella hasta llegar al corazón de Leuven: Oude Market, una plaza con más de 30 bares, todos con su terraza, y que sin duda es el centro neurálgico de la ciudad. Y hasta aquí lo que da de sí Leuven si no entramos a valorar su vida nocturna.
A principios de 2002, el K Staden Leuven, un club fundado en 1905 solo había disputado una temporada en la máxima categoría del futbol belga (en 1949) y llevaba más de una década entre la tercera y la cuarta división del país. En una situación similar se encontraba el FC Zwarte Duivels Oud-Heverlee, un equipo casi recién ascendido a tercera división perteneciente al municipio colindante a Leuven. El tercer equipo en discordia de la ciudad era el K. Daring Club Leuve, un modestísimo equipo del quinto nivel profesional. Cansados de vivir entre el fútbol modesto, las tres instituciones decidieron unir fuerzas para lograr objetivos mayores. Lo harían bajo el nombre de Oud-Heverlee Leuven, más conocido como el OH Leuven, y con un presidente que sentía apego por la ciudad, pues estudió su carrera en la K.U.Leuven.
La unión hizo la fuerza y en tan solo dos temporadas se consumó el ascenso a segunda división. El primer paso estaba dado pero faltaba alcanzar la cima, llegar a la élite. Y eso sucedió la temporada 2010-2011. El primer gran año de fútbol para la ciudad. El campo, repleto de estudiantes, se vestía de gala cada dos semanas recibiendo a sus jugadores con una lluvia de papel de los colores del club: rojo, negro y verde. La plantilla devolvía los ánimos en forma de victorias, que se celebraban como si fueran partidos de competición europea. Los jugadores formaban un círculo en el centro del campo y empezaban una canción a lo que les seguía una grada entregada a sus ídolos. Fue, sin duda, un año de felicidad y comunión absoluta.
La vida en la máxima categoría es más dura y el OH se ha de conformar por luchar por la permanencia. Pero lo que sí ha conseguido esta fusión de equipos es que, cuando bajas de la bici en Oude Market, si es domingo por la tarde y agudizas el oído, te parece oír ambiente de fútbol, atmosfera de estadio, se respira fútbol. Juega el OH en el estadio Don Dreef, situado a las afueras, justo en el ring que envuelve a la ciudad en un círculo con Oude Market en el centro. Hasta ahí llega el sonido de una afición que ya no solo presume de Stella Artois, también tiene equipo de primera.