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Aaron Hunt: siempre presente

Observo a Hunt como a ese alumno que no se pone enfermo jamás por muy duro que sea el invierno, nadie espera su llegada porque siempre está en su pupitre

Cuando en la Bundesliga todo era campo, Aaron Hunt estaba allí. Debutó el mismo año en el que Oviedo y Torrevieja se hermanaron, Once Caldas salió campeón de la Libertadores y Atenas dio paso a los Juegos Olímpicos. Qué lejos quedas de mi memoria, 2004. Creo no concebir el fútbol alemán sin la presencia de Hunt, al igual que el Calcio sin Buffon. Siempre ha estado ahí aunque nuestra atención se dirigiera a otros puntos. Como ese mueble que lleva toda la vida en casa y te percatas de su existencia cada bastante tiempo, como esas aceitunas que acompañan a la cerveza. Las echas de menos el día que no están. Uno no se detiene en su mera presencia porque ya la hace suya, sé que la Bundesliga sigue adelante porque Hunt continúa dándole patadas al balón. Supongo que el día que se retire, Dios nos libre de ello, será porque Alemania se ha vuelto a dividir o el fútbol ha perdido todo el sentido.

RonaldinhoAaron Hunt es el Werder Bremen. Da igual que después haya llevado otras camisetas, ese tío es de Bremen. Como si se pone a dar vueltas cual Abreu: Aaron Hunt es el Werder Bremen. Por algo a sus 18 años fue el futbolista más joven en hacer un gol en la historia del club. Tan solo lo pienso asociar a esa camiseta ajustada que tan extraña forma le producía a Aílton. Era una prenda que nunca supe si me gustaba o no. La primera vez que acudí al Camp Nou para ver un partido de fútbol fue en noviembre de 2005. Un encuentro de Champions League ante el Barcelona y Werder Bremen que me pilló en la Ciudad Condal de vacaciones. El Barça de Márquez, Larsson, Giuly, Ronaldinho, Deco, Eto’o, Puyol, etc. La plantilla que sería campeona de Europa esa misma campaña. Aquel Werder era también muy molón. ¿Quién olvida a los Naldo, Valdez, Johan Micoud, Klose, Owomoyela, Frings y Borowski? Adivinad qué futbolista saltó al césped a media hora del final. Sí, el mítico Aaron Hunt. La noche en la que Ronaldinho metió por debajo de la barrera un gol de falta, ahí estaba Hunt. Quiero creer que también estuvo presente el día que me gradué, en algún rincón de la sala, o si decido casarme sea él quién oficie la ceremonia.

Antes de que el balón fuera redondo, Hunt ya estaba allí. Bajo esa barba y un rostro propio de quien ha ido a la guerra en muchas ocasiones, está un tipo de tan solo 30 años. El cansancio hace mella en su rostro. Es maravilloso hablar de algunas personas como si tuvieran cincuenta años, en cada pierna, y darse cuenta de que tienen menos edad de la que aparentan. Hunt es más joven que Luka Modric. ¿Qué cuerpo se os queda? Yo estoy helado. Todas las historias, por muy bonitas que sean, terminan. Así es como en 2014 finalizó el romance Hunt-Werder Bremen. Lloraron los románticos, se proclamaron cantares de gesta sobre su figura. Me gustaría pensar que los niños que estudian en los colegios de Bremen saben quien fue Hunt gracias a los libros de historia. Las crónicas históricas no deben recoger tan solo batallas, también goles. Una década después marchó al Wolfsburgo pero allí no disfrutó de muchos minutos, y tras una sola temporada fue al Hamburgo. Ahí sigue en la actualidad, lleva cuatro goles en la presente campaña. Hunt ha recibido pocas llamadas de la mannschaft, pero eso es lo de menos. Él atiende tan solo a la Bundesliga y a todos aquellos que tenemos presente su existencia cada cierto tiempo. Lo imagino de aquí a diez años sentado en la barra de un bar, cerveza en mano, sonriendo en las fotos que le pide la gente. Mira hijo, ese de ahí es Aaron Hunt. Pídele una foto, puede que no volvamos a saber de él hasta su próximo gol.