Roma, finales de julio. Se encienden los focos del Palazzo della Civiltà. Un nombre retumba en los altavoces: Paulo. 10.000 gargantas responden al unísono: Dybala. La figura del talento argentino emerge entre las sombras y, con paso decidido, avanza hasta situarse entre las estatuas de Cástor y Pólux. Toma el micrófono y dedica unas primeras palabras a su nueva afición, que responde con un rugido atronador. Sin necesidad de poner un pie en el campo de batalla, es recibido por el pueblo romano como un general triunfante. La presentación en sociedad de Dybala pudo parecer inmejorable en un primer momento, pero apenas fue un preludio de lo que le esperaba en su primera visita al Stadio Olimpico. La escena volvió a repetirse. El nombre de la ‘Joya’ sonó en los altavoces, pero esta vez fueron cerca de 70.000 almas las que dieron la réplica. Las gradas corearon su nombre, como en su día hicieron con Totti, Falcao o Bruno Conti.
Estos recibimientos multitudinarios, tanto al fichaje estrella como al equipo, suponen una señal inequívoca de que comienzan a levantarse vientos de cambio en la Ciudad Eterna. Los aficionados peregrinan hacia el estadio con optimismo, dejando atrás la pesadumbre del pasado. Nunca dejaron de animar, pero sí que habían apartado de sus cabezas la idea de poder volver a tocar metal a corto plazo. Sin embargo, la realidad deportiva de los ‘Giallorossi’ ha cambiado radicalmente de un año para otro. Mourinho fue el primer gran agitador, la conquista de la Conference League evidenció que se estaba recorriendo el camino correcto, y el fichaje de Dybala supuso la guinda del pastel. La ‘Loba’, sumida en un profundo letargo temporada tras temporada, parece ahora un fiero oponente en la lucha por el Scudetto.
Nadie se habría atrevido a presagiar la llegada de toda una estrella del ‘calcio’ hace apenas un año, pero Dybala defiende ahora los colores de la Roma
Tras más de dos décadas sin conseguir la corona doméstica, se comienza a fantasear con la posibilidad de volver a ocupar el trono italiano. Roma, tierra de augures en la antigüedad, presta especial atención a los presagios. En este sentido, observa ciertos patrones recurrentes respecto a la temporada 00-01, la última que alzaron el título liguero. Mourinho cumple las funciones de entrenador experimentado que en su día ejerció Capello, Zaniolo encarna a la joven versión de Totti y los refuerzos en el mercado elevan el techo competitivo de la plantilla. A principios de milenio llegaron Emerson, Walter Samuel y Zebina; ahora Matic, Celik y Wijnaldum. Y en ambos casos, el fichaje estrella tomó la forma de un talentoso atacante argentino. Aquella temporada llegó Gabriel Batistuta; ahora, Paulo Dybala.
El cambio de paradigma que experimenta la Roma es innegable. Nadie se habría atrevido a presagiar la llegada de toda una estrella del calcio hace apenas un año, pero Dybala defiende ahora los colores de los ‘Giallorossi’. Sí, Dybala. Ese talentoso mediapunta por el que media Europa habría entrado en guerra hace unos años con tal de contratar sus servicios. El de la zurda mágica que cubre su rostro con una máscara imaginaria formada por su índice y su pulgar cada vez que celebra un gol. Máscara que ya ha lucido hasta en 98 ocasiones en el campeonato italiano. “No es solo una celebración de gol, es un mensaje. Para luchar hay que ponerse la máscara como los gladiadores”, dijo una vez. Y que mejor lugar para perpetuar su mensaje que el Coliseo Romano.
Palermo contempló sus primeros pasos, Turín su consagración futbolística, y Roma se presenta como una oportunidad para agrandar su leyenda. De momento, su nueva aventura ha comenzado con buen pie. En el partido inaugural de la Serie A, la Roma sumó su primera victoria ante la Salernitana. La ‘Joya’ formó un tridente ofensivo de lujo junto a Zaniolo y Abraham, y solo la madera le privó de alcanzar los 99 dígitos. La segunda jornada también se saldó con un triunfo, esta vez ante el Cremonese, propiciando que el cuadro de la ‘Loba’ recolecte todos los puntos disputados hasta la fecha. Dybala ya vino y vio, ahora falta por saber si será capaz de vencer.
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Fotografía de Getty Images.