PUBLICIDAD

Gvardiol, el aguafiestas

La selección brasileña fue la última en sufrir al joven defensor croata. Una actuación brillante que dejó a los de Tite sin muchas ganas de fiesta

¿Cómo se dice Josep Guardiola en croata? Josko Gvardiol. El defensa revelación del Mundial tiene solo 20 años, mide 185 cm y juega como si el técnico de Santpedor le diera clases particulares todos los martes y jueves. Su imagen imponente de gladiador curtido en mil batallas, se incrementa gracias a una máscara protectora que le cubre medio rostro, dejando a la vista una respetable barba frondosa, impropia de un futbolista de la generación TikTok.

Nació el 23 de enero de 2002 en una familia humilde de pescadores, de niño se dibujaba con la camiseta del Dinamo Zagreb, el club de sus sueños, el de su ciudad. Algo que se haría realidad con ocho años, cuando pasó a formar parte de las categorías inferiores del conjunto croata. Su proyección lo llevó a debutar con el primer equipo en 2019 y en la siguiente temporada el RB Leipzig ya pagó por él algo más de 18 millones de euros. Su estreno en la Bundesliga se saldó con 29 partidos disputados, dos goles y dos asistencias.

El pasado verano su nombre sonó con fuerza en el mercado inglés, Chelsea y Manchester City quisieron ficharle, pero finalmente acabó renovando por el equipo de Red Bull hasta 2027, donde es dueño y señor de la zaga, actuando con la misma entereza con la que lo está haciendo en este Mundial. Rápido, expeditivo y contundente, va al suelo de forma limpia y realiza los cortes de balón con la precisión de un cirujano. Si los rivales lo increpan, él permanece ensimismado, como si hubiera nacido con el único cometido de despejar balones.

Los últimos en sufrirle han sido los brasileños. La selección dirigida por Tite venía eufórica, después de convertir cada partido en un escenario donde ensayar bailecitos que luego se hacían virales en todas las redes sociales. Pero Gvardiol no ha ido hasta Qatar para aguantar coreografías estúpidas. Es un aguafiestas. El portero de discoteca que te pide tarjeta de invitación para no dejarte pasar. El amigo que se lleva el altavoz justo antes de empezar con los cubatas. Neymar, Richarlison, Vinicius y compañía, tuvieron que conformarse viviendo el festival desde fuera. Enganchados a las vallas para sentir el jolgorio algo más de cerca. Para ver a lo lejos cómo Marquinhos lanzaba al palo el penalti que los dejaba fuera otra vez en cuartos. Gvardiol sí lo celebró, pero casi por compromiso, porque ya estaba pensando en cómo frenar a Messi.

 


SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA


Fotografía de Getty Images.