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Hype

Mientras los futbolistas se agotan en dobles sesiones de entrenamiento, nosotros nos vamos de vacaciones pensando en la próxima temporada

Hoy es mi último día de trabajo antes de las vacaciones, o sea que hoy es el mejor día de las vacaciones. El período de descanso estival es la gran venganza. Has asumido que nunca cobrarás lo mismo que un jugador, pero mientras a él ya se le han acabado las vacaciones, tú ni las has empezado. Mientras él vomita por el calor y las duras dobles sesiones de entrenamiento, tu mayor esfuerzo es ir de la arena al agua.  Mientras él compite, tú tienes el mapa de calor bien rojo en el chiringuito. Si hasta empezará la liga y tu mayor preocupación será si vestirte con una camisa de tucanes o con una de palmeras. En vacaciones, mientras los futbolistas están ya muy preocupados por ganar, tú no estás para casi nada. Un poco como Victor Hugo, que en el verano de 1862 publicó Los Miserables. Para saber qué tal iban las ventas, envió un telegrama con un signo: “?”. Y el editor le respondió con otro: “!”. El libro estaba siendo un éxito.

Con el verano, conforme el sol se va acostando antes y los pelos de los brazos se te van tiñendo de rubio, crece en tu interior el mejor fichaje: el hype. No le prestas demasiada atención, pero aún así, o incluso precisamente por eso, estás como loco por que empiece la nueva temporada. Fichajes desconocidos, cracks mundiales o futbolistas con intención de resarcirse van apareciendo en tu Comunio y tú quieres verlos en acción. Porque tu equipo empezó mal, porque tu equipo se salió el año pasado o porque tu vida sin fútbol meh. Da igual el motivo, quieres que empiece la temporada. Te han enseñado el tráiler, has asistido al preestreno, has leído las pizzas de la carta y has olido a palomitas. Estás en la previa, bendita previa, ojalá vivir siempre en la previa, pero tu cuerpo ya te pide algo más.

 

El verano es la mejor época del año hasta para los que lo odian. Luego viene el otoño, un muro de nuevas ilusiones que habrá que escalar para volver a caer después

 

La pretemporada y el mercado de fichajes solo duran un mes, pero existen todo el año. Están presentes en tu vida diaria. A veces tu equipo ficha a un jugador, desea a otro, flirtea con el de más allá. Como tú de compras, que miras lo que no puedes comprar, hasta te haces una foto pal Insta. Y si te compras algo te lo quieres poner ya, no sea que te atropellen antes de llegar a casa. Ilusión, magia, truco, también engaño. El hype es lo que siempre se ha llamado deseo, y su realización siempre es menos bonita que el deseo en sí. Fútbol y sueños. Fútbol y Monopoly. Fútbol y bancarrota. Fútbol y vida, al fin y al cabo.

Casi no te ha dado tiempo a echarlo de menos. El fútbol en mayo es una comida copiosa. “Hoy no ceno”, dices al llegar, más o menos tres horas de antes de zamparte un bocadillo de queso. No ha sido ni un mes sin partidos, pero es que el tiempo sin fútbol es como la vida de los perros: se multiplica por siete. El verano es la mejor época del año hasta para los que lo odian. Luego viene el otoño, un muro de nuevas ilusiones que habrá que escalar para volver a caer después. Julio es el primer fascículo que seguramente se quedará en esa primera entrega. Septiembre es el mejor mes mientras no llega. Está cargado de mañana, como si fuera una pistola que ni nosotros mismos sabemos a quién disparará. Y todo volverá a empezar. Pero de momento, me voy de vacaciones.

 


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Fotografía de Getty Images.