Florentino se quejó de que la Champions League carece de interés hasta los cuartos de final. Y no nos engañemos, igual que Mark Ruffalo en Thanks for sharing, todos babeamos con esas eliminatorias. Pero las rondas previas tienen su encanto. Ver una Europa repleta de hot spots futbolísticos en el crepúsculo de los días intersemanales es un regalo para los amantes del fútbol neutral, una especie en peligro de extinción. El Multifútbol nos ha acompañado desde siempre. Seis, ocho, diez partidos… Nunca importó añadir uno más a la ecuación. A más encuentros concentrados en una narración, mayor gozo percibe tu cuerpo. Un canal para fetichistas, esos genios locos -términos comúnmente relacionados- que no priorizan un Barça-Manchester United a un Bodo Glim-Lech Poznan.
Aunque el trasfondo del Multifútbol, en realidad, es mucho más simple. Porque si el fútbol tuviera que reducirse a un solo término, este sería el gol. El orgasmo del deporte rey. Y este formato es para multiorgásmicos, de los que se saltan los preliminares y van directos al grano. Alguien dijo en su día más lúcido que el gol es la salsa del fútbol. Este lugar los tiene por doquier, sin tiempo para respirar entre celebraciones, visitar al señor Roca o contestar un sticker en WhatsApp. El Multifútbol es para los que lo quieren todo a lo grande, en demasía, los que siempre repiten de plato hasta cuando a su abuela les parece demasiado, los que llenan de queso los macarrones o los que, directamente, piden el bote de ketchup entero.
Un viaje desde el sofá, mucho más cómodo que los vuelos low cost, pero con las mismas turbulencias. Lo más cercano al teletransporte. Variopintos territorios, ambientes y culturas en un solo momento, en una sola pantalla, acompañados por guías turísticos altamente cualificados como Fermín Suárez o Jaume Naveira. “El Multifútbol es un goteo de estímulos. Ver goles todo el rato les encanta a los jóvenes, cuyos hábitos de consumo priorizan el impacto constante, y a los más adultos, que rememoran los carruseles deportivos de principios de siglo”, describe Naveira para Panenka.
Seis, ocho, diez partidos… Nunca importó añadir uno más a la ecuación. A más encuentros concentrados en una narración, mayor gozo percibe tu cuerpo
Aquellos años locos del Canto del Loco. Escuchar el templete de Carrusel Deportivo por la carretera, o la emoción de los domingos a media tarde, cuando un tambor aparecía en la pantalla de Minuto y Resultado, y Patxi Alonso anunciaba el ansiado gol tras poner el tiempo entre paréntesis. La radio en colores en la resaca emocional del partidazo de La Sexta los sábados noche. Un periodo neandertal en el que el Barça-Madrid se emitía en abierto. Recuerdos del ayer. Jose María García, precursor de la medianoche deportiva en la radio, comparó al tiempo con un juez supremo que da y quita razones. El tiempo ha declarado culpable a los románticos del fútbol. Los del Multifútbol son los del Carrusel y MYR, pero también los de la Quiniela, el teletexto, los cromos, el Comunio o la Guía Marca.
Friki: persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición.
Porque no es lo mismo amar a un equipo que amar al fútbol. “Mucha gente consume el Multifútbol para hacerse una idea de cómo juegan equipos y futbolistas que previamente desconocían”, asegura Naveira. Las ‘frikadas’ se empiezan a amar en solitario. Raramente se queda con amigos para ver Multifútbol, ni siquiera lo ponen en los bares. Lo social en el fútbol va acompañado de bufanda. Este formato, aunque también las acepta, es mucho más personal. Ratos que compartes contigo mismo.
Un viaje desde el sofá, mucho más cómodo que los vuelos low cost, pero con las mismas turbulencias. Lo más cercano al teletransporte
En las novelas de misterio la agonía del lector se alarga hasta que el protagonista consigue -o no- su cometido. “Conectamos con San Mamés”, comenta el narrador del Multifútbol con una parsimonia digna de los peores villanos de la humanidad. Entre el verbo, la preposición y el estadio emerge una enorme pausa. Acto seguido, entra en escena una imagen clave para determinar el grado de sosiego del espectador: ¿Qué equipo tiene la pelota? Si es el que apoyas, enhorabuena, el resultado, como mínimo, no empeorará. Pero si la primera instantánea refleja al equipo que te cae menos simpático, apartas la mirada, juntas los párpados y divisas la acción de reojo. Un match-ball en contra que solo se salvará si la suerte conduce el balón al palo o el portero justifica su sueldo ese día.
Nunca me he fiado de los narradores del Multifútbol. Son personajes de habilidad chaplinesca. Hacen ver como que desconocen lo que va a ocurrir y ponen tus pulsaciones al límite. O eso creía. “Tengo la opción de ver la señal de todos los partidos, pero como odio los spoilers, apago la pantalla. También le pido al editor que cuando dé las órdenes de cambiar de estadio, solo me diga el nombre del equipo local”, reconoce Naveira. No tengo más remedio que cambiar de opinión. “Prefiero ver lo mismo que la gente en sus casas y hacer la narración más auténtica”, concluye el locutor.
Amantes de la sorpresa, el peligro está en todas partes. Y las aplicaciones de resultados las carga el diablo. Más aún los días de Multifútbol. No será la primera vez que salta en mi móvil la notificación de un gol y me arruina la sorpresa. Desde entonces, las desactivo hasta cuando voy al estadio, son tan rápidas que uno nunca sabe.
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