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Il prigionero di Roma

La efervescencia del amor incondicional de un aficionado hacia su ídolo no conoce límites. El magnetismo de Totti traspasa cualquier atisbo de encarcelamiento

“Soy cada uno de los lugares en los que he estado.
Soy los caminos que me quedan por recorrer.
Soy los puentes que dinamito cuando me marcho,
que si tengo que volver, ya volveré por otro lado”

Soy, de Hovik Keuchkerian

Muchas veces hemos tenido esas conversaciones en la que humedecemos sobre el ambiente lo que seríamos capaces de llegar a hacer en determinado momento o por determinada gente. Muchas veces hemos tenido estas conversaciones con alguien cercano, sino no supurarían. Muchas veces estando con un grado alto de embriaguez. Con el cuerpo empantanado de líquido. A altas horas, chillando, no porque no te escuchen, sino por el énfasis de la situación. Aullando al unísono bajo una luna de hormigón. Pero el número de personas por las que daríamos un riñón, pelearíamos, entraríamos en la trena o dejaríamos de lado nuestro inquisitivo egoísmo por un mísero momento no es cuantioso. Y seguro que el dato caería en penuria si charlásemos de aquellas o aquellos por los que alargaríamos todavía más la condena entre rejas. Esto es lo que hizo un italiano para poder conocer a su ídolo futbolístico. La devoción que siente este aficionado por Francesco Totti supera cualquier síntoma terrenal y creencia humana.    

Mensajes de amor en tiempos de guerra

Il Capitano es algo más que un simple jugador para este deporte. Simboliza, por encima de todo, la pureza de amar a unos colores, a una institución, a un club, a una afición y a una ciudad sin tener que demostrar nada. Personifica el dogma de llevar en la piel los ideales, sudando por los latidos de las creencias. Dentro de él, entre sus cimientos, se cuece el placer de seguir por lo que se rige, caminando sin tener que echar la vista atrás. Representa todo lo que debe ser un futbolista fuera del campo, un ejemplo. Pocos llegan a influir tan positivamente en la sociedad, explica Alex García (@Futbolitisalex), periodista deportivo, que admite la infravaloración de la figura de Totti al no haber logrado tantos títulos como su nivel le permitían.

Era el 2006, todos éramos un poco menos tristes y todavía no había explotado ni desolado la gran depresión actual. En el verano de aquel año, la Azurra ganó la Copa del Mundo en Alemania y meses después varios jugadores fueron al centro penitenciario de Rebibbia, barrio de la capital de Italia. “Dimos la vuelta a las celdas y hubo presos que apoyaron a todos los equipos. Había jugadores de la Roma y de la Lazio, y todos estaban muy felices porque para ellos era como ver al Papa”, rememora ‘Il Capitano’.

Entre los presos, un vehemente fanático de Totti y que llegaba al final de su castigo. Él saldría y a la semana siguiente llegaría la visita de los futbolistas italianos a la cárcel. No podía no ver a su ídolo. Este hombre le escribió una carta al alcaide de la prisión implorando que le dejaran dentro hasta que Er Pupone pasase por allí. “Aunque viviera otros cien años, nunca tendría la oportunidad de sacarme una fotografía con Totti”, escribió el recluso. Por si eso no era suficiente y no conseguía convencer al director, en el texto, se podía leer lo siguiente: “si me dejan salir, haré alguna locura para que me vuelvan a enviar aquí”.

 

“Aunque viviera otros cien años, nunca tendría la oportunidad de sacarme una fotografía con Totti”

 

Totti, quien recuerda que vio a este preso gesticulando y gritando más de la cuenta, fue al centro penitenciario a firmar autógrafos. “Quería una foto conmigo, pero no podía entender por qué estaba así”. La propia leyenda viva de la Roma se enteró de la situación del recluso una vez ya fuera del recinto. Il Capitano contó esta anécdota en el medio transalpino RAI. Puede ser que sea simbólico que al desvanecerse la pena de este hombre hubiera una alegría.

Alex García reconoce que esta es una historia muy peculiar y que está al alcance de muy pocos y solo podría ser protagonizarla por Francesco. “Este hecho representa perfectamente la figura de un futbolista en la que todos se miran como si de un espejo se tratase y que supera las barreras de la sociedad como pocas facetas de la vida logran”, argumenta el periodista. “Puede ser tanto ídolo de un niño de nueve años al que han hablado mucho de él, como de un hombre que cumple condena por algún delito”.

Después de 25 años de pasión con la Loba, el ‘10’ no tiene que perder el tiempo charloteando de lo que hizo o dejó de hacer. Según Transfermarkt, 785 partidos, 307 goles y 128 asistencias. También ganó un Scudetto, dos Coppa Italia, las mismas Supercopas y numerosos galardones individuales: Bota de Oro, Capocannoniere en la Serie A, entre otros. Ahí quedan sus números y sus premios, aunque con este jugador no importan, no está nada mal comentarlos.

Con el tiempo que ha pasado Totti defendiendo la camiseta de los Giallorossi, hemos podido ver al ‘10’ jugar y moverse desde todas las partes del estadio Olímpico de Roma. Como recuerda García, ha jugado de único ariete, de segundo punta, en un costado e incluso en posiciones más retrasadas, actuando como interior”.

Pero hay algo que diferencia al italiano de todos los demás jugadores. “Si una palabra le define, es liderazgo. Y liderazgo continuo pero inagotable. A la Loba le va a costar mucho encontrar a alguien así a corto plazo”.

 

“Francesco ha sido la principal imagen, el ejemplo tanto dentro como fuera del campo, el centro neurálgico sobre el que se construía todo el entramado del club”

 

La Roma no se entiende sin Totti y Totti no se entiende sin la Roma. Son como el Señor Rosa y su intransigencia a dejar propina, algo que se aferra y no se resquebraja. “Durante casi dos décadas, Il Capitano ha sido la principal imagen del club, el ejemplo tanto dentro como fuera del campo, el centro neurálgico sobre el que se construía todo el entramado del club”, explica García.

La carrera del ‘10’, un One Club Man, y la anécdota que propulsó este artículo hace que nos reconciliemos con nosotros mismos, y que dejemos atrás los pensamientos impuros hacia algo que no podemos remediar: el vertiginoso rumbo directo al abismo al que navega el fútbol actual. El suceso entre Totti y el preso salió a la luz cuando el exjugador promocionaba su bibliografía, Un Capitano, libro que se puso a la venta el pasado 27 de septiembre, coincidiendo con el cumpleaños del italiano. 

Francesco Totti, quien lo dio todo por su querida Roma y así lo demostró en su carta de despedida, vio como le devolvieron ese afecto de una manera muy insólita. Ambos demostraron quererse de verdad. Sin medias tintas ni excusas. Expresaron sus sentimientos. No quiero vivir en un mundo en el que no los hay. Hoy en día, en la época que corre, no se ven mensajes de amor en tiempos de guerra.