La Eurocopa de Francia, celebrada hace dos años, nos dejó debuts soñados (Islandia y Gales), victorias históricas (Albania), ejercicios colectivos memorables (Italia) y hasta un campeón inédito (Portugal). Sin embargo, fue en el terreno individual donde se produjeron más sorpresas. Entre ellas, la confirmación de una serie de futbolistas que no solo tuvieron un papel decisivo en sus equipos, sino que aumentaron su caché y cambiaron de aires tras el campeonato en busca de unos objetivos que, finalmente, no se han visto cumplidos.
Revisamos el papel de hasta cinco jugadores que, después de llamar poderosamente la atención en la última Eurocopa, cayeron prácticamente en el olvido.
Grzegorz Krychowiak / POLONIA (CONVOCADO)
Krychowiak llegó a la pasada Eurocopa como un tiro. Pieza indiscutible en el centro del campo polaco, aterrizó en Francia con dos Europa League debajo del brazo, las logradas de forma consecutiva con el Sevilla (formando doble pivote con Mbia en la de 2015, y con N’Zonzi en la de 2016). El medio no solo ofreció equilibrio y presencia física al combinado capitaneado por Robert Lewandowski; también se salió en tareas asociativas. Suyo fue el MVP en el duelo de la fase de grupos ante Irlanda del Norte tras completar más pases que nadie (70/74). Con el ’10’ en la espalda, y una vez eliminada su selección en cuartos sin perder ni un solo encuentro en el tiempo reglamentario, el futbolista no abandonó el país galo. El motivo, una llamada en la que Unai Emery le reclutaba para su aventura en el banquillo del PSG. El jeque acabaría desembolsando 30 millones de euros al Sevilla para situar al pivote rumbo a París. Pero lo que sucedió después tiene difícil explicación. Una temporada prácticamente en blanco, con apenas seis partidos completados entre todas las competiciones, lastró la moral del jugador. Hasta el punto de que al inicio de este curso fue cedido al West Bromwich Albion. En la Premier, como mínimo, ha tenido minutos; pero no ha podido evitar que su equipo descendiera como colista. A sus 28 años, todo apunta a que Krychowiak será titular en el Mundial de Rusia. Tal vez sea esta la mejor noticia en los dos últimos años: su errática trayectoria de clubes no ha minado la confianza del seleccionador. Quién sabe si otro buen torneo tendrá el mismo efecto trampolín que en 2016. Desde luego, el PSG es el primer interesado en que pegue otro ‘salto’.
Joe Allen / GALES (NO CLASIFICADO)
Con cuatro temporadas en el Liverpool a sus espaldas, Joe Allen guió los pasos de Gales con una incontestable personalidad. Integrante, junto a su compatriota Aaron Ramsey, del Once Ideal de la Eurocopa -poca broma-, el centrocampista nacido en Carmarthen fue la pieza angular de un combinado que llegó hasta las semifinales en su debut en el torneo. Y eso que el medio no viajó a Francia con el mejor estado de ánimo posible. Perdió la final de la Copa de la Liga contra el City y la de la Europa League contra el Sevilla. En la primera ni siquiera se vistió de corto. En la segunda tuvo un papel testimonial. Su gran actuación en la Eurocopa hizo recordar las palabras de Brendan Rodgers en las que lo comparaba con Pirlo y Xavi. Un torneo inmaculado que, sin embargo, no ablandó al nuevo técnico red, un Jürgen Klopp que tenía en mente otros perfiles y que no impidió que el Liverpool lo traspasara al Stoke City nada más concluir el campeonato de naciones. Tras una operación en la que se recuperó el desembolso realizado en 2012, Allen gozó de minutos de calidad en su nuevo hogar. Y con seis goles y tres asistencias, ayudó a los Potters a cerrar la liga 16-17 en la mitad de la tabla. Desgraciadamente, y a pesar de jugarlo todo y promediar unas estadísticas similares, este curso no ha podido evitar que el cuadro de Staffordshire perdiera la categoría. Aunque Gales verá el Mundial desde el televisor, Allen ha jurado fidelidad al Stoke el próximo año. Consciente, tal vez, de que en el fútbol siempre se puede caer un peldaño más abajo.
Moussa Sissoko / FRANCIA (NO CONVOCADO)
‘¿Cuántos pulmones tiene este jugador?’. Fue, quizá, la frase más escuchada en todas las casas del planeta durante los partidos de Francia. Para que los Payet o Griezmann brillaran arriba, el entonces futbolista del Newcastle tuvo que hacer más kilómetros que nadie, aunque para ello eclipsara a la que debía ser la estrella del centro del campo ‘bleu’, un Pogba que no encontró su mejor tono. Fue Sissoko, sin exageraciones, una de las sensaciones del torneo, y si Rui Patricio no hubiera despejado un zambombazo suyo a córner en la final contra Portugal, probablemente estaríamos hablando en unos términos superiores. Pero que el potente medio fuera clave en el esquema de Deschamps en la pasada Eurocopa no ha pesado en la decisión del técnico de volver a convocarlo para el Mundial de Rusia. Puede que tenga su lógica. Sissoko se revalorizó tanto durante la Euro que llegó a sonar para grandes clubes. Descendido pocas semanas antes con el Newcastle, parecía obvio que no desaprovecharía la oportunidad de continuar en la élite. Sondeado incluso por el Real Madrid, el Tottenham anduvo más rápido y, en una operación a última hora aprobada por Mauricio Pochettino, depositó 35 kilos en las arcas de las Urracas. Pero las cosas en Londres se torcieron pronto. Nada más arrancar la liga fue suspendido durante tres partidos por propinarle un codazo a un jugador del Bournemouth. Cuando volvió a estar disponible, el técnico argentino encareció sus minutos. De un año al otro, pasó de jugar más de 3.000 minutos a sumar poco más de 1.000 con su nuevo club. Y aunque este año las cosas han mejorado un poco -ha alternado titularidades con suplencias-, casi siempre ha acompañado a Dembélé o Dier los días en los que uno de estos dos no ha estado disponible. Quizá lo más conveniente sea decir que, en dos años, su progresión se ha visto algo estancada, motivo por el que no estará en la Copa del Mundo a pesar de que la afición francesa le tiene en gran consideración y Pochettino no se cansa de destacar sus cualidades. Viendo, sin embargo, cómo Deschamps tampoco se ha llevado a dos de sus colegas de línea como Rabiot o Kondogbia, puede que la decisión no sea tan dolorosa. Mal de muchos…
Renato Sanches / PORTUGAL (NO CONVOCADO)
Renato Sanches fue convocado para disputar la Eurocopa de Francia con 18 años. Poco antes había levantado liga y copa con el Benfica y firmado un contrato multimillonario con el Bayern de Múnich. Consciente de que en el torneo de selecciones sería observado con lupa, no defraudó. En los octavos de final ante Croacia saltó al campo en la segunda mitad y revolucionó el choque con sus contragolpes. Fue nombrado MVP del partido. En cuartos, ante Polonia, se ganó la titularidad y la sublimó con un gol y otro ‘Man of the Match’. Ya no perdería ese estatus. Jugaría de inicio en semis y en la final, donde una lesión en el 79′ acabaría siendo, también, determinante; sin ella, nunca sabremos si Éder hubiera entrado al terreno de juego. Con todo, el nombrado Mejor jugador joven de la Euro’16 no acabó de encajar en Múnich. Aterrizó en Baviera como campeón de Europa y se marcharía un año después como rey de la intrascendencia. Ancelotti solo le confió al Golden Boy 900 minutos en su primer curso, un bagaje decepcionante que llevó al club a plantearle una cesión al Swansea City. Si han llegado hasta aquí de forma ordenada podrán intuir cuál ha sido el tercer equipo que ha descendido a la Championship junto al West Brom de Krychowiak y el Stoke City de Allen. Exacto: el Swansea. Solo que al contrario que estos jugadores, Sanches apenas ha participado en la debacle. Cuatro partidos como titular y lesionado desde enero, lo fácil sería decir que no ha llegado a tiempo para la llamada de Fernando Santos. La realidad, sin embargo, confirma que no juega con la selección desde marzo de 2017. Tiempo tendrá el jugador que le robó a Cristiano Ronaldo el récord de ser el internacional portugués más joven en una Eurocopa para recuperar la confianza. A fin de cuentas, solo tiene 20 años.
Álvaro Morata / ESPAÑA (NO CONVOCADO)
Antes de que esto se llene de ‘haters’, puede que el de Morata sea el caso que más puntualizaciones necesite. Vayamos por partes: el máximo goleador de España en la última Eurocopa (con tres goles) realizó, al año siguiente, un curso espectacular con el Real Madrid. De hecho, es imposible hacer más con menos. 20 tantos y seis asistencias en 43 partidos (más de un 30% de ellos saliendo desde el banquillo) hablan a las claras de las habilidades y el olfato del punta madrileño. Sin embargo, su condición de suplente no resultó ser del todo agradable y, como ya había hecho anteriormente, optó por salir del Santiago Bernbabéu. Este curso puso rumbo a la Premier para jugar en el vigente campeón, un Chelsea al que pareció encajar como un guante. Pero las sensaciones iniciales dieron paso a una situación algo rocambolesca. Dejó de ser titular en el esquema de Conte, apenas participó en los octavos de final de la Liga de Campeones ante el Barcelona y, para más inri, el club fichó a Oliver Giroud del Arsenal para entregarle al francés galones en la delantera. Resultado final: un gol en liga durante todo el 2018, balance más que pírrico a ojos de Julen Lopetegui. El seleccionador español, que ganó el Europeo sub19 y el Europeo sub21 con Morata como Bota de Oro del torneo, no ha tenido más remedio que priorizar los estados de forma de Iago Aspas, Rodrigo Moreno o Diego Costa, este último, curiosamente, el gran damnificado en la Euro 2016. A poco que vuelva a entonarse y a disponer de minutos -crucial en este aspecto el técnico que se siente el próximo año en Stamford Bridge-, Morata debería regresar con La Roja. De lo contrario, podría acabar en el olvido como le ocurrió en su día a Paco Alcácer. El gol de España no espera a nadie. Y de un gran torneo al otro, ya no basta con hacerlo bien durante un año y medio. Si el medio restante es mediocre, la penalización suele ser muy dura.